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David Wu, The Epoch Times
Según la leyenda, después de haber alcanzado con éxito la iluminación, el Emperador Amarillo gobernó su imperio practicando la Alquimia y la meditación (Blue Hsiao/ The Epoch Times)
Según la mitología china, el Emperador Amarillo (2698-2598), condujo a la civilización china de la barbarie al estado civilizado, y el pueblo chino lo considera el ancestro de su civilización.
El Emperador Amarillo fue el sucesor de Shen Nong en asumir la responsabilidad de mantener la estabilidad por todo el país. Llevó al pueblo de la época a asentarse en la cuenca del río Amarillo, cambió su estilo de vida de cazadores nómadas mediante la construcción de viviendas, la domesticación del ganado y el cultivo de granos.
Durante su reinado, el pueblo chino gozó de una sociedad estable y la cultura se desarrolló gracias a numerosos inventos tales como barcos, arados apuntando al sur, medios de transporte terrestres, armas, la escritura, la música, el calendario, los palacios, la ropa, la medicina, la aritmética, la cerámica, el cultivo del gusano de seda y muchos otros. Por ello, el pueblo chino consideró el reinado del Emperador Amarillo como la fundación de la civilización china. Muchos emperadores vinieron después de él, como Yao, Shun y Yu, Tang. Todos fueron sus descendientes.
Hay muchas leyendas de cómo siguió el Dao. El historiador Sima Qian, en sus antologías históricas, relata que el Emperador Amarillo había obtenido un precioso caldero y recibido la guía divina. Lo consideró como un practicante que había alcanzado la iluminación.
Según la leyenda, después de haber logrado la iluminación, gobernó su imperio practicando la alquimia y la meditación. En 2598 AC, el Emperador Amarillo forjó un trípode a los pies del Monte Qiao. Justo cuando se acuñó el trípode, se abrió el Paraíso y el Dragón Amarillo, Huanglong, bajó del cielo para darle la bienvenida. En este instante, el Emperador Amarillo montó al dragón junto con setenta de las personas más cercanas, se elevó a pleno día con éxito en la iluminación.
Al mismo tiempo, diez mil personas fueron testigos de la espectacular escena divina. Los altos dignatarios y las personas que no pudieron seguirlo enterraron, con mucho respeto, sus ropas al pie del Monte Qiao. Es lo que constituye en nuestros días el monumento funerario en memoria del Emperador Amarillo en Huangling, Shaanxi.
La leyenda se transmitió de generación en generación y los chinos adquirieron la creencia de que al final de una vida plena, los seres humanos ascenderían al cielo. Por lo tanto creen que sus antepasados también están en el paraíso y los cuidan desde el cielo. Por ello, el pueblo chino los venera y les dedican ceremonias o fiestas particulares. En algunas ocasiones, construyen santuarios dedicados a sus antepasados para poder venerarlos juntos. La "respetuosa veneración" a los antepasados se convirtió en un aspecto importante de la cultura china.