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Hace unos años compré (y leí) un libro titulado 'Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie', de Juan Eslava Galán. Título genial y certero. Y lo que voy a escribir ahora tampoco va a gustar a nadie.
A la primera que no le va a gustar es a Esperanza Aguirre, quien ha declarado hoy a los antitaurinos como los peores "por ser antiespañoles, porque saben que los toros simbolizan la esencia del ser español y porque en su afán por acabar con España quieren prohibir los toros por decreto". Aguirre, esa mujer. La mujer.
Ya estamos con los paquetitos... los patriotas van a los toros, son católicos y llevan gomina; mientras los que quieren romper España sabotean la 'fiesta nacional', abortan y visten vaqueros descosidos (alguno hasta tendrá una guitarra eléctrica).
Pues Espe me ha dejado con 'la picha hecha un lío' porque no soy católico, no tengo en principio ningún interés en romper o en que se rompa España (de hecho está destrozada desde el 36), tengo una guitarra pero acústica (al ser acústica, no es tan diabólica como la eléctrica, ésto igual no me lleva al infierno pero me deja así como en un hall con la calefacción alta), y me gustan los toros*. Ya está bien del paquetito rojo y el paquetito azul.
* Me gustan los toros y habría que prohibirlos.
Fui hace dos días además. No todas las cosas que me gustas están bien. La gente, antropológicamente sumisa a sus propios placeres, busca (y encuentra) motivos para justificar las cosas que le gustan. Yo no puedo defender la 'fiesta nacional' ni hacer que deje de gustarme una media verónica.
La mayoría de mis amigos, antitaurinos y con vaqueros descosidos, no entenderán cómo me puede gustar esa salvajada. Y otros amigos, taurinos, creerán que a pesar de ir a la plaza luego voy por ahí rompiendo esta España mía, esta España nuestra.
Por eso decía que esto tampoco va a gustar a nadie, porque me gustan los toros y habría que prohibirlos.