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Por Radio Son de l'espoir
Había una vez una madre terrible como las que sólo existen en los cuentos de hadas, injusta, amargada y cruel. Había aceptado con desagrado a la esposa principal que su hijo había elegido. Anshi era hermosa, pero demasiado para el gusto de la suegra. Hija de un noble que cayó en desgracia por disgustar al emperador. La niña noble tuvo que casarse con un funcionario pobretón.
(Wikimedia commons)
Ella guardó muchos rasgos de su pasado esplendor, su pelo largo, la delicadeza de sus modales, la gracia de su silueta, el nácar de sus mejillas, la elegancia de su actitud. Pero a la odiosa suegra no le importaba, abrumaba a su nuera con las labores domésticas: cocinar, lavar, barrer.
La desdichada trabajaba incansablemente durante todo el día y no recibía más que palabras hirientes como:
-No estás en la corte, vociferaba la arpía. Fuiste muy afortunada al casarte con mi hijo, ¡buena para nada, pretenciosa, descarada!
Anshi se quedaba en silencio.
En la época de Heïan, el código japonés estipulaba las diversas razones que justificaban repudiar a la esposa, es decir su desgracia, su muerte social.
Las dos primeras: la infertilidad y el adulterio, la tercera, la que aquí nos interesa: "La falta de piedad filial hacia los suegros."
Esta cláusula colocaba de hecho a la joven esposa a merced de sus parientes políticos y su suegra en particular. Prestemos atención a otras tres razones de repudio que nos dejan pensativos:
Los celos. Recordemos que el marido, además de la esposa principal, tenía (según su fortuna y rango) varias esposas secundarias, concubinas a discreción, lo que no excluía visitas regulares a prostitutas. De hecho, ¿por qué su esposa podría estar celosa?
La charla (desconsiderada). Es bien sabido que un hombre, habla, explica, expone y que una mujer chismea, calumnia y parlotea...
Por fin, la enfermedad. ¿Para qué sirve una mujer enferma? Razón de más para deshacerse de ella.
Un día, la bella e infeliz Anshi cocinaba el arroz de la comida familiar, cuando su suegra se enojó con ella sin razón. La nuera parecía hacer caso omiso de sus crueles palabras, pero de pronto retiró del fuego un trozo de leña y la arrojó violentamente por la ventana; cayó por accidente en una oveja que pasaba e incendió su pelambre. La oveja enloquecida corrió por delante y se tiró sobre un montón de paja que se incendió. Porque ese día, el viento era muy fuerte, el fuego se extendió por los graneros y establos. El ganado vacuno y caballos salvajes escaparon y en el ajetreo destruyeron la casa de un vecino. Este último, un hombre vengativo, se peleó con el dueño de los caballos y así, paso a paso, de pueblo en pueblo, de una provincia a otra, la guerra se extendió como pólvora y devastó al país. Esto es lo que puede causar la maldad de una suegra.
Así se contaban cosas del pasado.
Karma, la ley budista de causa y efecto. El karma es el fruto producido por todos nuestros actos físicos y mentales.
"El aleteo de las alas de una mariposa cambia el curso de las estrellas"
Henri Brunel.
Les plus beaux contes Zen- Calmann Lév editor