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No hay que confundir el hecho de ser “resiliente” con “acostumbrarse”
¿Recuerdas cuando en el artículo anterior te hablé sobre el pulpo? Ese maravilloso animal marino que tiene 3 corazones, 8 tentáculos, un sistema nervioso complejo y un cerebro múltiple que lo hacen único.
Si no lo sabías, el pulpo es uno de los animales acuáticos más resilientes de los océanos. Pues, evita que lo ataquen, se desplaza con mucha velocidad y suelta tinta para huir del peligro. También, para camuflarse cambia de colores coincidiendo con los mismos de su entorno.
Seguramente estarás pensando que hoy deseo darte una clase de biología marina y esa no es mi intención. Solo quería hablarte de que no hay que confundir el hecho de ser “resiliente” con “acostumbrarse”. Porque, la resiliencia te permite recuperarte de situaciones difíciles, resistir ante los momentos críticos para recuperarte y crecer.
En cambio, acostumbrarse no significa ser resiliente. Se trata de que si tienes un problema lo conviertes en una regla y ahí está el peligro de la costumbre. Pues, comienzas a ver normales situaciones que te perjudican física y emocionalmente como:
Además, cuando te acostumbras demasiado, nada te alegra, causa asombro, estremece y ni siquiera te atreves a cuestionar nada. Ya que, es una costumbre vivir mal, encerrado en un túnel sin salida.
Si ese es tu caso, considera cambiar ese escenario al cual te has acostumbrado por la resiliencia. Claro esto no es algo que se logra de inmediato o que encontrarás a la vuelta de la esquina y sin esfuerzo. Tienes que trabajarlo, descubrir tu fuerza interior, tener paciencia y buscar ayuda de quienes realmente te aprecian.
Para finalizar, está bien que pienses en los demás, pero ya es momento que te sensibilices con tu propia realidad. No seas indiferente contigo mismo y reconoce cuando hay un problema. Asimismo, actúa para que salgas de tu rutina tóxica y seas feliz.
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