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En el 80% de los casos, para poder exponer en los concursos, hemos de tapar la firma de su autor. Es una de las bases más repetidas
Llenos de ilusión, con ansias de empezar a participar en los Certámenes, vamos a prepararnos para tener todo listo.
Después de tanto tiempo en la buhardilla, según les quitamos el polvo y el papel de burbuja, los cuadros nos guiñan el ojo.
Vamos a preparar el catálogo y la guía de asignación, les hacemos las fotografías, les tomamos medidas, retoques en la pintura que el paso del tiempo ha apagado, actualizamos sus nombres, registramos si tienen o no marco y su ancho. Ellos agolpan, dan pequeños saltitos, quieren llamar nuestra atención quieren estar entre los elegidos.
¡Todos quieren estar! ¡Todos quieren divertirse! ¡Todos quieren ser cuadros viajeros y participar en las exposiciones!
¡Vamos a participar en exposiciones! Se rumorean unos a otros ¡Bien! ¡Bien! ¡Bien! Estrategia, ganas e ilusión nos llevarán a conseguir el objetivo, “Exponer”.
Vamos revisando con detalle las bases de los concursos, aplicamos el filtro de la temática, las limitaciones de las dimensiones, las ciudades donde hay que mandarlos, analizamos y analizamos, a la par que hay una pregunta que nos está envolviendo, algo que se repite en los concursos seleccionados pero que escriben en diferentes formatos.
¡Todos quieren estar! ¡Todos quieren divertirse! ¡Todos quieren ser cuadros viajeros y participar en las exposiciones!
¡Ups! ¿Qué significa esto?
Estas frases y otras similares desencadenan un nuevo mar de dudas al pintor aficionado, preguntas de fácil respuesta una vez analizadas, preguntas que paralizan y bloquean el proceso, acercándonos recurrentemente al demoledor:
“¡Mejor no hacemos nada! ¡Son los profesionales los que pueden hacer estas cosas!”
¡Jeje! ¿Cuáles son estas preguntas?
Intentemos interiorizar ese sentimiento, dentro del proceso de la elaboración, cuando el pintor firma el cuadro, es el acto que está en la cúspide de la curva de la emoción, la obra se da por terminada, ya se puede empezar a lucir, a enseñar y a enseñorear. Esa pequeña parte del pintor que ha salido al exterior, ese trozo de su “yo”, ya lo puede conocer todo el mundo.
Y, la respuesta es la más sencilla de todas: “Igualdad de oportunidades”
Igualdad de oportunidades para todos los cuadros viajeros, independientemente de su origen, de quien sea su autor, de su historia, se presentan ante el jurado desde el anonimato, provisto de una misma arma, su belleza al descubierto, desde la intimidad de sus colores y sus formas.
¡Sí!, ese es el dato, en el 80% de los casos, para poder exponer en los concursos, hemos de tapar la firma de su autor. Es una de las bases más repetidas y desde mi modesta opinión que se debía extender al 100% de los casos. Excepciones que lo justifican, las hay, por supuesto, siempre aquellas que no influyan en la decisión de los miembros de los diferentes jurados.
Intentemos interiorizar ese sentimiento, dentro del proceso de la elaboración, cuando el pintor firma el cuadro, es el acto que está en la cúspide de la curva de la emoción
Seguiremos contándoos como hemos saltado, hay veces que los hemos rodeado, los imprevistos para conseguir que los cuadros viajeros sean cuadros en exposición.