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Las noticias falsas se han apoderado de las redes sociales. Desde influir en procesos electorales o manipular los valores bursátiles, todo es posible. Aunque se acusa a Rusia de ser la principal valedora de las «fake news», empresas y gobiernos occidentales, también las utilizan
Queramos o no, vivimos en la época de la posverdad, esto es, estamos sometidos a un bombardeo informativo, muchas veces de noticias de dudoso origen, muchas de ellas falsas.
En esta nueva época de informaciones más que dudosas, se aplica aquello que dijera una vez el ministro de propagada de la Alemania hitleriana, del doctor Joseph Goebbels, que aseguraba que “si se repite 1.000 veces una mentira, esta se convierte en verdad”.
Además, tras estallar los últimos escándalos, se ha demostrado que las noticias falsas como herramienta para el logro de réditos políticos y económicos, no provienen exclusivamente de Rusia, sino de empresas de comunicaciones europeas, como es el caso de la británica Cambridge Analaytica y de AggregateIQ, una empresa canadiense.
Internet, cauce de la libre información
Bien es cierto, que, gracias a la red de redes, ya no es necesario trabajar para un rotativo de gran tirada o a un importante grupo de comunicación, a la hora de poder publicar contenidos en internet.
Sin embargo, convertir eso en la panacea de la libre información, también sería incorrecto, debido a que cada día que pasa, la opinión en internet, está más mediatizada y controlada por un pequeño grupo de grandes emporios editoriales.
La información, el último campo de batalla
Además, la información se ha convertido en arma arrojadiza que se intenta utilizar, y muchas veces se consigue, desde para crear crisis políticas en gobiernos extranjeros, hasta para expandir bulos que haga que una determinada compañía se hunda en bolsa.
El uso de la información, para desestabilizar gobiernos, tiene, actualmente, su principal exponente en los ataques, que, desde Rusia, han intentado influir en la opinión ante las elecciones en diversos países europeos.
El principal potencial que tiene internet, para la desestabilización política, es que se pueden generar miles de noticias sobre un determinado país, que no están controladas por los gobiernos de esos estados.
Las redes sociales, principal «caballo de batalla»
Las «fake news», tienen como principal herramienta de expansión las redes sociales, como puedan ser Facebook o Twitter, con lo que se intenta influir en los procesos políticos de las democracias occidentales.
En el caso de España, están documentados «ataques» que habrían sido efectuados por «hackers» de nacionalidad rusa y venezolana, que han programado «bots» que propagan información publicada en medios en español financiados por el Kremlin, como pueda ser Sputnik o RT.
Además, esos «hackers» son ubicuos y también habrían participado en campañas a favor de la candidatura de Donald Trump en las pasadas elecciones norteamericanas o bien, en el caso del Brexit, habrían esparcido noticias falsas para favorecer la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Los «actores» serían compañías occidentales
A pesar de la ya probada injerencia rusa, si desde el país que gobierna Vladimír Putin, se ha creado el ecosistema, han sido empresas de países occidentales las que habrían perpetrado las campañas para la desestabilización política.
En el caso de la manipulación que habría provocado que Reino Unido abandone la Unión Europea, sería una compañía de ese mismo país, Cambridge Analytica, la culpable de haber inclinado el fiel de la balanza para lograr el Brexit.
Algo parecido habría realizado la empresa en la que trabajaba Christopher Wylie, en las últimas elecciones norteamericanas, operando contra el bando demócrata y favoreciendo la candidatura de Donald Trump.
En este sentido, no hablamos de «actores» comprometidos políticamente, sino de empresas privadas que venden sus servicios de intoxicación en redes sociales, al mejor postor, como es el caso de la canadiense AggregateIQ, que trabajó intensamente en la campaña del Brexit.
Sin respuesta legislativa en Bruselas
A pesar de la ingente cantidad de «fake news» que pululan por la Unión Europea, intoxicando a los ciudadanos comunitarios, todavía no hay una repuesta legislativa de la Cámara de Bruselas.
Desde la UE, se ha informado que la Comisaria de Economía y Sociedad Digitales, Mariya Gabriel, no tiene intención de impulsar ninguna medida legislativa para crear un parapeto europeo contra la extensión de bulos y noticias falsas.
A lo único que se ha comprometido la Comisaria del ramo, es a elevar una serie de recomendación a los estados miembros, pero que no son de obligado cumplimiento.
Dichas recomendaciones aconsejan como combatir la expansión de esas noticias falsas, pero hay se quedan, al albur de lo que decidan los estados.
Han sido empresas de países occidentales las que habrían perpetrado las campañas para la desestabilización política
Centros de estudios ligados a la OTAN
Si se analizan a las instituciones que acusan a Rusia de la extensión de «fake news», como táctica de desestabilización de las democracias occidentales, nos encontramos que en su mayor parte están ligados a la OTAN.
Entre esos centros de estudios, destaca el Atlantic Council, un «think tank» que en noviembre de 2017 publicó Los Caballos de Troya del Kremlin, donde se estudiaba la influencia de las noticias falsas en Alemania, Reino Unido y Francia.
En los primeros meses del 2018, se publicó la segunda parte, que se ha centrado la influencia de la desinformación en Grecia, Italia y España.
Dime quien te financia y te diré que opinas
Si «buceamos» un poco en quien financia al Atlantic Council nos podemos llevar una sorpresa, ya que entre sus principales financiadores están empresas de armamento, empresas energéticas y «fondos buitre».
Entre las empresas del sector armamentístico, nos encontramos con conglomerados industriales dedicados a la última tecnológica bélica, como es el caso de Thales o General Atomic.
Dentro de rubro armamentístico que financia a Atlantic Council, nos encontramos con multinacionales que fabrican aviones militares, como es Lockheed Martin y Boeing, sin olvidarnos de la europea Airbus.
Entre las energéticas que financian a ese centro de estudios, nos encontramos con empresas tan señeras como Chevron, Total, Eni o Frontera Resources, multinacionales que además de Estados Unidos provienen del viejo continente.
En la categoría de «fondos buitre» nos vamos a encontrar con Blackstone, un fondo de inversión que también actúa como «lavadora» de dinero negro de la más pudibunda procedencia.
Apuntan a Rusia
Entre las recomendaciones de los centros de estudios, nos encontramos con que, de cara a España, aconseja que el gobierno, el parlamento y las agencias de seguridad, redoblen su vigilancia la influencia de medios de comunicación rusos en la opinión pública española.
De hecho, el «think tank» indica que una primera actuación, podría ser estudiar la influencia de medios de comunicación dependientes de la extinta URSS, en la crisis catalana.
Las recomendaciones para Estados Unidos, son que dar un impulso a su actividad económica en Europa, mejorar su comunicación en el viejo continente y volver a conducirse con el «poder blando», tan propio de Obama y tan ajeno a Trump.
El Complejo Militar Industrial detrás de la demonización de Rusia
Analizando someramente quién está creando la propaganda, porque de eso se trata, contra Rusia, nos encontramos que el dinero proviene del Complejo Militar Industrial occidental, que quedó indemne después de la caída del Muro de Berlín.
La pervivencia del Complejo Militar Industrial occidental, con un grueso de multinacionales norteamericanas, pero también, aunque en menor número europeas, solo puede justificar su existencia en dos bloques antagónicos.
La función que antes desempeñaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ahora la realiza Rusia, lo que justifica presupuestos militares en los países occidentales de miles de millones de dólares.
El lenguaje nos delata
La industria bélica, necesita de guerras que justifiquen la producción y al mismo tiempo una amortización sostenida de artefactos bélicos; pero ahora esas guerras se convierten en «misiones humanitarias» y «campañas antiterroristas».
Al mismo tiempo, los estados involucrados en dichas guerras, ya sea bajo el paraguas de la OTAN o con un único actor que sea Estados Unidos, han hecho también un uso inmoderado de la propaganda y las noticias falsas.
Cabe recordar, por ejemplo, la guerra de Irak, que se justificó ante la opinión pública internacional, porque el régimen de Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, hecho que luego se demostró que no era cierto.
Además, la información se ha convertido en arma arrojadiza que se intenta utilizar, y muchas veces se consigue, para crear crisis políticas en gobiernos extranjeros