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Motivación, conocimiento y puesta en práctica, sin olvidar la toma de consciencia. Los hábitos como herramienta de transformación personal. ¿Cuándo comenzar? Ahora mismo, leyendo este artículo
Antes de nada, quiero aclarar que mi esencia es el cambio, la transformación, el movimiento. Y, de hecho, lo que impulso a partir de mi blog (Plan C) es el mismísimo cambio o, por lo menos, la consideración de los cambios como una alternativa ante determinadas situaciones.
No obstante, dentro de ese caos que es mi mundo (no lo digo en un sentido negativo), hay algunas cosas que se construyen de otra manera, y ojo que no dejo de hablar de cambios, sólo que me voy a referir un poquito a la permanencia.
¿De qué estoy hablando? De los HÁBITOS. Me cuesta llamarlos rutinas, porque me da a aburrido.
Hace unos años conocí una pareja, en la que ella a veces no entendía la insistencia de él por mantener una estricta rutina de gimnasio, tres veces por semana. Resulta que él, desde sus 15 años, iba al gimnasio y lo conocí cerca de sus 30. Piensen en dos cosas: por un lado, en los resultados a nivel físico que había conseguido, el bajo índice de grasa corporal y el buen tono muscular; y por otro, en lo arraigado que estaba el hábito de hacer actividad física luego de casi 15 años ininterrumpidos de hacerlo.
Más allá de que no supe los motivos, o sea la motivación detrás de tanta constancia, yo no dejaba de admirar aquello.
Y es que, las personas ansiosas como yo, impacientes, a veces no solemos darnos cuenta del poder y del potencial que hay en algo que a nuestros ojos es la máxima expresión del aburrimiento y el estancamiento: el hábito.
Más allá del párrafo anterior, que es verdad, me representa en otro momento de mi vida, vayamos a lo concreto. Un hábito es un comportamiento aprendido mediante la repetición, que se realiza de manera habitual y automática sin apenas pensar en ello. Los hábitos pueden ser positivos o no tanto.
Para quienes vienen siguiéndome en las redes (Facebook e Instagram) y en el blog en general, verán que el primer tiempo me referí a los paradigmas y las creencias, como base para entender desde dónde estamos mirando el mundo, pero a la vez, cómo podemos modificar esa mirada para abrirnos a aquel cambio que queramos en nuestra vida. Y ya hablando de cambio, nos adentramos en el primer componente o el primer paso en un cambio de hábitos: la MOTIVACIÓN.
Creo que la motivación no sólo es el primer componente sino el fundamental, porque es el que permite hacer nuestra apertura mental a la posibilidad de incorporar el hábito, y es el que nos mantiene en la conducta una vez que iniciamos, e incluso nos anima cuando nos tropezamos.
Los otros dos componentes del cambio de hábitos son el saber o CONOCIMIENTO y el hacer o la PRÁCTICA. Para hablar de ellos, voy a remitirme a mi propia experiencia en un aspecto en particular en el que estoy trabajando hace un tiempo.
"Bendice aquello que quieras". Filosofía Huna
Hace ya unos meses, asumí un compromiso mayor con mi salud física y, de esa manera decidí reorganizar mi alimentación y también mi actividad física. Mi principal motivación tenía que ver por un lado con alguna cuestión de mi propia autoestima y, por otro, con la toma de consciencia respecto a cómo en realidad quería sentirme. Debo decir que antes también estuve meses programándome para elaborar claramente qué quería y de alguna manera asimilar primero en mi mente lo que sería este cambio de hábitos. Por eso insisto, la motivación es el factor clave.
El siguiente paso fue instruirme al respecto. ¿Sobre qué estudié? Repasé todas las guías que mi nutricionista me había dado en otro momento, tomé cursos de alimentación saludable, vi videos, descargué guías. ¿Por qué sirve el conocimiento? En cualquier proceso de cambio, es normal que sintamos miedo, por el solo hecho de que lo que se avecina es nuevo. ¿Y qué representa el miedo? Ni más ni menos que la falta de herramientas con las que asumir eso que no conocemos. Entonces, saber, aprender, reduce esa ansiedad por falta de herramientas y nos otorga un poco más de coraje para iniciar nuestro proceso.
De la misma manera, aprendí sobre actividad física y busqué hasta que di con aquella que tuviera que ver con mis objetivos.
Y llegó la hora de poner manos a la obra. Aquí la primera aclaración que quiero hacer es que no es necesario saber absolutamente todo para empezar (esto es muy sacado de las teorías sobre los emprendimientos, pero absolutamente válida en este caso también). Iremos aprendiendo con el tiempo, iremos generando ajustes, iremos corrigiendo e incluso dejando algunas cosas atrás. Si se quiere, la contracara de la motivación es la puesta en marcha, una sin la otra no funcionan, no se adquiere un hábito sin HACER.
Pero, además, no hay forma de obtener retroalimentación o feedback sin la puesta en práctica. Eso sí, debemos saber que en cualquier cambio en general y de hábitos en particular, la evolución no es en progresión lineal. Hay caídas, recaídas, desmotivaciones, obstáculos y, lo más importante, volver a nuestra motivación y reconectar para seguir en camino.
Es verdad, puede suceder que no notemos resultados, a veces por no haber dedicado suficiente tiempo o no ser persistentes, a veces por cuestiones que no estamos considerando, a veces simplemente por no tomar consciencia del cambio. Pero en cuanto notemos ese primer resultado, aunque pequeño, entonces sabremos que vamos por buen camino y eso mismo se traducirá en nueva motivación.
¿Cuándo es el mejor momento para iniciar un cambio de hábitos? ¿O al menos para empezar a trabajar en nuestra motivación? AHORA. De nada vale pensar cómo sería hoy si hubiésemos comenzado hace cinco meses, ni tampoco tiene sentido seguir buscando excusas y procrastinar in aeternum.
Por último, creo como punto más importante la toma de consciencia, pero la verdadera toma de consciencia, de toda nuestra situación, de nuestro punto de partida y de entender que cualquier cambio es un proceso. Dicho de otra manera, si llevo 38 años (mi edad) sin dedicarme ni a comer saludable ni a hacer actividad física, no puedo pretender que en una semana ya haya modificado, corregido y asentado todos mis nuevos hábitos. Ponerse tan exigentes sólo hará que nos frustremos más rápidamente y que incluso abandonemos nuestro proyecto. En particular, yo no creo que los hábitos se arraiguen en 21 días o 6 meses, o el tiempo que muchas personas dicen, porque depende muchísimo de la motivación, la dedicación, el empeño y el esfuerzo, todas cosas que son absolutamente personales.
Pero sí creo que los hábitos son una poderosísima herramienta de transformación personal.
Te espero en mi blog: Plan C, by Clau
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