¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Redacción Sociedad escriba una noticia?
"¿Qué pasará cuando no haya nada más para comer? Moriremos de hambre": como numerosos habitantes de Alepo, Abu Mohamad prevé lo peor para su ciudad, casi totalmente cercada por las fuerzas del régimen sirio.
"Aquí, todo el mundo tiene miedo del asedio. Sentimos que se acerca, inevitablemente", lamenta este vendedor ambulante, de 42 años, del barrio de Ferdus, en el sureste de la capital de la provincia homónima.
Se trata de un sentimiento compartido en toda la zona de Alepo controlada por los rebeldes desde que el ejército, con el apoyo de los bombardeos aéreos rusos, consiguió a principios de mes cortar la principal vía de aprovisonamiento que une a esta ciudad con Turquía.
El impacto se ha hecho notar rápidamente: las tiendas se han quedado sin mercancías, los precios han subido y el miedo a la penuria se ha propagado entre los 300.000 habitantes casi confinados en la ciudad.
"Tengo reservas de harina, arroz, azúcar y aceite para mi familia para tres meses, no más", se preocupa Abu Omar, padre de tres niños, en el barrio de Kallasé.
"Las materias primas empiezan a disminuir, muchas tiendas ya cerraron y los precios se han duplicado", dice. Así, "el precio del litro de fueloil pasó de 180 libras sirias (45 céntimos de euro) a 300 libras (75 céntimos). Ya no lo utilizamos para calentarnos y eso que en estos días tiritamos", explica.
- Huida imposible -
Sin trabajo desde hace más de un año, Abu Omar no puede soñar con refugiarse en Turquía como miles de otros sirios, puesto que el pasaje con los traficantes cuesta "200 dólares por persona".
Para salir de los barrios rebeldes, sólo queda una carretera, llamada del Castello, que une el norte de la segunda ciudad más importante de Siria a la provincia vecina de Idleb, uno de los últimos feudos de los rebeldes en Siria y zona fronteriza con Turquía.
Pero este camino es mucho más largo y peligroso que la principal carretera de avituallamiento, cortada el 3 de febrero.
Cerca de cinco años después del comienzo de la guerra civil, Alepo no se parece en nada a la ciudad que era, conocida por su dinamismo económico y su gastronomía. Sus famosos zocos fueron destruidos por los combates y la ciudad se encuentra dividida en dos desde 2012.
Los habitantes pueden pasar de un sector a otro en casos excepcionales, cruzando los retenes del ejército.
En el barrio de Shaar, desfigurado por los barriles de explosivos lanzados diariamente por el régimen, el vendedor Abu Ali, de 50 años, asegura "no tener más mercancías".
- Alarma de la ONU -
"Todo nos llegaba de Turquía, ahora se acabó. Y la gente dejó de comprar", dice afligido. "Todo lo que he ganado desde hace dos semanas me sirve hoy apenas para pagar el generador (eléctrico) de mi tienda", afirma.
Pero Abu Mohamad, que tiene que dar de comer a sus siete hijos, critica a los comerciantes que "aprovechan este golpe de suerte para ganar dinero". "Algunos de ellos esconden sus mercancías para revenderlas días después al doble del precio", asegura. Se queja de que el precio del kilo de plátanos pasó "de 150 a 300 libras" y "el paquete de pan, de 100 a 250", señala.
Según Mohamad Jojadar, un militante de 27 años de Zabadiya, "ya no recibimos el fueloil que hace funcionar generadores, hornos y coches". La corriente eléctrica ha pasado de "14 a sólo 6 horas" diarias.
Interrogado sobre una posible rendición de la parte este de Alepo, Abu Qorniya, un rebelde que participó en los combates al norte de la ciudad, dice: "sería una catástrofe".
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Husein, se declaró el jueves "extremamente alarmado" por el rápido deterioro de la situación de Alepo.
Antes de la ofensiva del 1 de febrero, la ONU evaluaba en medio millón de personas las que se encontraban en localidades asediadas en toda Siria. Pero sería superior a un millón, según la ONG holandesa PAX y la estadounidense The Syria Institute.
Naciones Unidas indicó que más de 51.000 civiles se habían desplazado en la provincia de Alepo desde el 1 de febrero.