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Hace meses, los fieles de Faluya, una ciudad iraquí en manos de los yihadistas, vieron cómo un hombre con un arma y gafas de sol se instalaba en el púlpito del imán. Desde entonces, muchos clérigos sunitas viven con miedo.
Los insurgentes sunitas ejecutaron a varios imanes que se negaron a jurar lealtad a su líder.
El imán de Faluya, visiblemente preocupado, se quedó en silencio al lado del activista que predicaba la violencia contra las fuerzas de seguridad, contó un fiel que pidió el anonimato.
"El hombre llevaba una 'dishdasha' (una túnica que llega hasta los tobillos), y una funda al hombro con una pistola", explica este hombre. "El imán parecía muy preocupado. Mientras el hombre pronunciaba su sermón, mantenía la mirada fija en el suelo, como si no quisiera escucharlo", cuenta.
En su discurso, el hombre armado afirmaba que el islam autorizaba a robar o matar a miembros de las fuerzas de seguridad, un sermón en contradicción total con el del imán, que había declarado lo contrario una semana antes.
Faluya es una ciudad al oeste de Bagdad que en enero cayó en poder de insurgentes sunitas, liderados por los yihadistas del Estado Islámico (EI).
- Sermones dictados por los insurgentes -
Otras fuentes de Faluya, conocida como 'La ciudad de las mezquitas', corroboran esta versión y aseguran que los insurgentes dictan el contenido de los sermones de los viernes.
Los insurgentes, que ya controlaban Faluya y sectores de Ramadi, en la provincia de Al Anbar (oeste), se apoderaron el 9 de junio de extensos territorios.
Su avance relámpago comenzó en Mosul (norte), donde fuentes tribales y militares afirmaron que 13 clérigos habían sido ejecutados por el Estado Islámico tras haberse negado a jurar lealtad al grupo dirigido por Abu Bakr Al Baghdadi.
Uno de los clérigos muertos era el imán de la gran mezquita Nur Al Din de Mosul, donde Baghdadi irrumpió el 4 de julio para pronunciar un sermón en el primer día del Ramadán.
En un vídeo colgado en internet, y cuya autenticidad no ha podido ser verificada, Baghdadi pidió a los musulmanes que le "obedezcan", después de que su grupo lo proclamara "califa", es decir, el sucesor del profeta para aplicar la ley en tierras del islam. Esta estrategia ha sembrado el miedo entre los religiosos sunitas.
"Cuando Daash (acrónimo árabe del EI) vino a Faluya, los imanes y oradores religiosos no recibieron amenazas directas, pero salieron de la ciudad tras haber constatado que no tenían nada en común con los emires de Daash", explicó un religioso sunita que pidió mantener el anonimato.
- Los sunitas, sin representantes -
"Si yo u otros religiosos volvemos a Faluya, ignoramos lo que nos espera ¿El asesinato? ¿(Acusación de) traición?", se pregunta este religioso, que vive refugiado en la ciudad de Kirkuk.
El Bagdad, donde no ha llegado la ofensiva de los yihadistas, el clérigo sunita Ahmed Al Ani sigue predicando contra el EI. "Esta gente no representa para nada a los sunitas", asegura.
Pero algunos sunitas, una comunidad minoritaria en Irak, se sienten atraídos por la llamada de Baghdadi a tomar las armas contra un gobierno dominado por los chiitas y considerado opresor contra su comunidad.
La propaganda del EI es hábil y ha logrado atraer a cientos de jóvenes combatientes de Oriente Medio, Europa y Estados Unidos.
El religioso de Kirkuk asegura que un padre le pidió que hablara con su hijo porque se había dejado crecer la barba y el cabello. Pero el joven se acabó marchando para unirse al EI. "No pude hablar con él", declaró. "Tengo miedo de que me calumnie y diga: 'este hombre me prohíbe hacer la yihad'" (guerra santa).