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La población amaneció con resaca, por el exagerado consumo de alcohol de la noche anterior para dar la bienvenida al Año Nuevo..
La capital Dominicana, todavía a las 11:00 de la mañana, exhibía desoladas sus calles y avenidas. Muy escasos vehículos transitaban por ellas y en muchos de sus espacios públicos no se observaba "ni un alma".
La celebración fue intensa la noche del 31 de diciembre y levantarse de la cama y sacudirse para iniciar el día resultaba nada fácil.
A partir del mediodía comenzó a sentirse movimiento, y, a medida que discurrían las horas la situación se tornaba más efervescente, con la aparición creciente de ciudadanos y automóviles desplazándose por diferentes vías.
Ya a las cuatro de la tarde la gente se reconectaba con la celebración de bienvenida al 2010 y comenzó a instalarse en colmadones, barras, cafeterías, bares y otros establecimientos que se abarrotaban de clientes.
El dominicano celebra hasta su propia tragedia. Es por ello que, a pesar de que económicamente la mayoría probablemente tenía sus limitaciones, se las ingenian buscando dinero prestado para hacer la fiesta y recibir el Año Nuevo con entusiasmo, con buen ánimo y optimismo.