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Cuando Venezuela está moviendo hacia la frontera con colombia a más de mil soldados, pretende al mismo tiempo promover un 'proceso de paz' en Colombia con las FARC
Chema Gil /GF (España)
Hugo Chávez y su gobierno han optado por la única salida que les resulta ‘vendible’ dentro del conflicto que mantiene con Colombia por la connivencia del ejecutivo venezolano con las FARC, pero recordemos que esa connivencia se extiende a otros grupo como ETA y de manera más sutil, y con apoyo iraní a grupos vinculados con Hizbolá.
Hugo Chávez
Pero vayamos al caso concreto del conflicto derivado con Colombia después de que éste país, que posee un nivel mayor de inteligencia y contrainteligencia, haya obtenido pruebas, más que evidentes, de la acogida que Hugo Chávez presta a los narcoterroristas de las FARC.El canciller venezolano, Nicolás Maduro pretende ahora internacionalizar el conflicto ‘vendiendo’ la idea de que Suramérica debe implicarse en un proceso de pacificación en Colombia. La aparente bonhomía de la propuesta encierra un dardo envenenado. Contra los terroristas como las FARC no caben procesos de paz fiscalizados por potencias extranjeras dentro de un país democrático cuya sociedad ha mostrado su rechazo al terror sembrado por las FARC, que han terminado por convertirse en un grupo dedicado al narcoterrorismo. Colombia tiene un problema de terrorismo interior y desde el 2002, con la puesta en marcha del Proyecto ‘seguridad Democrática’ ha desarrollado una política decidida a garantizar la seguridad de sus ciudadanos y a la persecución, sin descanso, de las FARC y el ELN, antiguos enemigos, y ahora asociados al negocio del tráfico de drogas a escala internacional.
Internacionalizar el conflicto a día de hoy sería como dar un paso atrás de gigante para Colombia. Con razón, Álvaro Uribe, a punto de entregar la presidencia del país, ha dicho que ‘a la culebra, una vez se le tiene el cuello pisado no hay que darle oportunidad alguna’, levantar el pie puede suponer que la serpiente se vuelva en contra.
Colombia no puede, ni debe permitirse ceder a un proceso de pacificación fiscalizado internacionalmente, pues debilitaría su posición y como ya ocurriera en los años de Pastrana lo único que se lograría sería ceder espacios a una guerrilla que no duda en masacrar poblaciones, matando a niños y mujeres; que no duda en incorporar a sus filas a niños y que no duda en secuestrar desde políticos a militares, desde extranjeros a nacionales, con la única intención de hacer negocio.
Chirría y mucho que países, como España, que sufren la lacra del terrorismo no sean más claros en su posición en relación con el conflicto. Ya sé que en estos momentos la diplomacia ha de jugar sus bazas, pero los colombianos y los venezolanos también, tienen derecho a saber que frente al terrorismo hay una clara posición internacional.
Entrarle al juego a la diplomacia venezolana por parte de Colombia, sería como traicionar a las miles y miles de víctimas inocentes asesinadas por las FARC y a sus familiares.
Víctimas asesinadas por las FARC
Colombia no puede, ni debe permitirse ceder a un proceso de pacificación fiscalizado internacionalmente
Hugo Chávez, en su paranoica dinámica, habla de potenciales ataques de Colombia a Venezuela, incluso por parte de los Estados Unidos, él sabe que un posible enfrentamiento armado, aunque sea de perfil bajo, obraría en su favor de cara a las próximas elecciones en su país, donde sus adláteres ya plantean de forma clara y obscena que, si se dieran esas circunstancias habría que suspender el proceso electoral.
Chávez parece sentirse cómodo con su potencial militar frente al de Colombia, pero más parece una pose de cara a la galería, que un convencimiento auténtico.
Así, tras las manifestaciones de Chávez diciendo que Venezuela podría ser atacada, más parece que fuera su ejército el que se estuviera preparando. Un ejército aparentemente de mayor potencialidad, especialmente en cuanto a medios de combate terrestres que principalmente se concretan en un centenar de tanques ligeros y 81 pesados, aunque también es destacable el arma aérea que podríamos concretar, según fuentes propias de la Defensa Venezolana, en cuanto a aviones de combate en 24 Sukhoi rusos, 21 Lockheed Martin F-16 block de fabricación norteamericana, pero sobre los que no se prestan ni venden ningún tipo de repuestos. 19 Northrop/canadair/Fokker sometidos a diferentes procesos de modernización, 14 NA Rocwel americanos. La defensa venezolana mantiene en su información que posee 29 Mirage 50. En realidad los mismos fueron desmontados, se equiparon completos seis de ellos y fueron cedidos a Ecuador. Oficialmente constan un Dassaul Falcon francés y un Fairchild americano para labores de reconocimiento. No obstante, otras fuentes de Defensa han confirmado que han recibido ya otros aparatos para estas labores; éstos serían seis aviones de vigilancia Diamond DA-42 que habrían sido equipados con torretas giro-estabilizadas y con medidas optrónicas para facilitar la visión diurna y nocturna. Estarían además dotados de enlaces y comunicaciones satelitales.
Disponen también de una docena de aviones de transporte y 50 aparatos de pequeño porte o avionetas para labores de enlace y transportes VIP. En cuanto aviones de entrenamiento cuentan con 81 aparatos rusos, brasileños, americanos e italianos.
En relación a helicópteros, la defensa venezolana tan sólo confirma la tenencia de 32 aparatos, dos mig de fabricación rusa y dos eurocopter superpuma y caougar, aunque según los datos que hemos podido obtener habrían adquirido 40 MI-17 y MI 35 rusos, en una operación de compra en la que además fueron facilitados al ejército venezolano unos 100.000 fusiles AK-103. Igualmente, Venezuela estaría recibiendo en la actualidad una veintenna de aviones supertucanos de fabricación brasileña y una docena de aviones CASA, incluyendo dos dedicados a la vigilancia marítima.
Todos estos datos hay que tomarlos con cierta precaución pero las fuentes de disidentes venezolanos, contrarios al régimen de Hugo Chávez pueden ser bastante precisos. Las mismas fuentes indican que las Fuerzas Armadas estarían integradas por unos 80.000 efectivos a los que podrían añadirse fuerzas policiales.
Si Venezuela quiere evitar un conflicto en la zona con su país vecino, lo que tiene que hacer, sin dudarlo por más tiempo, es entregar a todos aquellos terroristas que pululan por sus calles, que comparten mesa y mantel con chavistas destacados y hacer lo propio con los etarras a los que tiene perfectamente identificados. En la misma línea debe compartir con la comunidad internacional la información que tenga de las relaciones de ciertos grupos que tienen vinculaciones al terrorismo internacional y que están utilizando el suelo venezolano para financiar sus actividades.
Entrarle al juego a la diplomacia venezolana sería traicionar a las miles y miles de víctimas inocentes asesinadas por las FARC