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En el fondo de cada individuo existen inclinaciones y deseos muy ocultos, algunos tan ocultos que quizás ni el mismo individuo que lo padece lo alcance a distinguir, hasta llegado el momento en que se le presenta la oportunidad
Uno de los anhelos más aberrantes que existe en los oscuros sentimientos de cualquier individuo es el de ser un dictador. Mandar, ordenar, levantar la voz y que todos le obedezcan. Este sentimiento se puede visualizar en un colegio, un aula, en un hogar, una empresa, el ejército, en la política, pero donde se expresa con mayor exuberancia es en el poder gubernamental.
Cuando un individuo sin la adecuada preparación asume el poder de mando de una Nación, a no ser que este convenientemente controlado, corre el riesgo de que afloren estos sentimientos que están a flor de piel.
Quizás nunca antes lo había manifestado con tanta vehemencia, ahora se siente dueño del mando, siente que todos le deben obedecer, aflora ese oscuro sentimiento que llevaba dormido por años.
La Constitución de los países democráticos limitan el mando de un gobierno como máximo, dos mandatos. El objetivo es precisamente que los que asumen el poder les quede bien claro que mandan por tiempo limitado, y que no preparen el escenario para ganar elecciones eternizándose en el poder por tiempo ilimitado.
Los gobiernos que oprimen a la sociedad y logran someter a los pueblos obtienen como resultado un poder autocrático en el cual en el mismo ejecutivo radican todos los poderes convirtiéndose en dictadores.
Es en ese estado de cosas en que el individuo deja aflorar toda la crueldad de sus más bajos y oscuros sentimientos. Ahora él manda, todos le obedecen y es el señor mandatario. Nada le hará cesar de esos oscuros deseos una vez que tomaron posesión de él mismo, es víctima de su propio instinto perverso y lo hará saber a costa de cualquier cosa, muertes, ejecuciones o lo que crea necesario.
Los ciudadanos juntamente con los políticos elegidos para dicha función, son los encargados en velar por una democracia transparente y digna de los pueblos que la representan.
Carlos Polleé