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El consumo de alcohol por parte de los menores cada vez más niños se ha convertido en un problema de salud pública de tal envergadura que la sociedad está preocupada. El remedio no es el castigo, sino la prevención y educación, empezando desde casa
Los menores vascos buscan 'borracheras exprés' con alcohol de alta graduación. Los expertos alertan de que la «falta de percepción del peligro» de los jóvenes sigue su curso. La falta de percepción o perspicacia de una mayoría de mayores respecto a los hábitos de bebida de sus hijos, mayores o menores-con excepciones-se está haciendo un fenómenos normal, lamentablemente se mantiene a alto nivel.
El primer contacto con bebidas alcohólicas se produce, según los medios, a los catorce años y para los quince la mitad ya ha consumido algún tipo de licor.
El otoño ya está entre nosotros. Se trata de un momento de alto riesgo en cuanto a la toma de alcohol entre menores de edad. Año tras año se han convertido en cada vez más habituales las imágenes de jóvenes de entre 14 y 16 años que cargan con bolsas llenas de botellas de alcohol de alta graduación camino de las fiestas de amigos o las fiestas más o menos privadas que organizan cuadrillas de jóvenes de ambos sexos en muchos puntos del territorio. Los expertos advierten de que los hábitos de consumo de licores comienzan a cambiar y que aunque cada vez se bebe menos estadísticamente, la moda de conseguir una 'borrachera exprés' conlleva el que la ingestión de alcoholes de alta graduación o mezclas realmente explosivas es cada vez mayor.
Ahora nueve de cada diez menores prefieren los combinados al vino o la cerveza de ayer.
Buena prueba de ello son las situaciones que se pudieron vivir hace un tiempo en el Ibilaldia que se celebró en Durango, donde la fiesta de las ikastolas de Bizkaia se saldó con 72 intervenciones de sanitarios, de las cuales 42 fueron por intoxicaciones etílicas, la gran mayoría en menores de edad, según los datos que facilitó la Cruz Roja y el Servicio de Emergencias del Gobierno Vasco. Fiesta y alcohol sigue siendo un matrimonio difícil de separar en nuestra cultura. «Hoy día los jóvenes para pasarlo bien primero beben, es decir, hacen botellón y luego se van de marcha. El concepto que tienen de salir por la noche ha cambiado», explica Alberto Ruiz de Alegría, director y psicólogo de Norbera, centro de Atención a Adolescentes y sus Familiares de Gipuzkoa.
Este último año el 50% de los adolescentes de 15 a 18 años ha hecho el botellón y esta proporción no cambia si ampliamos la edad y la situamos entre los 15 y los 24. Según una estadística fiable el 56, 2% de los varones consultados reconoce haber hecho botellón el último año, 8, 3 puntos por encima del porcentaje femenino.
El 80% de los jóvenes entre 16 y 18 años confirma que bebe alcohol de manera periódica en el conjunto del País Vasco.
La conclusión del perfil que realizan los expertos sobre el binomio menores-alcohol es clara: cada vez se bebe menos alcohol, pero de mayor graduación en busca de una “borrachera express“, la más rápida, aunque la edad de iniciación al consumo continúe sin cambios en torno a los catorce años. "Estamos notando un cambio, una deriva preocupante. Mientras que antes el primer objetivo era salir de marcha, ahora lo primero es la borrachera la buscada cuanto más rápido, mejor y luego salir de marcha", explica Ruiz de Alegría. "El riesgo de esta práctica o moda, que normalmente es a través del botellón, consiste en que si la ingestión es muy rápida, no da casi tiempo que se noten los efectos ni en el interesado ni entre sus amigotes, y el nivel de alcohol que pasa directamente a sangre es muy alto, sin que nadie se aperciba", reconoce el director de Norbera.
Entre los 16 y 18 años, ya prácticamente el 80% bebe alcohol de manera normal y periódica, según los datos de la Encuesta 'Drogas y Escuela 2012' del Departamento de Salud del Gobierno Vasco. Esta misma encuesta advierte de que estos datos son posibles debido a "la baja percepción del riesgo que le atribuyen al alcohol y la facilidad con la que acceden a esta sustancia, sin secreto de ningún tipo".
Múltiples son las campañas que ha puesto en marcha el Gobierno Vasco o los ayuntamientos de nuestro territorio con el objetivo de concienciar a los menores de una ingesta moderada de alcohol. La Ley de Adicciones, hace no mucho aprobada por el Parlamento Vasco, ha endurecido los requisitos de venta y publicidad de alcohol para intentar combatir la ingestión entre los menores, un problema preocupante. Las instituciones ya han admitido que la erradicación completa es misión imposible por lo que consistorios vascos, como el de Eibar en los pasados sanjuanes, promovieron iniciativas para que los menores tomaran conciencia de los riesgos asociados al consumo de estas sustancias.
Pakita Mateos, psicóloga de la Asociación Guipuzcoana de Investigación y Prevención de Abuso de Droga (Agipad), también se muestra preocupada por la «falta de percepción del riesgo que muestran los menores en torno al alcohol". En este sentido, Mateos reconoce que "aunque a lo mejor" los atracones de alcohol no son tan frecuentes, el hábito del consumo sigue siendo elevado porque aún tres de cada cuatro menores de entre 14 y 18 años toma alcohol de manera habitual».
Según Pakita Mateos, Psicóloga de Agipad, "para ellos el botellón es un rito de iniciación. Es pasar del mundo infantil al adulto".
Imanol Ruiz de la DYA (Gipuzkoa), hace notar que "a las fiestas vamos más equipados para intoxicaciones que para otras actuaciones médica preventivas".
Carlos Benito, de la Casa de Socorro de Donostia observa, "las mujeres copian lo peor de los hombres, cada vez atendemos más casos de "ellas" borrachas".
La ingestión de alcohol entre la población menor de edad sigue estando muy ligada a las fiestas en verano, pero el otoño no hace una diferencia substancial. Se busca fácilmente la excusa y ésta aparece. Así, dar rienda suelta al desfase suele ser igual de habitual aunque en verano se hacen más evidentes comportamientos que el resto del año pasan desapercibidos. Y las personas que están en ello tiene que estar preparadas siempre. «Los adolescentes suelen tener presente el calendario a la hora de salir pero salen en cualquier época aunque los festones son sobre todo estivales", reconoce Mateos quien asegura que en la temporada estival también hay que llamar la atención sobre "los patrones de conducta de población adulta".
El hábito de beber alcohol en determinados momentos de celebración también acarrea consecuencias negativas. "Antes teníamos el concepto del borracho que bebía todos los días, mientras que ahora solo se hace los fines de semana o en fiestas. Muchos pueden pensar que por beber solo en días determinados no conlleva ningún problema, pero no es así».
¿Por qué se decantan ahora los menores de edad por bebidas de alta graduación? Pakita Mateos relaciona este fenómeno con diversos indicadores. El primero de ellos es sencillo. "Los proveedores mezclan los alcoholes más fuertes con jarabes de sabores que les recuerdan, quizás en el inconsciente, a las chucherías que en algunos casos aún no han dejado de comer. Y es curioso que hasta los dieciocho o veinte años no comienzan a beber cerveza o vino". Mientras que tampoco resta importancia a la facilidad que encuentran para adquirir estas sustancias: "La accesibilidad que tienen es muy sencilla. Por lo general, en los establecimientos de nuestro territorio no es difícil comprarlos o se lo piden a alguien que sea mayor de edad".
Las últimas encuestas e investigaciones también reflejan la cada vez mayor incorporación de las chicas a estos hábitos de consumo. "Si antes eran más los chicos, ahora los números casi son similares", señala Ruiz de Alegría. «Les están copiando las peores conductas que tenemos los hombres, desde hace dos años atendemos a cada vez más chicas", corrobora Carlos Benito, responsable de la Casa de Socorro de San Sebastián que interviene en casos de intoxicaciones etílicas leves.
Benito reconoce que los fines de semana atienden a personas de "unos 14-15 años, no con grandes síntomas, que normalmente suelen venir acompañados y con que les dé el aire fresco y respiren, junto a sus amigos suele ser suficiente". El responsable de la Casa de Socorro de la capital guipuzcoana observa que suelen verse más casos al acabar exámenes y salir a celebrarlo y en fiestas señaladas. El calendario no se les pasa".
Para Imanol Ruiz, responsable del servicio de DYA de Gipuzkoa, las jornadas más complicadas suelen coincidir con las fiestas de los pueblos a las que acudimos ya con más material para intervenir en intoxicaciones etílicas que en otros tipos de salidas". Ruiz también reconoce que el mayor problema está en las mezclas que hacen hoy los jóvenes. "Combinan bebidas de alta graduación como vodka, tequila o ron y preparan cócteles explosivos", lamenta. "La gran mayoría de las actuaciones que realizamos son por este tipo". No hay que olvidar la presión social, sobre todo en grupos de adolescentes, en que además se juega un presunto liderazgo de la presión social para beber, el que no bebe corre el riesgo de quedar fuera del grupo. Hay que beber. Existen otros complejos factores, otros mitos de generaciones idas que quedan arrastrándose. En Euskadi la bebida fue y es un problema todavía sin solucionar, aunque en algunos aspectos ha mejorado la bebida misma y la presión han empeorado.
Los Servicios de Urgencia de Osakidetza, la DYA, la Cruz Roja y los expertos en drogodependencias han dado la voz de alarma. El alcoholismo de los adolescentes se ha convertido en un tema pediátrico; la edad de inicio mediático en el consumo se halla en los 12 años. La verdad es que empieza a los 12 más o menos.
El fenómeno o moda del botellón no es algo nuevo entre los jóvenes. Empezó en 2009 o 2010. Lo que sí es novedoso, y causa alarma entre los profesionales de la medicina, es que el alcoholismo de adolescentes esté pasando a ser casi un tema pediátrico. Los jóvenes vascos empiezan a beber, de media oficial, a los 13, 7 años, y un 50% confiesa haberse emborrachado en alguna ocasión. De hecho, el número medio de borracheras es de una cada 10 días. "Un panorama desolador", avisa Javier Aizpiri, neuropsiquiatra, con una dilatada experiencia profesional en el tratamiento de las drogodependencias, y cuyas últimas publicaciones versan sobre adolescentes, alcoholismo y drogas.
“La mayor permisividad para consumir alcohol los fines de semana en este tipo de concentraciones masivas -como las que proliferan durante las fiestas en las playas vascas, como en Arrigunaga- está favoreciendo que aumenten de forma preocupante los casos de adicción en adolescentes con apenas entre los 12 y los 15 años. "Son adolescentes sin rumbo, además, financiados por sus padres", reconoce Aizpiri.
El Servicios de Urgencias hospitalarios de Osakidetza, La Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) y Cruz Roja llevan tiempo vigilando esta tendencia entre los adolescentes y cada noche de fin de semana los voluntarios atienden, cada vez a un mayor número de chicos y chicas por intoxicación etílica; "casi siempre menores de edad", reconocen.
A los datos mencionados cabe añadir que el 65% de los escolares reconoce haber bebido alcohol en el último mes y casi el 28% se ha emborrachado en los últimos 30 días. "El consumo de alcohol por parte de los menores se ha convertido en un problema de salud pública de tal envergadura que o se ataja de raíz o se corre el riesgo de contar con unas generaciones futuras enfermas", sentencia Aizpiri, mientras insisten en señalar que "no podemos asistir con impotencia y extrañeza al espectáculo de ver cómo la sociedad asume las consecuencias de todo tipo que la mezcla explosiva de alcohol y adolescencia representa. Pero tampoco somos policías. Una intromisión a no ser que sea in extremis, como una urgencia, sería peor”.
Fase de castástrofe
No cree que el botellón sea el único culpable de esta situación. "Las tiendas, no sólo de vinos y licores, siguen vendiendo alcohol a los menores sin ningún tipo de problema y muchos padres-madres permiten a sus hijos que salgan los sábados a pesar de su corta edad".
Las consecuencias ya se están empezando a ver en las asociaciones de atención a alcohólicos. Si hasta no hace mucho tiempo el perfil más habitual era el de un hombre de mediana edad, actualmente casi la mitad tienen menos de 22 años y la mayoría aseguran haber empezado a beber durante la adolescencia. "Incluso hay algunos que aún no han cumplido los 18 años y ya dicen llevar al menos seis bebiendo de forma adictiva", apuntan.
Los que venden alcohol a menores por negocio están colaborando a agravar un problema social
Javier Aizpiri pone el dedo en la herida al subrayar que "si los adultos no perciben el riesgo, ¿entonces cómo van a asumirlo los menores?", se pregunta el neurosiquiatra, al tiempo que califica la situación actual del consumo de alcohol en menores en "fase de catástrofe".
Aunque los padres suelen justificar las borracheras de sus hijos argumentando que ellos también lo hicieron a su edad, el experto desmonta esta premisa al señalar que la actual forma de beber de los adolescentes es peligrosa y, además, están financiados por sus padres. "No se parece en nada a la forma de beber que ellos tenían, en general en cuadrilla, el chiquiteo".
El adolescente ha pasado a ser un objeto de la sociedad consumista en la que se desarrolla. Este aspecto, junto al hecho de que los padres y las madres son cada vez más permisivos y les dan dinero, sin pedirles casi explicaciones y a sabiendas que en muchos casos van a consumir alcohol, es una auténtica "bomba de relojería", asegura con vehemencia Aizpiri.
Estableciendo límites
El neurosiquiatra considera que parte de la solución podría venir de una total implicación de la familia en su educación. De no ser así, avisa Aizpiri, tienen que ser conscientes de que sus hijos e hijas se están destruyendo con la bebida y lo harán con su total consentimiento. "Hay que establecer límites".
Porque las borracheras de fin de semana pueden salir caras. "Puede provocar en el cerebro daños similares a los sufridos por los bebedores crónicos en periodos más prolongados. Los efectos del alcoholismo de fin de semana en la corteza prefrontal pueden ser devastadores", explica Carmen Bilbao, sicóloga clínica. Esta parte del cerebro es la encargada, entre otras cosas, de la toma de decisiones, la planificación de actos futuros o la solución de los problemas que surgen.
Y es que según las últimas investigaciones, el patrón de consumo de alcohol que se está imponiendo entre los jóvenes provoca un deterioro neurocognitivo y neuroconductual similar, en muchos aspectos, al observado en bebedores crónicos", señalan.
"La corteza prefrontal es, además, la parte del cerebro que más tarda en madurar, de forma que en la adolescencia y en la juventud temprana todavía se está desarrollando", añade la neurosicóloga clínica.
Tampoco se puede olvidar que este tipo de consumo abusivo, que incluye el fenómeno del botellón, aumenta de forma considerable el riesgo de desarrollar alcoholismo durante la edad adulta. De hecho, "uno de los efectos menos conocidos y más peligrosos del consumo abusivo de alcohol en la adolescencia es que modifica el nivel de tolerancia, de forma que los jóvenes van a ser más resistentes al alcohol, pese al daño en el hígado, el sistema digestivo y el nervioso. Por el contrario, quien se siente mal a la segunda copa deja de beber".
El País Vasco va a prohibir por ley el consumo de alcohol a menores de edad, lo dijo en 2014, lo que sitúa a esta comunidad en la vanguardia de la legislación anti alcohol, a la espera de que el Gobierno del PP tramite su esperada ley a nivel nacional. El consejero de Salud de entonces, Jon Darpon, ha presentado el anteproyecto de Ley de Adicciones del Gobierno Vasco que prohibirá además la entrada a los bares a menores de 16 años que no vayan acompañados. Además, prohibirá el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, costumbre muy arraigada en pueblos y ciudades del País Vasco, y que había sido prohibida en otras comunidades. Solo las terrazas y establecimientos abiertos al público, con autorización, podrán seguir acogiendo a los bebedores.
Serán los ayuntamientos los que regulen estas situaciones aunque el consejero ha dejado claro que habrá “tolerancia cero” con el “botellón”. Las multas ascenderán hasta 600 euros por beber en la vía pública, aunque serán mucho mayores, hasta los 600.000 euros, para los casos muy graves, como se considera la venta de alcohol a menores en establecimientos cercanos a centros educativos.
Se pondrá así fin a las tradicionales marchas de “txikiteros” peregrinando con alcohol por las calles de Bilbao. También se dirá adiós al puro en las gradas de San Mamés, en la plaza de toros y en las sociedades gastronómicas donde los socios se reúnen y cocinan mientras ven la televisión, charlan y juegan a cartas en un ambiente privado. Además de restringir al máximo el consumo de sustancias como tabaco o alcohol, el anteproyecto incorpora recomendaciones sobre otros productos adictivos aunque sin sustancias, como el juego, el teléfono móvil o los videojuegos.
Se prohíbe la venta de alcohol en establecimientos comerciales pasadas las 22 horas, una normativa que ya incorporaron otras comunidades autónomas hace años. A partir de ahora, las máquinas expendedoras no podrán surtir bebidas alcohólicas como cerveza. La publicidad de alcohol y tabaco está restringida igualmente en la nueva ley, que aún debe pasar el trámite parlamentario.
“Hay un consumo excesivo de alcohol”, ha afirmado el consejero vasco, Jon Darpon, alertado del alto nivel de tolerancia social que reina en nuestro entorno. “Se pone el enfoque en los menores porque son el futuro y están más desprotegidos”, aseguran desde el Departamento vasco de Salud. Estudios recientes sobre la ingesta de alcohol en menores indican que han aumentado en los últimos años los comas etílicos patológicamente preocupantes, e incluso, en chicas.
Lo que hemos era hasta “antes”, ahora las cosas han ido a peor. El 30% de los escolares se da atracones de alcohol los fines de semana. Si todo el mundo entiende que el tabaco es malo, ¿por qué no conseguimos lo mismo con el alcohol?
El suceso ocurrido la pasada semana en el que una niña de 12 años murió de a un coma etílico cuando participaba en una fiesta de Halloween en un barrio de Madrid ha conmocionado a la sociedad civil y deja en el aire diversas preguntas: ¿A qué edad comienzan los jóvenes a beber? Y ¿cómo podemos prevenir estos comportamientos para que no vuelva a ocurrir otra fatalidad de estas características? El consumo de alcohol entre los jóvenes es un tema preocupante ya que los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad alertan que "tres de cada 10 adolescentes consumen alcohol en atracón (cinco o más copas o media botella de ron o de licor de una sentada, en un corto espacio de tiempo)".
La última Encuesta sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias publicada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad el pasado febrero concluyó que “aunque la prevalencia del consumo de alcohol sigue siendo muy elevada entre los jóvenes de 14 a 18 años, los datos revelan un considerable descenso de su consumo”. Aunque en Euskadi las costumbres son diferentes. Esta reducción es más acusada en el caso de los consumos intensivos (frecuencia de borracheras en los últimos 30 días y consumo en forma de atracón, “lo que demuestra que el trabajo realizado en materia de prevención ha empezado a ofrecer resultados” . La encuesta incluye una muestra de 37.486 estudiantes de entre 14 a 18 años, de 941 centros educativos públicos y privados y 1.858 aulas. El estudio abarca desde 1994.
El 78, 9% de los jóvenes preguntados había probado el alcohol alguna vez y un 76, 8%, lo había consumido por lo menos una vez en el último año. “La media de inicio está en 13, 9 años, y es una media, lo que cabe considerar que hay menores que lo prueban con 11 años y otros con 16”. “Los jóvenes de 16 beben sobre todo cerveza y lo consiguen a través de ellos mismos o con la colaboración de alguien mayor de 18 años”. La encuesta también concluyó que “el 1, 7% de los jóvenes había consumido alcohol diariamente en los últimos 30 días y que uno de cada tres escolares había consumido alcohol en forma de atracón (binge drinking) en este mismo periodo. Este patrón de consumo aumenta con la edad: a los 18 años este porcentaje se eleva al 50%” pero difiere en los últimos tiempos en que predomina el atracón.
"Aunque las cifras han disminuido con respecto al año anterior, los datos de consumo siguen siendo altísimos". "Lo mejor para prevenir es concienciar", dicen los expertos, "concienciar que el alcohol es tan peligroso como el tabaco". "Uno de los mayores problemas del alcohol es su aceptación en la sociedad. En la tolerancia que existe hacia su consumo. Muchos chicos nos comentan que la primera copa que se tomaron fue en su casa. Está normalizado", agrega Martin.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al alcohol como una de las drogas potencialmente más peligrosas para la salud física, psíquica y social de las personas. "Y en especial cuando se trata de personas menores y jóvenes que están adoptando sus hábitos de salud, más aún, como ocurre en nuestro entorno, cuando existe un nivel alto de tolerancia social", añaden.
La menor que ha fallecido estos días consumió alcohol en un parque con unos amigos. El botellón sigue siendo una práctica común aunque menor que antaño, a pesar de las restricciones legales que existen sobre el consumo de alcohol en la calle. Los últimos resultados determinaron que seis de cada 10 jóvenes habían participado en un evento similar en los últimos 12 meses. La joven de San Martin de la Vega falleció por un coma etílico, aunque llegó a ser reanimada en el centro sanitario y estuvo en coma hasta el momento de su fallecimiento. El coma etílico, llamado también intoxicación alcohólica aguda, se produce por un consumo importante de alcohol, generalmente durante un período corto. Cuanto más el alcohol es absorbido rápidamente, mayor es el riesgo de coma etílico. La tasa de alcoholemia que indica un coma etílico varía en función de varios parámetros, tales como el peso, la cantidad de masa grasa, la alimentación y la costumbre de tomar alcohol. El coma etílico generalmente aparece cuando existe entre dos a cuatros gramos de alcohol por litro de sangre.
Según los últimos datos, las borracheras descendieron. “Dos de cada 10 jóvenes lo hicieron en los últimos 30 días y tres de cada 10 escolares tiene un consumo de riesgo los fines de semana. El patrón del consumo de bebidas alcohólicas en forma de atracón es similar al de las borracheras. El 43% de los estudiantes de 16 años y la mitad de los de 17 se pusieron hasta arriba de alcohol alguna vez en el último mes”, indican en la encuesta.
España cuenta desde 2012 con un Sistema de detección temprana. Tras un consenso de muchos años de trabajo, entre las medidas planteadas "con base científica están las medidas ambientales, aquellas que prohíben la venta a menores o no beber en el exterior, por ejemplo. Pero es fundamental la educación, la sensibilización, y la concienciación de todos los miembros de la sociedad: padres, profesores, todos", agrega un profesor. "Si todo el mundo entiende que el tabaco es malo, gracias a que el mensaje se ha transmitido de boca en boca. ¿Por qué no conseguimos lo mismo con el alcohol?", finaliza el experto.