¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Diasporaweb escriba una noticia?
Una investigación muestra que durante las próximas décadas, la nieve se derretirá antes, lo que conlleva un riesgo más elevado de avalanchas e inundaciones. Científicos están creando un modelo hidrológico para predecir potenciales desastres naturales
El Deshielo Universal: los cuatro Jinetes del Apocalipsis cabalgan por los glaciares anunciando un final bíblico.
Los Alpes siempre han sido "La Torre del agua de Europa", ya que allí se encuentran los glaciares que suministran a Europa el 40% de su agua potable. Son estos glaciares los que nutren ríos como el Rhin, el Danubio, el Po o el Ródano, ríos en parte navegables, que hacen posible el riego en muchos lugares de Europa. Pero algunos informes recientes muestran que la rapidez a la que se están deshelando los glaciares alpinos dobla incluso la tasa global. El estudio de varios científicos europeos está analizando cómo afectará el cambio climático a los recursos hídricos de las regiones montañosas europeas.
A una altitud de 3.100 metros sobre el nivel del mar, el valle de Aosta, en el noroeste de Italia, varias estaciones meteorológicas han reunido datos sobre las nevadas y la dinámica de los glaciares. La red de estaciones meteorológicas automatizadas está gestionada por la agencia Arpax, el organismo de protección medioambiental regional. Los datos se envían en tiempo real a través de redes de teléfonos móviles GPRS y GSM a las oficinas meteorológicas y de investigación de la zona. Se incluyen parámetros como el grueso de la capa de nieve, la temperatura del aire, la radiación solar, las condiciones del viento y las temperaturas de superficie. De esta forma, se puede calcular aproximadamente el denominador equivalente nieve-agua, que mide el hielo antes de que la capa blanca se deshaga.
Una nueva investigación muestra que durante las próximas décadas, la nieve se derretirá antes, lo que conlleva un riesgo más elevado de avalanchas e inundaciones. Utilizando la información de los satélites y los datos de la red Arpax, científicos en el centro del valle de Aosta están creando un modelo hidrológico para poder predecir potenciales desastres naturales.
Otro participante del proyecto es la Fundación Montaña Segura. En sus laboratorios se ha confeccionado un modelo de glaciar por ordenador, en tres D, de los que caen trozos de hielo que potencialmente podrían caer sobre seres humanos. Subir a un glaciar se ha hecho muy peligroso, y los investigadores están aplicando fotogrametría para hacer el estudio del modelo tipo, aunque también se toman fotos de los diferentes glaciares que quieren analizar desde helicóptero.
Aparte de los temas de seguridad, el cambio climático también afecta a la economía local en Europa. Suiza produce un 60% de su electricidad a través de energía hidroeléctrica, energía que depende en gran medida del deshielo en los Alpes. Y se examina con preocupación la relación entre el deshielo de los glaciares y la producción de electricidad hidraúlica en disminución.
Según el coordinador de ACQWA, Martin Beniston, en el mejor de los casos, a finales de siglo se habrá perdido un 50% de los glaciares alpinos; y en el peor de los escenarios, se calcula que será un 80%.
Los resultados de estos estudios se presentarán en 2018. Se espera que disponiendo de la información sobre la situación, será más fácil adaptarse al futuro.
Icesat, satélite de la Agencia Espacial (NASA), ha revelado que el hielo de los glaciares de Groenlandia y de varias zonas de la Antártida se derrite a un ritmo ‘récord’, lo que ha provocado la preocupación de los científicos que alertan de las consecuencias “importantes” que tendrá en el futuro este fenómeno sobre la subida del nivel de los océanos. Según publica la BBC, un equipo de expertos británicos pronosticó, tras estudiar datos del satélite, que la fusión completa del hielo de Groenlandia “elevaría el nivel del mar alrededor de siete metros”. “ Además los glaciares que desembocan en el mar están cambiando muy rápidamente”, explicó recientemente el investigador de la British Antarctic Survey (BAS), Hamish Pitcard.
Igualmente, apuntó que esa “rapidez” con la que algunos de los glaciares se dirigen hacia el mar, “supera con creces la velocidad máxima a la que el hielo puede ser devuelto a la tierra a través de la precipitaciones”. Los ejemplos “más gráficos” del deshielo proceden de la Península Antártica, principalmente de una región que presenta un nivel de calentamiento mayor que el resto del continente.
Además, en muchos otros puntos, tanto de la Antártida como de Groenlandia, las formaciones de hielo “están siendo bañadas” por aguas más cálidas que erosionan sus frentes. El equipo explica que la ruptura de las barreras heladas flotantes que normalmente detiene el flujo de los glaciares “también contribuye al deshielo acelerado, así como el aumento de la temperatura del aire”.
De los 111 glaciares analizados, el grosor de 81 de ellos ha “adelgazado” en espesor aunque la lista es errática. En este sentido, la investigación muestra que, el 80% pierde masa a un ritmo dos veces más rápido que el hielo situado a su alrededor. En el caso de la Antártida, este adelgazamiento se da de forma “masiva”, en las capas de la zona oriental, mientras que el hielo de la Antártida occidental muestra un “panorama mixto”.
“Uno de los grandes problemas que preocupan ahora a la glaciología es obtener modelos fijos que sirvan para predecir el modo en que se derriten las capas de hielo, para poder dar una explicación certera a estas observaciones y buscar alguna solución”, señaló otro de los autores del estudio.
Finalmente, el equipo investigador exigió a los poderes públicos “mejores herramientas” para explicar cómo los cambios en el comportamiento de los glaciares afectará al nivel del mar y advierten de que esta “dinámica de pérdida en espesor” va propagándose por todas las latitudes de los territorios helados del planeta.
Desde hace unos cuantos años se sabe ya que los glaciares se están descongelando de manera muy veloz y la pregunta es ¿"Es que algunos de ellos lo están haciendo más rápido que otros? ¿O más bien lo hacen de forma uniforme?. La respuesta es que unos lo hacen mucho más deprisa que otros, sin que haya una explicación científica al fenómeno. Hay que buscar los por qué.
Por ejemplo son muchos los glaciares de Patagonia y Alaska que corren el riesgo de desaparecer en un futuro próximo... 10, 20 o 30 años. Estos son sobre todo los situados en Argentina y Chile (Patagonia) y en Estados Unidos (Alaska), ya que han perdido masa más rápido y durante más tiempo que el resto de los glaciares del mundo, algo que pudo observarse gracias a una investigación denominada “Glaciares de alta montaña y cambio climático. Retos y Adaptación”, realizada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Lamentablemente el resto de los resultados de este estudio tampoco es muy alentador, ya que sólo unos pocos glaciares, como los de Noruega y el sur de Nueva Zelanda, han logrado un incremento de su masa. El espesor del resto de los glaciares del mundo ha disminuido. Hay que intentar lo inverso y responder a la pregunta “¿Por qué estos glaciares son más vulnerables que los otros?” Javier A. García, director de Relaciones Internacionales del Ministerio del Medio Ambiente de Chile, ha declarado que en el caso de los glaciares del territorio chileno, “todo el país es vulnerable al derretirse glaciares en montañas muy altas en un espacio tan reducido. Es la condición geográfica, “todo el agua va a caer de repente directamente desde la cumbre de la montaña”.
Los glaciares de las montañas Rocosas les siguen en vulnerabilidad. Después de los glaciares nombrados la Patagonia (Perú y Chile) y los de Alaska (Estados Unidos), los glaciares más vulnerables son los de las Montañas Rocosas, al noroeste de EE.UU. y suroeste de Canadá. Les siguen en esta lista fatídica los de alta montaña de Asia, que incluyen la región del Hindu Kush del Himalaya, y tras estos, citados ya varias veces vendrían los del Ártico y los de los Andes.
Pero todo esto no es solo una cuestión estadística, una clasificación para el archivo, sino una advertencia para el mundo: dentro de pocas décadas, si esta tendencia se mantiene, el deshielo de los glaciares podría causar una reducción en la disponibilidad de agua en muchas zonas secas como Asia Central o algunos sectores de Los Andes. Y aunque hemos hablado de los Alpes al principio, digamos que estas zonas de más riesgo se verían mucho más impactadas con respecto a Europa y algunas partes de Asia. Mucha gente morirá de sed.
Sin glaciares, tras un breve lapso, bajará el nivel de los ríos y habrá problemas de aprovisionamiento de agua sobre todo en primavera y verano. Esto afectará al consumo humano, a la agricultura, la energía, la minería, etc. Uno de los temas críticos es el consumo humano en la Patagonia. No se trata de no ver más la blancura del paisaje, sino de que uno piense cuando hable del deshielo de los glaciares, de las tremendas inundaciones que traen, y también de todos los desastres relacionados con la escasez. El mundo y su clima son mucho más complejos y más amenazadores de lo que se imagina el hombre de la calle.
Investigadores del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton (NOCS), y de la Universidad de Bristol (Gran Bretaña) junto con colegas de la Universidad de Tubinga (Alemania) han realizado un estudio denominado "La Temperatura Antártica y el nivel del mar global". La anunciada e inexorable subida de los mares globales al asalto de las costas.
Se dice que ambos fenómenos han estado siempre estrechamente relacionados pero ahora se sabe mucho en cifras exactas del fenómeno durante los últimos cinco ciclos glaciales.
El equipo creó una reconstrucción continua de las fluctuaciones del nivel del mar que representa los últimos 520.000 años y pudo compararlas con datos sobre cambios climáticos y niveles de CO2 procedentes de testigos de hielo extraídos en la Antártida.
Sus resultados son pesimistas porque sugieren que el nivel del mar puede alcanzar una altura mucho mayor de lo calculado por las proyecciones a largo plazo del informe de la cuarta evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un organismo consultor que divulga información objetiva sobre el cambio climático.
La investigación revela una relación sistemática entre el binomio temperatura mundial - concentración de CO2 y los cambios en el nivel de los mares- producidos durante los últimos cinco ciclos glaciales. Si esta relación se aplica a los niveles de CO2 actuales, resulta en una subida del nivel del mar de 25 metros. Las cifras concuerdan con datos del periodo Piacenziano, que se sitúa entre hace 3 y 3, 5 millones de años, en el que los niveles de CO2 guardaban similitud con los actuales.
“Hay que señalar que dicho equilibrio en el nivel del mar tardaría en alcanzarse varios miles de años. No obstante, la enorme diferencia entre el equilibrio del nivel del mar previsto y los niveles actuales provoca profunda inquietud”, comentaron el profesor Michael Kucera de la Universidad de Tubinga y el Dr. Mark Siddall de la Universidad de Bristol.
La subida de los mares e inundaciones de países ribereños es uno de los factores más importantes que trae el deshielo global
La historia geológica reciente indica que en los momentos de grandes desequilibrios, se produjeron normalmente ajustes rápidos en el nivel del mar a la velocidad de uno a dos o más metros por siglo. Pero hoy en cambio no se sabe lo suficiente sobre el posible aumento total del nivel del mar en comparación con las velocidades reales y previstas a las que progresa actualmente el calentamiento global. Las capas de hielo tardan mucho tiempo en derretirse, incluso aunque aumente la temperatura de forma brusca, y las predicciones actuales para el próximo siglo sólo tienen en cuenta la cantidad que se derretirá en este tiempo. Entraña gran dificultad estimar la velocidad de deshielo de estas capas para el próximo milenio dada la magnitud actual del cambio climático.
El autor principal del informe, el profesor Elco Rohling de la Facultad de Geología y Oceanografía de la Universidad de Southampton, afirma lo siguiente: “Supongamos que la relación natural entre CO2, temperatura y nivel marino que observamos ofrece un modelo razonable de un futuro en el que se produce un calentamiento global continuo. En ese supuesto, nuestros resultados sugieren una posibilidad estadísticamente sólida y calculable de que se produzca un aumento total del nivel del mar a largo plazo. Y son cosas que pueden deducirse de la conferencia sobre el Clima de Paris 2015 ” .
“Aunque fuéramos capaces de mitigar todas las emisiones de CO2 que se producen hoy y estabilizarlas al nivel actual (387 partes por millón por volumen), la relación natural que observamos sugiere que el nivel del mar continuaría aumentando hasta elevarse 25 metros por encima del nivel actual. Esto significa que subiría hasta situarse en los límites que, según calculamos, hubo en el Periodo Piazenciano.”
Los océanos podrían servir como factor crucial para estabilizar el clima del mundo. Si esto no ocurre, las consecuencias serán graves para Europa, América Latina y Estados Unidos que estarían a merced de océanos y de la subida de los termómetros.
Todo ello se ha discutido también en la conferencia mundial de Hanoi. En la ciudad de Hanoi se ha llevado a cabo la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Protección a los Océanos, las Costas y las Islas. El encuentro tenía como objetivo estudiar y preparar recomendaciones específicas para aprovechar mejor el papel de los océanos como reguladores del clima mundial. Sus conclusiones las tienen todos los científicos del mundo interesados en el clima.
Tras ser discutidas en organismos especializados de las Naciones Unidas, estas medidas fueron presentadas hace tiempo a representantes gubernamentales de alto nivel durante la Conferencia Mundial de los Océanos, que se celebró en Indonesia.
En Hanoi hubo muchas discusiones técnicas, pero también se presentaron escenarios concretos. Si las cosas siguen como van, Europa puede no verse tan maltratada a corto plazo por las consecuencias del cambio climático en los océanos; entre ellas, un incremento en las superficies cultivables y las cosechas.
Pero a largo plazo, el continente se enfrentaría a factores altamente negativos. La parte norte de Europa sufriría inundaciones, mientras que el sur, en cambio, quedaría sometido a incrementos bruscos de temperatura y a ulteriores sequías. La proporción de la población que atravesaría problemas de suministro de agua se vería incrementada de 19% a 35%.
El incremento en el nivel del mar podría ocasionar la pérdida de 20% de superficies formadas por islas o penínsulas situadas alrededor de lagunas costeras. Millón y medio de personas o más, al año se verían afectadas negativamente en Europa a causa de tales factores.
Las temperaturas ascendentes, en combinación con el incremento en los niveles marítimos, traerían consigo riesgos para la salud pública. Las proyecciones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático contemplan un posible aumento de las enfermedades transmitidas por agentes externos o a través de la comida.
Las consecuencias no serían menos devastadoras en América Latina. La población sometida a carestía de agua potable podría incrementarse entre 7 millones y 77 millones de personas para la tercera década del siglo. Se presentarían cambios bruscos en las precipitaciones y habría pérdida acelerada de glaciares. En consecuencia, las zonas costeras sufrirán más riesgo de grandes inundaciones.
El aumento en los niveles del mar tendría repercusiones negativas en los arrecifes coralíferos. Uno de los pulmones del mundo, la jungla de la región amazónica, se vería desplazada en su parte este por vastas extensiones de sabana, para la mitad del siglo.
Toda esta combinación de factores emanados del cambio climático en los océanos vendría acompañada de un escenario particularmente preocupante para los productores agrícolas. Para el año 2050, hasta un 50% de las superficies cultivables podrían quedar sometidas a un proceso de salinización o desertificación. Esto, evidentemente, traería consecuencias importantes para la productividad agrícola en la zona.
Queda claro, pues, que hacen falta medidas urgentes para aprovechar mejor a los océanos como solución clave estabilizadora del clima mundial. Pero detectar los problemas no basta. Uno de los retos principales es la coordinación e implementación de las posibles medidas de contención climática en los océanos: 64% de éstos están formados por aguas internacionales, de modo que la primera tarea será definir de manera precisa la distribución de responsabilidades. El Acuerdo Climático de París, desechado por el analfabeto Trump tendría una aplicación solidaria urgente.
Y aquí las decisiones se antojan tan difíciles como cualquier otro de los grandes consensos entre regiones y países tan distintos. Ni al borde del precipicio algunos estados como Estados Unidos son capaces de abandonar su egoísmo y estupidez que nos empuja a todos los habitantes del planeta tierra -en gran parte- a esta situación.
En la firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático ha tenido que ver de forma determinante Arabia Saudí y Trump no ha hecho sino ponerse bajo el paraguas de los saudíes. El presidente norteamericano sabe de sobra que Arabia Saudí detenta la cuarta parte de las reservas de petróleo lo cual es una garantía para Washigton y firmar o no firmar el acuerdo del clima era cuestión de detalle.
Arabia Saudí fue uno de los 20 únicos estados reconocidos por la ONU que no firmaron el acuerdo del cambio climático que sin embargo firmaron 175 países. Otros dos grandes del petróleo que también faltaron a la cita, Irak y Nigeria, tienen un año de plazo para firmar y -después- ratificar el Acuerdo de París.
Los ausentes además de los dos citados fueron : Arabia Saudí, Armenia, Benin, Birmania, Cabo Verde, Chile, Ecuador, Gambia, Kazakhstan, Corea del Norte, Corea del Sud, Laos, Macedonia, Moldavia, Nicaragua, Siria, Yemen, Zambia.
El caso de Chile no está relacionado con una postura contraria al compromiso como Arabia Saudí, Irak o Nigeria, sino que fue accidental. Tanto la presidenta Michelle Bachelet, como el canciller Heraldo Muñoz, excusaron su presencia en el acto de ratificación de Nueva York el Día de la Madre Tierra (22 de abril) por otros motivos.
El conocido actor Leonardo Di Caprio intervino ante la asamblea de la ONU, con emotivas palabras.
Ecuador y Nicaragua se encuentran en el grupo de países críticos con el texto del Acuerdo de París por considerarlo poco ambicioso o deficiente en aspectos como las ayudas a los países en desarrollo.
El resto de países de esta lista de ausentes en la firma de Nueva York han justificado su decisión por problemas internos y conflictos bélicos.
Frente a los países que todavía no han firmado el Acuerdo de París se encuentra un grupo de 15 delegaciones que además de firmado también han depositado ante la ONU el documento de ratificación de este compromiso de lucha contra el cambio climático.
Países menores-en su mayoría pequeños estados insulares- que ya han completado este procedimiento son Barbados, Belize, Fiji, Grenada, Maldives, Islas Marshall, Islas Mauricio, Nauru, Palau, Palestina, Saint Kitts and Nevis, Saint Lucia, Samoa, Somalia y Tuvalu.
Se debe recordar que el Acuerdo París tendrá vigencia cuando reúna la ratificación (proceso posterior a la firma) de 55 países que sumen un 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, como establece el texto aprobado en la capital francesa en diciembre 2015.
Es decir ya está vigente.