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El Consejo de Seguridad de la ONU reforzó este viernes sus medios de lucha contra los ataques al patrimonio cultural que ocurren a menudo durante los conflictos armados, cuyos autores podrán ser juzgados por crímenes de guerra.
En los últimos años se multiplicaron los ataques deliberados contra importantes sitios del patrimonio mundial, como los budas de Bamiyán, en Afganistán, los manuscritos de Tombuctú o Palmira, en Siria.
En una resolución adoptada por unanimidad, los miembros del Consejo de Seguridad pidieron defender sistemáticamente el patrimonio, tras las primeras medidas tomadas en el marco de los ataques del grupo Estado Islámico en Irak y Siria.
El texto pide proteger el patrimonio en todas las zonas de conflicto, sin límites geográficos o ante cualquier tipo de amenaza (destrucción, robos y saqueos, tráfico...).
También destaca que atacar sitios de patrimonio cultural o religioso "puede constituir, en determinadas circunstancias y de conformidad con el derecho internacional, un crimen de guerra", y los "autores de dichos ataques deben ser juzgados".
El documento pide a los países que creen unidades especializadas en esta lucha, y una cooperación internacional reforzada para luchar contra el tráfico de bienes culturales procedentes de zonas en conflicto.
"El ensañamiento deliberado contra el patrimonio de la humanidad procede de una voluntad de negación de la memoria", apuntó Audrey Azoulay, ministra francesa de Cultura, que presentaba el texto con Italia.
"También es una importante cuestión de seguridad, puesto que el tráfico financia a menudo el terrorismo", añadió.