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Si se unieron los astros para concebir la Navidad es porque al Universo les importa. Quizás fueron necesarios dos planetas para concebir una estrella y dar a luz a un niño pobre
Pero aquella Navidad que nació en un pesebre contiene esos misterios de la vida urbana, una pincelada de pobreza para sensibilizar las almas y ubicar al más humilde en el centro de la majestad que rige la existencia.
Sin embargo como suelen ofrecer algunos estudiosos, esas variantes que nos diagnostican conceptos apropiados a una época distinta. Dicen que dos planetas, Saturno y Júpiter se alinean este 21 de Diciembre, como lo hizo aquel año en que naciera el Niño Rey, formando una estrella brillante que anunciaba el especial nacimiento.
Más ahora, dos mil años después, de aquella travesía en que tres reyes magos, guiados por esa inspiración, atravesaron desiertos para ofrecer sobre un pobre pesebre, ricos regalos para el niño rey. Hoy un Papá Noel rico recorre el mundo dejando regalos a muchos niños que cuyas cartitas parecen ascender al cielo como copos de nieve que dibujan en los ojos de Dios la alegría de ver lleno el mundo de tan bella inocencia que le hacen caer una lluvia de lágrimas que regaran el mundo.
Porque muchas cartitas de niños humildes, como aquel niño pobre del pesebre, sólo llegaran a Dios y no volverán con sus regalos, y una vez más un niño bajará su cabecita y sus ojitos aprenderán humildemente el fruto de la resignación.
Sus caritas sucias miraran el cielo y una vez más olvidarán.
¿Pero recordará Dios? Como aquella vez que el niño del pesebre cautivó su corazón, hoy millones de ojitos, cual estrellas lo miran formando un universo como el mismo que él creó, distantes y silenciosas sin poder comprender porque el papá Noel pasó de largo por su casa.
Pero nunca sus cartitas desgarradas faltaron al correo que recibe Dios, ni sus ojitos dejaron de iluminar las noches del creador como luminares en una noche en que el mundo apaga su bondad y despliega su manto de egoísmo. Como un renovado pesebre en cada noche buena las luces del mundo se encienden pero no para el creador, quien contempla absorto y silencioso los ojos tristes que olvidó la navidad.
Carlos Polleé