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Es una verguenza para occidente el consentir que su basura electrónica incluidos televisores, neveras, etc... se abandone en las zonas más pobres del mundo. Así se ahorra el reciclaje local camuflado a veces de donación o de material de segunda mano
La violación del Convenio de Basilea por parte de las potencias occidentales hace que anualmente se exporten 50 millones de toneladas de residuos tóxicos de acuerdo con cifras de las Naciones Unidas, que tienen como destino países subdesarrollados de Asia y África.
El costo del reciclaje es superior al del embarque de desechos electrónicos, que son manipulados por miles de niños en basureros destinados a separar los metales, con las consecuencias nocivas que esta actividad causa en la salud y en el medioambiente. Las imágenes de niños indigentes revolviendo montañas de basura impresionan a los televidentes occidentales y les indigna. Sin embargo, los consumidores de televisores u ordenadores personales constituyen una parte responsable de que esos menores de edad se contaminen, al separar componentes altamente nocivos para su salud.
La falta de políticas gubernamentales de los países europeos que regulen y controlen el desecho de millones de artefactos electrónicos es el otro factor fundamental del problema. El costo del reciclaje en Europa, de manera responsable de un ordenador, es de unos 3, 50 euros. En cambio, enviar ese mismo aparato a Ghana en un contenedor para su reciclaje cuesta 1 euro.
Un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente indica que la UE desecha 7, 4 millones de toneladas anuales de basura electrónica y se prevé para 2020 una cifra de 14, 8 millones de toneladas.
El barrio tóxico de Ghana, Agbogbloshie, y el de Guiyu, récords mundiales de chatarra electrónica
El Convenio de Basilea de 1989 prohíbe la exportación de chatarra electrónica a terceros países sin su permiso. Pero usualmente esos desechos se disfrazan como "Artículos de Segunda Mano" o de donaciones de ordenadores y televisores a escuelas de países subdesarrollados, aunque sólo una cuarta parte de la basura electrónica se pueda reutilizar. El barrio de Agbogbloshie situado en Accra, la capital de Ghana, se ha convertido en uno de los mayores cementerios clandestinos de basura electrónica del mundo. Este distrito marginal está constituido por numerosas callejuelas en donde se apilan desechos de televisores, teléfonos móviles, heladeras y computadoras, principalmente provenientes de Europa y Estados Unidos.
Allí, miles de niños separan los elementos sin ninguna protección, para venderlos luego a los recicladores de metales. Estos menores marginados, que jamás utilizaron un ordenador, se exponen a sustancias altamente tóxicas como plomo, mercurio, cadmio, cromo, selenio, y además azufre y litio provenientes de las baterías.
El material sobrante está compuesto principalmente de plástico, que es quemado allí cerca, generando aun más combustión tóxica que se esparce a varios kilómetros de Agbogbloshie, lo que produce también innumerables enfermedades respiratorias.
Además, las napas subterráneas, que se ven afectadas por las sustancias que emanan las baterías abandonadas, impiden la posibilidad de que sean utilizadas como fuente de agua potable.
Guiyu, una ciudad situada en la provincia de Guangdong (sur de China), se ha convertido también en uno de los mayores vertederos de basura electrónica de la Tierra. En esta urbe acaba buena parte de los residuos tecnológicos que se generan cada año en todo el planeta. De los 150.000 habitantes de Guiyu, el 95% se gana la vida abriendo y desmontando ordenadores y otros aparatos electrónicos, exponiéndose, sin ningún tipo de medida de seguridad, a numerosos componentes tóxicos, como plomo, cadmio o mercurio.
De la misma manera, en el puerto de Karachi en Pakistán, unas 20 mil personas, muchas de ellas niños, separan manualmente la chatarra que proviene de los ricos emiratos árabes del Golfo Pérsico, de Europa y de Singapur, paraísos tecnológicos que evitan cargar con el costo de crear plantas de reciclaje ecológico.
Ciertos efectos comprobados científicamente que causan la basura electrónica:
Erupciones en el cutis, problemas estomacales, problemas respiratorios, debilitamiento del sistema inmune, daños en los riñones e hígados, alteración del material genético, cáncer de pulmón, daños al sistema nervioso, daños al cerebro, reacciones alérgicas, retardamientos en los sistemas de reproducción, daños de los huesos, fracturas de los huesos, incremento de la presión sanguínea, abortos, disminución de habilidades de aprendizaje del niño, etc.
El año pasado, Brasil envió de vuelta a Gran Bretaña 920 toneladas de basura tóxica y doméstica que había intentado ingresar al país en contenedores etiquetados como material plástico para reciclaje.
El puerto holandés de Rotterdam recibe cada año millones de contenedores procedentes de todo el continente para que sean embarcados. Sólo el 3 % es revisado por las autoridades para detectar la exportación de chatarra.
A pesar de que la UE firmó el Convenio de Basilea en 1994, no se han puesto en práctica sus reglas de manera efectiva, ya que sólo un tercio de sus residuos son tratados bajo las normas de protección ambiental.
De los 172 países que han firmado el Convenio, tres de ellos no lo han ratificado: Estados Unidos, Haití y Afganistán. De acuerdo con la agencia de Medio Ambiente del gobierno de Washington, solamente en EE.UU. se desechan 40 millones de ordenadores cada año.
Además, el 80 % de la basura electrónica producida en EE.UU. es enviada a China a través del puerto de Hong Kong.
Los gobiernos europeos y las empresas responsables actúan sin la menor conciencia. Tanto los consumidores como los gobiernos y las empresas fabricantes de productos electrónicos, pueden contribuir a detener el impacto ambiental que causan los residuos de ordenadores usados.
Las compañías deberían diseñar productos menos contaminantes y reducir la cantidad de elementos nocivos, para que su reciclaje sea lo más ecológico posible. Por su parte, los gobiernos podrían crear una tasa que se destine a la construcción de plantas de almacenamiento y reciclaje, para evitar la exportación irresponsable de los desechos.
Es cierto que en varias regiones de Latinoamérica no existe legislación alguna acerca de la basura tóxica, pero los usuarios pueden contactar con Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que se encargan del reciclaje y que están presentes en la mayoría de los países.
Además, los gobiernos de Europa y EE.UU. podrían evitar el altruismo cínico de fingir donaciones u otros montajes a países subdesarrollados.
Por supuesto que la mayoría de los televidentes ignoran que su viejo televisor u ordenador va a destruir el medioambiente en África o en Asia. La conmiseración que sienten los gobiernos, las empresas y los consumidores conscientes occidentales, por los niños se transforma en deshumanización del otro al promover la exportación de residuos tóxicos, que cumplir con el Convenio de Basilea.
Frente a este escenario, ¿Qué se hace con estos rechazos?, ¿Cuáles son los lugares dónde estos desperdicios son almacenados?, ¿Existen normas para el manejo de estos aparatos al finalizar su vida útil?. No existen.
La puesta en funcionamiento del Registro Nacional de Productores de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (REI-RAEE), implica la realización de una nueva aplicación informática. En realidad, se trata de un nuevo Registro con la cobertura legal del existente Registro de Establecimientos Industriales (REI), pero que desde el punto de vista operativo, nada tiene que ver con él.
Este Registro Nacional de Productores de Aparatos Eléctricos y Electrónicos tiene carácter único y estatal y responde a los requerimientos de la Directiva 2003/92/CE sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, en la que se prevé la creación de un registro estatal en cada uno de los Estados miembros. También, en forma informal se los suele nombrar como basura electrónica y en inglés como, e-waste.
El vertiginoso avance de la tecnología y sus permanentes innovaciones, la velocidad de recambio de los aparatos, otorga a los desechos una mayor proporción dentro del total de basura producido por la sociedad.
El tráfico de chatarra electrónica sucia hacia países pobres crece para eludir el reciclaje. Por España pasan contenedores con residuos rumbo al Tercer Mundo, a Pakistán y China.
Suelen viajar en navíos de complacencia, camuflados como “Aparatos de Segunda Mano”
Generalmente viajan en navíos de complacencia con banderas de Malta, de Liberia, Bolivia, etc… se registran en el puerto, como "aparatos de Segunda Mano". Y llevan legalmente un número. Su carga: 20.000 kg. de residuos, unos 3.000 compresores de frigoríficos viejos, aún con aceite contaminante y gas con alto poder de calentamiento. Según el Ministerio de Medio Ambiente, el origen era la planta de Cespa, la filial de medio ambiente de Ferrovial, en Galicia. Y el destino, Port Kasim, el segundo puerto de Pakistán, para ser desguazado y recuperar el metal, operación más rentable que extraer previamente el gas y el aceite y tratarlos por separado, algo obligatorio en Europa.
El Convenio de Basilea de 1989 que prohibe la exportación de basura electrónica no lo cumple casi nadie. Hay ciudades en Africa, Asia y China en las que el desguace lo hacen los niños
La filial de Ferrovial se dedica a "la prestación de servicios medioambientales y a la gestión y tratamiento de residuos". En Cerceda (A Coruña) tiene una planta de reciclaje de residuos electrónicos. Desde 2005, cualquier aparato que tenga una pila o un enchufe debe ser tratado: eliminando los materiales peligrosos (gases, aceites, metales pesados...) para reutilizar el metal (hierro, acero, cobre...).
Ferrovial se desmarca del caso y no se explica cómo acabaron allí esos compresores sin descontaminar: "El contenedor es propiedad de una compañía paquistaní que reutiliza los compresores de los frigoríficos para repararlos y venderlos a particulares en su país de origen, como infladores de bicicletas y ciclomotores domésticos. La venta de los compresores a esta compañía se había realizado con todas las autorizaciones pertinentes y estando ya descontaminados (sin gases ni aceites)". La empresa afirma que no sabe cómo apareció el aceite en los compresores y que no es responsabilidad suya.
Noaman Alam, director de la firma, paquistaní Schion International muestra como prueba un correo electrónico de un responsable de Cespa en el que explica que están haciendo todo lo posible por recuperar el contenedor y que ha sido el Gobierno el que les ha impedido exportarlo por estar contaminado. "Pagamos 10.000 euros por los compresores y siguen en el Puerto de Algeciras. ¿Qué país es ese?", se queja Alam. La chatarra es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo. Hay abierta una gran investigación contra un fraude masivo en este tipo de reciclaje.”
El contenedor fue retenido durante una operación de la Organización Mundial de Aduanas en 65 países. Esa Organización tiene abierta una gran investigación contra un fraude masivo en este tipo de reciclaje según explica Allen Bruford, coordinador del proyecto: "El tráfico de residuos hacia países del tercer mundo es un fenómeno global y creemos que creciente. Holanda y Bélgica son los países que más detectan, pero porque tienen equipos especializados".
En la operación en España colaboraron
cinco puertos: Vigo, Algeciras, Valencia, Barcelona y Bilbao, y en solo unos días apareció un contenedor. ¿Qué ocurre el resto del año? Que se buscan poco. En diciembre de 2010, en Valencia, fue detenido un contenedor con 1.050 monitores de televisión con destino a China, según fuentes conocedoras de la operación. Eso es todo. Aduanas, del Ministerio de Hacienda, admite que "no siempre es clara la línea de separación" entre residuos y aparatos de segunda mano.
En 2009 se pusieron en el mercado español 702.000 toneladas de productos electrónicos y eléctricos, pero solo se trataron 124.987 (el 17%). Muchas neveras y televisores acaban en chatarreros ilegales, hay robos en los puntos limpios de los Ayuntamientos... Sí, pero aun así está claro que algo tiene que estar saliendo al tercer mundo…
Cuatro responsables de plantas de tratamiento de residuos cuentan que reciben periódicamente llamadas de empresas de Marruecos, China, India, Ghana, Gambia... para comprar la basura. Ramón Altadill, responsable de Electrorecycling, una planta en Barcelona, explica que en el extranjero hay intermediarios que se interesan por comprarle los residuos y recuerda un caso ilustrativo: "Nos llamaron porque los salesianos habían recibido como donación para Bolivia un contenedor con material informático. Cuando lo vimos eran cajas registradoras viejas, lectores de código de barras... casi todo inservible. Tenía valor como chatarra, pero en Bolivia no iba a servir más que para contaminar. Lo desguazamos aquí". Otras donaciones sí llegaron a su destino.
El tráfico genera problemas graves de salud y de medio ambiente
La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, admite que una de las mayores vergüenzas de Europa es ver cómo la basura electrónica aparece desguazada o abandonada en las zonas más pobres del mundo. Eso genera problemas de salud y de medio ambiente". Ribera acepta que es patético que en Ghana haya cementerios de chatarra electrónica. No sé si el origen es España, Holanda o Francia. Lo que está claro es que no ha salido de Accra".
España ratificó un convenio internacional de 1992 que prohíbe exportar residuos peligrosos, pero en la práctica no se ha dotado de herramientas para cumplirlo. Hasta diciembre 2009, el Código Penal no citaba expresamente el tráfico de residuos. La reforma de 2010 sí castiga con pena de hasta dos años de cárcel a quien "contraviniendo las leyes traslade una cantidad importante de residuos".
Se estima que la generación de residuos electrónicos es de 2, 5 kg/habitante/año. Considerando una población de 30 millones de personas, se calcula que ronda las 100.000 toneladas por año, de las cuales, un 35 % proviene de Informática y Telecomunicaciones, un 30 % de grandes electrodomésticos (frigoríficos, lavadoras, aire acondicionados) y el resto de TV, audio, video, pequeños electrodomésticos, juegos, electrónica médica y herramientas varias.
Para el periodo 2007, se calculó que existían 48.000.000 kg de equipos en desuso que derivaban en desechos electrónicos. La mayor modificación durante 2009 se dio en torno al volumen de móviles que quedaron fuera de circulación, que aumentó un 20%. Encontrándose 10 millones de móviles en desuso. En lo que respecta a impresoras láser, también puede observarse un fuerte incremento hallándose, en la actualidad, 30.000 unidades inutilizadas.
Lo más alarmante es que gran parte de esos RAEE, “más del 50 %, quedan acopiados en Services, hogares, oficinas o industrias. Más del 30 % son desechados con la basura o a través de mercados informales de chatarreros. Y sólo menos del 5 % del total es gestionado por operadores de medioambiente.
Conversión digital genera ya toneladas de residuos tóxicos
Según los analistas, la migración de tecnología analógica a digital y de monitores de Rayos Catódicos (CRT) a pantallas planas y LCDs generarán el mayor afluente de residuos electrónicos y eléctricos en los próximos años. Por ejemplo, la conversión digital de televisores que experimenta EE.UU desde años pasados, despertó gran preocupación debido a que se considera podría agravar muco el problema con los residuos electrónicos.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos estimó que existían casi 100 millones de televisores en desuso almacenados a través de EE.UU a finales de 2007. A estas estadísticas, Basel Action Network (BAN), una organización sin fines de lucro que presiona para que EE.UU ratifique el Convenio de Basilea, apuntó que al menos uno de cada cuatro hogares se deshará de su viejo televisor este año. Eso podría resultar en 28 millones de tubos de rayo catódico fuera de circulación.
Sarah Westervelt, miembro de BAN, denuncia que esos residuos serán exportados para ser procesados en China y África, en expresa violación al Convenio de Basilea.
Un alto responsable de la Fundación Ambiente y Sociedad y coordinador general de la planta de reciclado de RAEE de la institución, especifica que “estos aparatos contienen metales pesados -tales como cadmio, plomo, mercurio, cromo y níquel- PCB, bromo, clorofluorocarbono, poliuretano, selenio y cobre. Mientras que en los circuitos impresos hay oro, plata, paladio, iridio, germanio y cobre, además de otros componentes muy dañinos como berilio y antimonio.” Sólo un televisor o un monitor de ordenador pueden llegar a tener hasta dos kilos de plomo.
Es importante destacar que durante la vida útil de los equipos eléctricos y electrónicos, sus materiales dañinos no representan una amenaza, al estar contenidos dentro de circuitos, placas, cables, etc. El problema al margen de la exportación al tercer mundo es que una importante cantidad de los aparatos son arrojados a rellenos sanitarios, incinerados o desechados en basureros clandestinos, cuando no son dispuestos junto con la basura ordinaria, tirados y amontonados en la vía pública, incluso cerca de nuestra casa.
De esta forma, “estos artefactos reaccionan y liberan tóxicos al suelo y a las fuentes de agua subterránea, que es la que en parte sale del grifo y además con el hidrogeno que hay en el aire expulsando vapores tóxicos.”, puntualiza el técnico.
El otro inconveniente respecto a los RAEE es el de los almacenados en oficinas, desvanes y servicios técnicos de empresas privadas. “Lamentablemente, la mayor parte de los residuos queda acopiado en hogares y depósitos empresarios o gubernamentales, por si en algún momento, esa tecnología caduca pudiera servir. Y el tiempo y el abandono hacen que los equipos pierdan funcionalidad. Por ejemplo, ¿para qué guardamos el viejo videocasette o el viejo tocadiscos?”. La acumulación de aparatos en desuso no permite que aquellos metales valiosos y compuestos reciclables puedan ser aprovechados, produciéndose mayores efectos ambientales para la extracción de nuevos materiales. Por ejemplo, “un ordenador completo pesa aproximadamente 10 kg y de él casi todo es aprovechable. Hasta las plaquetas donde radican la mayoría de los residuos peligrosos junto con metales preciosos que se exportan a Europa”, señala el ingeniero. A lo que otro agrega: “La sociedad del consumo requiere materias primas. El viejo Winco, puede ser el metal del mini-componente para terminar reciclado en un I-Pod. La tecnología avanza con gran velocidad y el rechazo de equipos es una buena opción para volver a emplear la materia prima de lo obsoleto como insumo industrial de lo nuevo.”
El proyecto StEP (Solving the e-waste Problem) – una iniciativa conformada por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), el Programa de Medio Ambiente de la ONU, la Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU y empresas del sector privado como Microsoft, Hewlett Packard, Dell o Philips- explica que el procesamiento de la chatarra electrónica requiere de métodos tecnológicamente avanzados, que maximicen la extracción de recursos útiles y minimicen los daños al medio ambiente y al ser humano. Desgraciadamente, este tipo de procedimiento no es habitual. Al mismo tiempo que la exportación ilegal de RAEE de potencias industrializadas especialmente de la UE y Estados Unidos.
¿Qué hacer con los RAEE?
La basura ordinaria de por sí ya genera inconvenientes a la hora de juntarla, separarla y desecharla. Por ejemplo, en nuestra rutina doméstica, ¿cuántas veces discutimos por quién debe ocuparse y sacarla? Los operarios locales de empresas y oficinas, suelen desconocer que con su acción impiden la reutilización, aprovechamiento y readaptación de los aparatos. Ignoran el trabajo social, educativo y laboral que puede reportar el reuso y reciclado de los RAEE.
Más allá de esa inexperiencia, a los fabricantes de equipos electrónicos y eléctricos tampoco se les puede perdonar-según-las organizaciones ecológicas. Los volúmenes de RAEE están creciendo. Su industria va en aumento. Es hora, entonces, de que los grandes fabricantes de electrónica asuman la responsabilidad por los impactos ambientales de sus productos, hasta el final de su vida útil.
En definitiva, quizás llego el día en que todos –industriales, sector público y privado, consumidores- nos comprometamos con un tipo de basura, para la cual, no disponemos de días ni horarios de retirado y tengamos siquiera diez minutos para pensar en los niños de los basureros del tercer mundo.