Escuchar una pieza de jazz es lanzar nuestros sentidos a otras latitudes. Sus canciones son como un cohete que nos transporta a otras esferas. Y una de sus mejores características es que existen distintos estilos dentro de él que podemos escuchar en distintos estados de ánimo. El cool jazz es uno de ellos. Aquí te contamos más sobre esa entrañable música.

Empezar con el cool jazz

El cool jazz es una maravilla. Atrás quedan las canciones pesadas que parecían formar más parte del blues que del jazz. Ahora lo que corresponde es tratar de tomarse las cosas con mayor ligereza y con más swing.

Y es esta una de las mayores propiedades del cool jazz: puede hacernos las cosas más ligeras. Así que si se debe hacer una tarea tediosa, difícil, que sabemos que nos costará demasiado, colocar algo de cool jazz nos ayudará a sentirnos mejor.

Tras de ello, podemos todavía tratar de tener pensamientos que puedan hacernos as cosas un poco más sencillas y amenas. El cool jazz es el perfecto compañero para ello: nos ayuda a reposar toda la materia mental inerte que tenemos en nosotros.

Lo que dicen los artistas

John Coltrane es uno de los mejores exponentes del cool jazz, junto con Miles Davis. Es tan genial que sus canciones se consideran parte de un misticismo profundo, moderno, pero muy reflexivo. Oírlo es tan fácil como hacer envios internacionales Online: nos asegurará la velada.

Hace unos años el popular saxofonista escribió que: “En ningún momento hay fin. Siempre hay que imaginar nuevos sonidos, nuevos sentimientos que transmitir. Y siempre, está la necesidad de mantener lo más refinado posible esos sentimientos y sonidos, de manera que podamos ver realmente lo que hemos descubierto en su estado puro, ver lo que realmente somos y poder transmitirlo”.

Son estas palabras muy sinceras y seguras de alguien que se toma la tarea interpretativa con mucha seriedad y sinceridad. Es, en definitiva, un compositor absouto.

La fortuna del jazz

El jazz es uno de los mejores inventos del hombre. Oir jazz es como dejar de estar para pasar a ser. Su fragua es indispensable a la hora de pensar la vida.

Sin jazz no hay un pensamiento que no deje de ser insoportable. Oírlo es extrañarlo a sobremanera. ¿Qué más podríamos pedir?