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Lo que hace falta saber es si en el seno de las Fuerzas Armadas hay "tolerancia cero" sobre el acoso sexual como pretende el ministro Morenés, porque el Código Penal Militar no lo contempla todavía
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, lo hizo todo mal en el Congreso de los Diputados durante su intervención sobre el caso de la oficial Zaida Cantera. Se permitió calificar de “bajeza moral” el hecho de que la diputada Irene Lozano, de UPyD, le preguntara por el asunto, acusándola de “montar un circo mediático” y de “manchar el nombre de las Fuerzas Armadas”, en vez de explicar lo que se le preguntaba o pedir una comparecencia específica, si no le daba tiempo a exponer sus razones en el marco de las rígidas normas de la sesión de control al Gobierno. Lo que no debió hacer es desviar la atención sobre el fondo del problema atacando a la parlamentaria.
Morenés es el responsable político de una organización estrictamente jerárquica. Y lo sucedido a la comandante Zaida Cantera (capitán en la época de los hechos) pone en claro que la víctima de un acoso puede pasarlo muy mal si denuncia al acosador, por cierto, el teniente coronel Lezcano (luego ascendido). Este último fue condenado judicialmente, pero la institución no reaccionó contra los mandos que habían mirado para otro lado (mencionados en la sentencia), sino que la oficial fue acusada de alteración de la fecha de una solicitud de permiso y le pidieron nada menos que seis años de cárcel por deslealtad.
Esa acusación, que no prosperó, demuestra que la víctima de un acoso tiene que realizar prolongados esfuerzos para defenderse, en lugar de verse protegida por la institución militar. Y sin llegar al acoso sexual, la relación de algunos militares con sus subordinadas incluye tratos vejatorios. No puede aceptarse que un mando insulte con frecuencia, como hizo un capitán con una sargento a la que dedicó invectivas y zafias broncas. Pero en el caso de la capitán Cantera, el Tribunal Supremo se mostró muy comprensivo con los excesos del oficial y le absolvió de abuso de autoridad.
Hay que tener las ideas más claras. El Ejército no es la única institución en la que se producen situaciones de acoso sexual o laboral, pero su funcionamiento disciplinario dificulta la depuración de posibles abusos de los superiores. Aquí se trata de saber si en el seno de las Fuerzas Armadas hay “tolerancia cero” sobre el acoso, como asegura el ministro, que alega la introducción de un delito específico de acoso y abuso sexual que no se contemplan en el Código Penal Militar o si, más bien, se perpetúan las condiciones favorables para que se repitan casos de abusos.
Si al acoso se une el revanchismo, como ha ocurrido con Zaida Cantera, el ministro de Defensa tiene un problema que no puede solventar negándose a dar explicaciones. De nada sirve reaccionar en tono autoritario en el Congreso, pretendiendo minimizar el debate. El ministro no solo tiene que pedir disculpas por su actitud, sino explicarse sobre el caso.
Mientras las palabras del ministro sonaban autoritarias en el hemiciclo la capitán Zaida Cantera intentaba contener las lágrimas en la tribuna de público del Congreso mientras escuchaba al ministro de Defensa, Pedro Morenés, descalificar en el congreso a quien le preguntaba por su caso. "Le pido que deje de manchar el buen nombre de nuestras Fuerzas Armadas en su búsqueda de autopromoción en la venta de un libro. Su enfermedad es la bajeza moral", le dijo el ministro a la diputada Irene Lozano (UPyD) que le acusaba por el acoso sufrido por la militar. Con razón dijo el marido de Zaida Cantera: “No han entendido nada”.
Y con más razón cuando se supo que la juez archivaba la causa contra la capitán que denunció acoso sexual, Defensa expedientó a Zaida Cantera, por denunciar acoso sexual y por si no bastara fue acusada de deslealtad la capitán víctima del acoso sexual, “Como una secretaria de falda corta”
La capitán que denunció por acoso sexual al coronel quiere dejar el Ejército después de que el acosador entró en la cárcel. Y fue perseguida por coroneles y por generales que hasta intentaron fabricar un caso contra ella para meterla seis años en la cárcel.
Por este motivo ella le pidió ayuda al ministro; le escribió una carta para pedirle personalmente ayuda y este personalmente se la negó. Lo sangrante de este caso es que la capitán podría ser enviada a zona de operaciones a una misión internacional, podría recibir la orden de combatir y podría morir en ese combate defendiendo la libertad y la seguridad de todos nosotros, Irene Lozano dijo que la capitán podría morir por el ministro y él no movió un dedo por ella. Esto se llama parasitar a los ciudadanos", dijo la diputada Irene Lozano y luego pidió la dimisión de Morenés.
Pero el ministro ni miraba hacia arriba y respondía sin dar explicaciones sobre el caso concreto de Zaida Cantera, pero con el compromiso genérico de "tolerancia cero frente a las situaciones de acoso sexual y por razón de sexo". No fue posible encontrar ni un gesto de apoyo o comprensión a la militar en su respuesta burocrática y de trámite.
Morenés acompañó sus palabras con un gesto llevando el dedo índice a su boca que daba idea de exigencia de silencio a la diputada que, indignada, le pedía infructuosamente explicaciones sobre el caso. El gesto de petición de silencio provocó la solidaridad de diputados de todos los grupos políticos con la parlamentaria de UPyD., salvo del PP, Por ejemplo, para Gaspar Llamazares (IU) dijo “es un comportamiento vergonzoso y debería haber sido cesado antes ahora con mucha mayor razón, porque no ha protegido los derechos de las mujeres en el Ejército y porque hoy se ha burlado de los diputados y ha mandado callar a una diputada".
Solo al final del Pleno y en medio de una notable bronca, Morenés pidió disculpas y aseguró que su gesto iba dirigido al ruido del hemiciclo. "Pido mis disculpas por haber hecho un gesto de silencio", contestó Morenés quien, sin embargo, mantuvo la acusación de "bajeza de moral" que había hecho a Lozano, a la que reprochó tener la "piel muy fina".
El ministro se disculpó después de que Irene Lozano pidiera la palabra para mostrar su disconformidad con que “el ministro nos mande callar a las mujeres y con que mande callar a las militares que sufren acoso sexual. No me pida disculpas a mí, pídale disculpas a ella y a todas las militares que sufren acoso sexual por su negligencia. Los militares no merecen tener un ministro como usted. ¡Presente su dimisión de inmediato, señor ministro!”.
Por motivos disciplinarios, la militar no quiso hablar directamente sobre la intervención del ministro. Si lo hiciera podría ser expulsada del ejército porque ya tiene dos faltas disciplinarias, una por publicar un libro contando su caso y otra por intervenir en el programa Salvados de La Sexta, pero su marido, José López, que la acompañaba, resumió su sentimiento: "No han entendido nada".
"No soy la única y por eso hay que mirar más allá de mi caso sin generalizar para ayudar a la institución", se limitó a decir Zaida."Estoy orgullosa de la reacción de los ciudadanos que sí han entendido… acertó a decir Zaida Cantera. Y que sus lágrimas contenidas eran de indignación.
A pesar de que su relato no es sencillo, Zaida Cantera sacó fuerzas y se sinceró ante el periodista Jordi Évole y ante 3.544.000 espectadores en el programa Salvados. Con voz entrecortada, Zaida Cantera detalló en en un Salvados muy esperado, y que según el propio presentador no ha estado exento de presiones, un auténtico calvario, una historia que ha provocado conmoción en las redes. Años después del acoso sexual que sufrió, Zaida Cantera decidió romper de una vez con su silencio y recoger su historia en el libro "No, mi general" -escrito por la propia Zaida con ayuda de la diputada de UPyD Irene Lozano. Junto con el libro, la capitán decidió explicar su historia a Jordi Évole, abiertamente en televisión.
Zaida Cantera era hasta ayer una mujer anónima en la sociedad civil, pero su nombre es más que familiar en el ejército español. La capitán ingresó en las Fuerzas Armadas en el año 1997. Hasta hace tres años contaba con una hoja de servicios impecable con brillantes calificaciones Su vida, tanto personal como profesional, dio un giro de 180 grados cuando en marzo del 2012 decidió tirar de la manta, y denunciar por acoso sexual a su superior, el entonces teniente coronel Isidro José de Lezcano-Mújica. "Llegó a decirme que acabaría conmigo", relata valiente, Zaida. Le hizo la vida imposible. "Se cruzaba conmigo por los pasillos y me hacía el gesto de una pistola con la mano". "En una ocasión, preguntó cuál era mi tienda y le indicaron otra diferente de la mía-cuenta-. La tienda que le habían señalado apareció con pintadas que rezaban "Zaida no vuelvas".
La historia de Zaida Cantera pone los pelos de punta. Sin embargo, la versión de Lezcano fue totalmente distinta, una sarta de embustes. Como si se tratara de una película diferente, el teniente coronel aseguró durante el juicio del que el programa Salvados recoge algunos fragmentos- que Zaida Cantera utilizó "su condición de mujer" para hundirle la vida. "Es una persona narcicista, prepotente, visceral, no admite que le llamen la atención", se reafirma en su relato Lezcano. El de los testigos, altos mandos del Ejército, tampoco es alentador. La mayoría dice no recordar. Una cadena de mandos que, según Zaida, consintieron y giraron la cabeza hacia otro lado. El teniente coronel Lezcano-Mújica fue ascendido a coronel, pese a estar acusado de un delito militar.
Aún así, Zaida consiguió dar la vuelta a una cultura que beneficia a las cúpulas del Ejército y perjudica a los de abajo. “Eso requería un castigo ejemplar“, explica Irene Lozano, diputada de UPyD, quien tras conocer el caso se puso en contacto con el marido de la capitán y decidió llevar su caso al Congreso. “Nunca debes empezar una guerra que no sepas que vas a ganar», le avisó un miembro del Ejército al marido de Zaida Cantera antes de que ambos decidieran enfrentarse a la cúpula militar.
"Si consigo que algo cambie, ya habrá tenido sentido", mantiene sin embargo, la protagonista de la historia, que aunque todavía forma parte del Ejército, inició los trámites para abandonarlo y actualmente se encuentra de baja. "Psicólogos y psiquiatras me recomiendan aceptar que estoy tocada, que no es normal que tiemble cada vez que llega una notificación a mi casa", explica. "Prefiero dejarlo y ponerme a la cola del paro antes que vivir arrodillada, y me encanta el Ejército". Su decisión de irse es irrevocable.
El calvarío de Zaida Cantera ha durado demasado y el usuario lo que desea es que se acabe
La emisión del programa de Jordi Évole consiguió un notable éxito de audiencia. En Salvados visibilizó el calvario de Zaida Cantera; fue el programa más visto en su franja horaria. Lo siguieron más de tres millones y medio de espectadores y logró una cuota de pantalla del 17, 1 %, según Vertele. También provocó un terremoto en las redes, sobre todo en Twitter, donde #SalvadosZaida se convirtió en trending topic mundial. Las cuentas personales de Zaida Cantera y la diputada de UPyD Irene Lozano vieron crecer de forma exponencial su número de seguidores. Y el ministro de Defensa Pedro Morenés, fue el destinatario de muchos mensajes críticos.
Al día siguiente Zaida Cantera tuiteó que cuenta «su historia no porque sea única, si no porque no lo es». «Yo soy oficial, imaginad las suboficiales y soldados». Este es su mensaje en Twitter tras la emisión el programa Salvados.
Tras la emisión del escándalo que ha sacudido los cimientos del Ejército, una de las reacciones más esperadas era la del ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien tenía previsto acudir a unas maniobras militares con fuerzas del acuartelamiento del Mando de Operaciones Especiales (MOE) de Rabasa y según el propio ministerio, el acto previsto ha sido aplazado a causa de problemas de salud del titular de la cartera de defensa. A pesar de las disculpas, la sombra de la sospecha planea sobre el ministro; muchos han visto en su enfermedad una fácil excusa para salir airoso de las incómodas preguntas que tenían previsto hacerle los medios de comunicación con respecto al escándalo de Zaida Cantera.
Así empezó su historia: Todo comenzó en julio del 2008, cuando Zaida recibió la orden de acompañar a Lezcano a Valladolid, donde se celebraban unas conferencias bajo el título Las transmisiones en el siglo XXI. La capitán asegura que su jefe le ordenó, según El País, que se uniese a él como su secretaria. «Ya sabes, como una secretaria de falda corta», fue el principio, según ella, de un concienzudo acecho. Según recoge El Mundo, transcribiendo un fragmento del citado libro, el acoso comenzó en un tren. «Al principio se trataba de miradas lascivas, sonrisas insinuantes, ese tipo de gestos masculinos de acercamiento que cualquier mujer sabe interpretar a la perfección y siguió y hasta aprovechó una reunión con una mesa de trabajo de por medio para «poner una mano en su pierna», «acariciándola y subiendo con ella hacia la entrepierna». El País relata que la reacción airada de la capitán.
Al día siguiente, el teniente coronel Isidro José de Lezcano-Mújica volvió a la carga con Zaida Cantera y llegó a decirle que «mientras vistiera el uniforme, para él, ella era un capitán y no una mujer». Ella le respondió «Téngalo presente, a mí no me toca nadie más que mi marido». El teniente coronel prometió a la capitán que se arrepentiría de eso. Desde entonces, se dedicó a vejarla en público; a hacerle la vida imposible.
El siguiente episodio violento sucedió mientras Zaida Cantera ayudaba a preparar el material que se llevarían sus compañeros a Afganistán. Al girarse se encontró a Lezcano. Fue una escena con abuso de fuerza y Lezcano la amenazó: "Si mi carrera se ve afectada, acabaré contigo".
La sentencia: Con estos hechos, el Tribunal Militar Central dictó el 8 de marzo del 2012 -coincidiendo, casualmente, con la celebración del Día Internacional de la Mujer- una sentencia sin precedentes hasta aquel entonces. Tras ser ratificada a posteriori por el Supremo, se determinó que el coronel había actuado «con grave menosprecio de la condición femenina de la víctima» y que, asimismo, sus actos lascivos eran-"claramente atentatorios de la libertad sexual" de la capitán.
¿El resultado? Isidro José de Lezcano-Mujica fue condenado a dos años y diez meses de prisión por un delito de "abuso de autoridad" y "trato degradante inflingido a una capitán que estaba a sus órdenes, ya que los abusos sexuales como tal no están contemplados en el Código Penal Militar. Aunque todo apuntaba que esta sentencia marcaba el final del vía crucis de Zaida Cantera, nada más lejos de la realidad. El calvario de la militar no había hecho nada más que empezar.
El calvario de Zaida Cantera no acabó aquí y lo que siguió se parece al argumento de una serie de terror pero lo que vivió a partir de entonces Zaida Cantera es fruto de la más pura realidad. Incluso fuentes próximas al Ministerio de Defensa llegaron a confirmar a los medios que la capitán fue objeto de una persecución orquestada e impulsada por los antiguos compañeros de promoción del coronel Isidro José de Lezcano-Mujica.
Para desacreditar a Zaida Cantera, la militar fue sometida a los pocos meses de conocerse la sentencia a un Informe Personal de Calificación (IPEC). ¿En qué consiste esta evaluación? Según estipula el artículo 81 de la ley 39/2007, de 19 de noviembre, que regula la carrera militar, se trata de una «valoración objetiva de unos conceptos predeterminados que permitan apreciar las cualidades, méritos, aptitudes, competencia y forma de actuación profesional del militar» y que es primordial para la promoción profesional de los miembros del Ejército. A pesar de que la capitán contaba hasta aquel momento con unas calificaciones excelentes, el resultado fue muy deficiente.
La cosa no había hecho más que empezar. Sus superiores le denegaron a Zaida Cantera, su solicitud de vacaciones de verano. Y fueron más allá, ya que rechazaron su petición de aplazar un curso de ascenso a comandante y terminaron por suspenderla.
Al mismo tiempo, un juzgado togado militar de Madrid abrió en abril del 2013 diligencias contra Zaida Cantera por un presunto delito de deslealtad por manipular las fechas de solicitud de permiso que presentó cuando estaba en el curso anteriormente citado en la Academia de Zaragoza. Aunque podría sonar a falta leve de corte burocrático, en lenguaje militar se traducía en una pena de seis años de prisión.
Esta presunta falsificación, cuya autoría niega Zaida Cantera, terminó archivada por la juez militar por considerar que el baile de fechas no perjudicó al servicio, pues la capitán estaba de baja psicológica, y tampoco revestía gravedad. A pesar de ello, la magistrada dejó abierta una vía disciplinaria que Defensa aprovechó para abrirle un expediente disciplinario por «hacer reclamaciones, peticiones o manifestaciones basándose en aseveraciones falsas» que le valió una condena de dos meses de arresto.
Ante tal decisión, Zaida Cantera volvió a acudir a la justicia y recurrió el auto para que se eliminara el párrafo que le atribuía ser la autora de la alteración de la fecha. Para ello, tuvo que presentar un estudio de un perito calígrafo que pagó de su bolsillo y que afirmaba que la capitán no era la que había firmado ese documento. Aunque logró reabrir el caso, la juez pidió otro informe al Servicio de Criminalística de la Guardia Civil que concluyó que no hubo alteraciones de la fecha pero que era imposible técnicamente «establecer la participación o no de la citada oficial» y que podría haber sido realizado por otra persona «con parecidas o superiores habilidades escriturales».
Sin embargo, tal y como reveló El País, lo sorprendente de las conclusiones era que se aseguraba que las dos firmas habían sido hechas por la misma mano. Es decir, el escrito en cuestión había sido falsificado, pero no por la fecha, sino por las firmas de los mandos y, como uno de ellos había afirmado que aquella era su firma, se suponía que había realizado ambas.
Otra denuncia por «persecución laboral» o «acoso moral» El final de este proceso, que duró más de un año, terminó con una falta disciplinaria leve para Zaida Cantera y la apertura de un nuevo juicio para desentrañar quién había estado detrás de la manipulación de aquel escrito. La capitán decidió denunciar por «persecución laboral» o «acoso moral» a cuatro mandos militares: al general de brigada Ramón Pardo de Santayana, subdirector de Enseñanza del Ejército; a los coroneles José Luis Sánchez Urbón y Francisco Javier Salas Canalejo y al teniente coronel Fernando Barreras Mejía.
Esta denuncia tuvo un efecto colateral que no gustó a los altos cargos de Defensa al detener el ascenso de Pardo De Santayana y paralizar la promoción a general del Ejército de Tierra. Ante tal coyuntura, el proceso judicial terminó en poco menos de dos meses. Y es que el Juzgado Togado Militar Central número 2 imputó a los cuatro altos oficiales, les tomó declaración en junio del 2014 -sin permitir que se grabasen sus palabras-, y dictó un auto que descalificaba la denuncia y los desimputaba -excepto al teniente coronel Fernando Barreras Mejía hasta comprobar si la firma era o no suya.
Después, tomó el relevó -pero sin perder la rapidez- el Tribunal Militar Central, que exoneró a los tres cargos el día 18 de julio. Solo siete días después, el 25 de julio, el Consejo de Ministros decidía darle continuación a una decisión que había paralizado al dar inicio a este proceso: el ascenso a general de división de Pardo de Santayana.
Coincidiendo con el ascenso de Pardo de Santayana y tras haber recaído de los problemas psicológicos que le causó el proceso por acoso sexual y que le dejó profundas secuelas, Zaida Cantera decidió tirar la toalla. Según aseguró la capitán, su situación en el Ejército se volvió «insostenible», lo que le llevó a iniciar el proceso para dejar las Fuerzas Armadas y solicitar la apertura de un expediente sobre insuficiencia de facultades profesionales. Ahora mismo, aunque todavía está en activo, se encuentra de baja. «Yo soy un problema -reconoce ante Jordi Évole-. Desde el primer momento en el que denuncié soy un problema».No me voy, me han echado. No creo que sea imposible luchar desde dentro contra un sistema anquilosado en el pasado.