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La gastronomía Boliviana es conocida internacionalmente por su variedad de ingredientes, variedad en cuanto a sus regiones, variedad en colores y presentaciones. Pero es más que eso, la comida en Bolivia es protagonista en el día a día y en todas las ocasiones especiales
Estamos cenando en familia, todos se acomodan en la sala y en la mesa como mejor puedan. Mi abuelita entra y sale trayendo platos y viendo a quien le falta el suyo. Mi tía es la encargada de que alcance. Siempre hay comida para todos, hayas llegado de imprevisto o quieras repetir.
Todos empezamos a comer, algunos usan apropiadamente los cubiertos, otros utilizan mejor las manos. Primero un silencio, los primeros bocados son sagrados, luego un comentario, risas y charla amena. Recuerdos y llega el postre.
¿No quieres más? Hay más.
Y a veces uno acepta, aunque esté lleno, o pides para llevarte y acumular tuppers de tu abuelita, de tu mamá, de tu tía o suegra. Y al día siguiente comer el delicioso recalentado o K´oñichi.
Estamos reunidos con amigos, todos preguntamos si alguien ya probó lo que hay en el menú, verificamos con miradas indiscretas si el precio es coherente con la cantidad servida. Y hacemos nuestra elección. Conversamos y siempre sale algún nuevo restaurante para probar, alguna comida deliciosa, sí, hablamos de comida mientras comemos.
¿Quieres probar? Te ofrecen siempre esperando que aceptes y que en respuesta les hagas probar también de tu plato.
Pedimos la cuenta, y salimos del restaurante.
¡Estuvo buena la comida! ¿No?
Siempre hay comida para todos, hayas llegado de imprevisto o quieras repetir
Estoy en casa y pienso, ¿habrá comido mi esposo? Mejor preparo algo delicioso. Cuando él está en casa siempre me espera con algo, y mientras comemos, conversamos y reímos, y nos antojamos de algo nuevo para probar. Felicitamos a quien haya cocinado, sea él o yo. Lo tomamos como un detalle amoroso. Ambos disfrutamos mucho de la comida.
Capaz sólo soy yo, pero pienso que realmente, al menos en mi ciudad o país, tenemos una conexión cultural, familiar y espiritual con la comida. No me había percatado de esto hasta que un amigo mexicano trabajó conmigo durante un año en Bolivia. Él nos decía: ustedes viven y respiran comida. Me hizo notar que hasta nuestras referencias para ubicar alguna dirección, suelen ser restaurantes o puestos de comida, algo como: ¿Ubicas los Trancapechos de Doña Rosa? De ahí a dos cuadras es la dirección. Como que cuando alguien te esté contando de alguna invitación a la que asistió, tú le preguntes: Y ¿qué sirvieron de comer?
Como que en mi ciudad, Cochabamba, hay un puesto de comida callejera al menos en cada cuadra, de día y de noche, de noche aún más. Que en el centro de la ciudad donde se sitúan las centrales de los bancos y las oficinas del juzgado, abogados, caja nacional de salud y el inicio del mercado de la ciudad, esté repleto de puestos de comida. Las personas (de toda clases social) hacen fila para comprar huevitos de codorniz con papa y salsa de maní, un plato bien servido a 5 Bs. Esto es algo que sucede también en las otras ciudades de mi país.
Nuestras costumbres y tradiciones influyen inimaginablemente en quienes somos. Es parte de lo que soy como Cochabambina y Boliviana, que toda reunión con familia y amigos esté completa con un buen platito en la mesa.
Para nosotros la comida transmite, llena y genera espacios de unidad y buenos recuerdos para la posteridad.