¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Ordos escriba una noticia?
Los años de dominación visigoda en la península ibérica están marcados por la parcialidad y la influencia religiosa, toda la información que se plasma como historia es una gran manipulación del cristianismo
Casi nadie ha escrito sobre la separación de Hispania del Imperio Romano, menos de las causas que motivaron el auge del castellano, el aislamiento de Portugal y la marginación de los pueblos periféricos de la Península Ibérica.
En contra de lo que dicen los manuales de historia los “bárbaros” no llegaron en un día concreto ni en un mes concreto, fueron llegando a lo largo de los años y estableciéndose en distintas zonas de la península hasta lograr su implantación como grupo dominante frente a la Roma Imperial.
Los “bárbaros” ya conocían el estatus foederatus, introducido en el Derecho Romano durante la República, aplicado a las tribus itálicas y posteriormente (año 201) con el Edicto de Caracalla (Constitutio Antoniniana) a los alanos, francos, vándalos y visigodos que poblaban la periferia del Imperio.
Los Suevos y los Visigodos se asentaron en la Galia y en la península ibérica bajo el estatuto de foederatus hasta que Roma perdió su influencia sobre la península en la batalla de Cartago Nova (Cartagena) en el año 460.
Por este acuerdo los “reinos” de la península ibérica gozaban de independencia y mantenían sus peculiaridades ante el Emperador o Rey de turno al cual aportaban impuestos y soldados para su defensa ante un enemigo exterior.
Desaparecida la presencia militar y administrativa de Roma, a pesar de los intentos de recuperación de Justiniano en 533 y 563, los visigodos se encargan de la administración, de difundir y extender el cristianismo romano por toda la península hasta “traspasar el poder” los musulmanes.
Con los visigodos se pasa de la dominación militar a la dominación y sumisión ideológica mediante la religión cristiana extendida por todo el Imperio Romano, como fórmula de salvación y unificación de los pueblos, los cuales deberían servir a los reyes y sentar las bases del feudalismo.
Al final de su dominio los visigodos alteran el derecho romano creando una legislación propia que va a perdurar hasta el siglo XIX, la Lex Visigothorum o Liber Iudiciorum, que se conservará durante la dominación árabe y será asumida parcialmente por los reyes de Castilla y León a partir de Fernando III como Fuero juzgo.
Los visigodos y los suevos, heredaron de los romanos una vasta red de carreteras (calzadas romanas), muelles y puertos marítimos, astilleros, salinas, minas de oro, plata, estaño, hierro, acueductos, etc., etc. que facilitaban el comercio interior y exterior.
Los visigodos prohibieron el matrimonio entre hispanorromanos y visigodos casi hasta el final de su presencia en la península, de lo cual se deduce que no hubo “mestizaje” entre la población autóctona y los invasores, con las consecuencias fáciles de prever, así se entienden mejor la escasa influencia germánica, a pesar de su prolongada dominación.
Los reyes godos, tradicionalmente eran elegidos por la nobleza, situación que cambió con Recaredo I (586-601) con el consiguiente descontento de la nobleza, lo que motivó las conspiraciones y asesinatos de muchos de sus reyes a manos de la nobleza hasta el último rey Rodrigo, que muere a manos de los suyos e incluso lleva a pactos con los musulmanes facilitando el establecimiento en la península a Táriq ibn Zivad en 710-711.
Los visigodos fueron la fuerza de ocupación que más castigó a los vascones, atacando a sus tribus en numerosas ocasiones, llegando a fundar la ciudad de Victoricum en 581 (Vitoria) en tiempos de Leovigildo para mantener controlado su territorio y probablemente imponerles el cristianismo.
Para hacernos una ligera idea de lo que significó su época, los visigodos instauran las figuras del “Dux” (Duque), una especie de gobernador provincial y los “comes” (Condes) al frente de las ciudades, que regulaban las relaciones con los hispanorromanos, con los que mantenían una relación distante.
La influencia religiosa presidió toda su época, basta con citar que durante su dominación se celebraron en Toledo 18 Concilios, la mayoría de ellos abordaban asuntos religiosos y políticos, y sirvieron para subordinar la política a la religión, sentando el precedente para futuras generaciones cristianas de los pueblos peninsulares.
Cuando se habla de la forma de gobierno durante la Monarquía Hispánica, hay que tener en cuenta que fue con los visigodos con los que se estableció el gobierno paralelo de la iglesia cristiana, ya que los concilios reunían a todos los obispos de la península ibérica, es decir a los suevos, los visigodos y los bizantinos.
Los visigodos sirvieron a Roma para expandir el cristianismo
Obispos y sacerdotes se convirtieron en jueces de la mano del Código de Recesvinto o Lex Visigothorum, al final de su época (654), Código que viene a remplazar al Derecho Romano que seguían usando los hispanorromanos.
Los visigodos abandonaron las minas romanas, los cultivos de épocas anteriores, desapareciendo el comercio con el Imperio con el consecuente abandono y deterioro de las calzadas por falta de mantenimiento, la moneda dejo de ser usada en gran parte de la península incrementándose el trueque como forma de pago entre los hispanorromanos.
Aparecieron nuevas formas de producción agrícola y ganadera así como una nueva relación entre los amos de la tierra y los campesinos, se redujo el esclavismo, los hispanorromanos se establecieron fuera de las ciudades ocupadas por los visigodos, dando paso a la vida rural, donde predominaba el paganismo.
Las enfermedades diezmaron notablemente a la población, las luchas intestinas de los visigodos se hicieron más frecuentes hasta provocar una huida de buena parte de los visigodos al reino godo de Tolosa detrás de los pirineos, con el consiguiente abandono de las ciudades peninsulares.
Esto facilitó la implantación de los árabes y el mestizaje con los hispanorromanos, lo que dio paso a la dominación musulmana y la aparición de los mozárabes.
Los Moriscos dominaron la península Ibérica durante más de 700 años, muchos más que romanos, visigodos y suevos, etapa en la que unos y otros respetaron las peculiaridades de los distintos pueblos que conformaban la Hispania dando paso a los reinos de taifas.
Los árabes aportaron a los pueblos hispanorromanos, un nuevo modelo de arquitectura, jardinería, urbanismo y grandes cambios en la cultura, incorporando las matemáticas, la música, la poesía, la cerámica y la culinaria a la vida cotidiana de los pueblos con los que convivieron.
La impronta de esa dominación árabe se ve reflejada en la toponimia y en la lengua castellana primitiva, lengua que curiosamente se expande hasta el Sur durante su presencia y en gran parte de sus territorios, donde se impone a medida que avanza la reconquista, reconquista que también favorece al catalán, que se expande hasta Murcia y al luso que se extiende hasta el Algarve.
El auge de la lengua castellana, se debe indudablemente a la reconquista, al descubrimiento de América y a su imposición por los reyes castellanos hasta nuestros días, como la lengua del imperio.
La “Conspiración” contra los pueblos diferenciados, se inicia con el Conde Duque de Olivares y su Memorial, en tiempos de Felipe IV allá por 1624, que servirá a Felipe V para imponer su Decreto de Nueva Planta contra los derechos históricos de los pueblos de Hispania.
Olivares dio pie al Motín de la Sal en Vizcaya (1630-1634), el Corpus de Sangre de 1640 en Cataluña, la insurrección de Portugal y al intento secesionista de Andalucía conocido como Conspiración del Duque de Medina Sidonia, entre otras revueltas, desatadas contra sus imposiciones centralistas.
Lo sorprendente es que las lenguas periféricas hayan evolucionado también bajo la influencia del castellano y del árabe, con la excepción del Euskera, salvo en contados topónimos, sin que se tenga en cuenta por parte de algunos historiadores la enorme influencia ejercida por los musulmanes en la península Ibérica.
El caso más curioso de la influencia musulmana se da en el cristianismo portugués cuando una virgen cristiana es “rebautizada” con el nombre de la hija de Mahoma: Fátima.
Fátima es el nombre de la milagrosa patrona de los portugueses, que se deriva del topónimo de la localidad en la que vivían los niños campesinos que dieron pie a la leyenda de la aparición de la Virgen.
Pero en Portugal, nadie movió un dedo por borrar el nombre árabe del pueblo y menos de su asociación al nombre de la Virgen cristiana que curiosamente tiene el mismo nombre y significado para algunos musulmanes y especialmente para los que llegaron a la península ibérica, ya que eran los descendientes de Fátima, algo que se hizo de forma sistemática durante la reconquista castellana y catalana, desapareciendo numerosos topónimos de origen árabe.
Así que los pueblos de la Hispania romana, conservaron a pesar de los pesares sus lenguas maternas y sus costumbres con los romanos, los suevos, los visigodos y los árabes.
Sólo hubo algunas variaciones, en el caso catalán con la evolución del valenciano y en el caso luso con la evolución del gallego, como consecuencia de la dominación castellana.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro