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Las actitudes y fortalezas de nuestros niños, son el mayor tesoro que nosotros mismos podemos desenterrar con mínimos esfuerzos, y ellos nos lo agradecerán por el resto de sus existencias terrenales
“Todo el mundo es un genio, pero cuando juzgas a un pez por sus habilidades para trepar un árbol, vivirá toda su vida pensando que es un estúpido”. Palabras del señor Albert Einstein.
Según las palabras de la señora Marta Campo Ruano, jefa de psicología del hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, de Madrid, que compartió con el diario digital de “Clarín”:
- “No sólo es posible detectar las virtudes en los niños, sino que es totalmente recomendable para que su desarrollo personal sea más completo”.
Lo esencial en este campo de desarrollo infantil, es poder identificar las diferentes actitudes que obtenga cada niño. Todos los seres humanos somos iguales en aspectos físicos, con pequeñas diferencias de unos entre otros; delgados, gordos, estatura, diferentes étnicas faciales y géneros. Pero, no todos poseemos actitudes idénticas, no somos todos Monet, Mercury o Edgar Allan Poe. Por esa misma razón es que debemos indagar en las fortalezas más concretas de cada niño en nuestros entornos familiares. Y lo primordial es poder identificar a cada unas de ellas, en la cotidianidad de cada niño.
- “Simplemente parándonos y observando a qué se dedica el niño, cómo se comporta o qué deja de hacer vamos a tener bastantes señales sobre cuáles son sus fortalezas”, explica la psicóloga clínica Silvia Álava.
Y el perfecto momento para hacerlo es en los tiempos de juegos, por la simpleza de que ellos mismos nos demuestran sus preferencias, cómo se socializan y con qué mirada se ven ellos mismos.
La señora Campo Ruano está totalmente de acuerdo que, prestándoles atención a sus distintas formas de comportamientos, es la mejor técnica para poder encontrar sus fortalezas. También indica que:
Está más que claro que no debemos confundir fortaleza con preferencias,
- “Hay instrumentos de medida diseñados para niños que permiten identificarlas de un modo sistemático. Para ello lo ideal sería acudir a un psicólogo infantil que pudiera hacer una evaluación completa. De manera informal solo hay que estar atento a las preferencias que muestra el niño y a su competencia (sus talentos), facilitándole la exposición a un amplio rango de actividades”.
Es más que necesario poner absoluta atención a las peculiaridades de cada niño, ya que es una muy valiosa fuente de su carácter y, por ende, de sus virtudes.
- “Sabemos que la persistencia es una fortaleza que está muy relacionada con el logro. Para los padres puede tener una parte un poco negativa, ya que pueden ser un poco cabezas duras, pero también significa que son perseverantes para cumplir sus objetivos”, comenta Álava.
Lo que no debemos hacer es, confundir las fortalezas y actitudes del niño, con sus intereses, ya que tienden a estar relacionados, pero, las fortalezas lo acompañaran de por vida y tienen un alcance más específico. En cambio, las virtudes son, sentimientos positivos que acompañan al niño cuando desempeña determinadas acciones concretas.
- “Cuando el niño es consciente de que tiene facilidad para desempeñar una tarea, alcanzará un mayor compromiso con ella. A todos nos gusta comprobar nuestros puntos fuertes y tendemos a involucrarnos en actividades que, implicando cierto grado de dificultad, se nos dan bien”, añade Ruano
¡Jamás confundir con preferencias!
Está más que claro que no debemos confundir fortaleza con preferencias, que un niño sea mucho mejor que sus compañeros de clase en matemática, eso no seria su fortaleza, por el simple hecho de que la fortaleza es más una virtud y se encuentra ligada en su totalidad al carácter. Lo demás, es un proceso ligado a la inteligencia.
- “En este ámbito se encuentran la planificación, la capacidad de expresión verbal, el razonamiento lógico, abstracto o matemático, por ejemplo. Hay que diferenciar ambos. Estos últimos están relacionados con las diferentes formas de inteligencia. Y ésta no está ligada a la felicidad, en cambio la fortaleza sí aumenta en bienestar. Sin embargo, también es importante detectar las preferencias y trabajarlas. Además, estas pueden ser un catalizador para descubrir otros aspectos que necesiten un refuerzo. Es importante conocer cuáles son los puntos fuertes y débiles tanto a nivel de procesos como de virtudes del niño para ponerlo al servicio del método de enseñanza. Así se podría aplicar una educación lo más personalizada posible. Hay niños que funcionan bien en cualquier tipo de circunstancia. Pero existen casos en los que no hacerlo puede conllevar el fracaso del pequeño”, expone Álava. Y amplía que en torno a los seis años es un buen momento para adaptarla.