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Nuestro anterior artículo “Santiago de Compostela, Galicia y Prisciliano” ha desatado la curiosidad de algunos lectores, lo que nos obliga a seguir ampliando un tema, que ya ha dado mucho que hablar a lo largo de los siglos
Aclarar que el artículo anterior inicialmente estaba formado por tres artículos que hemos resumido en uno, así que al final nos vemos en la obligación de ampliar nuestra base argumental (ver enlace)
Cuando se habla de Prisciliano, se asocian dos elementos importantes la cultura de los celtas y la introducción del cristianismo romano en la Gallaecia (Galicia).
A su vez hay que tener en cuenta que estamos ante el cristianismo en estado primitivo y Prisciliano necesariamente tuvo que conocer y beber de las fuentes de ese cristianismo, de ahí la importancia de los Manuscritos de Nag Hammadi a los que me referí a mi ensayo “De Abrahán a la yihad matando para redimir los pecados” (ver enlace).
Manuscritos de Nag Hammadi, o Evangelios Gnósticos, de la iglesia copta egipcia
La importancia de la Biblioteca de Nag Hammadi, reside en su antigüedad y en su fidelidad a los orígenes del cristianismo ya que gran parte de los evangelios conocidos, son recopilaciones posteriores, ampliadas y corregidas en varias versiones y en varios idiomas hasta la publicación de la Vulgata en el siglo IV.
Se trata de doce códices de papiro, encuadernados en piel, que contienen los textos primitivos de los coptos cristianos y otros escritos de carácter gnóstico que van del siglo I al siglo IV de la era común, tiempo en el vivió Prisciliano. Su importancia reside en su "pureza" ya que no están contaminados por otras versiones y pertenecen a una rama de la iglesia católica distinta a la romana.
Al igual que la Torá y la Tanaj aparecen tarde, los primeros escritos sobre los cristianos no aparecen hasta el siglo tercero de la era común y van a ser depurados y rechazados en gran parte, para construir un texto nuevo en boca de los llamados Evangelistas, luego Prisciliano es anterior a ese texto.
Los romanos tardaron tres siglos en crear una religión de Estado a su medida
Los llamados evangelistas cuando hacen referencia a las primeras persecuciones de los cristianos, olvidan de forma intencionada o mal intencionada, que los romanos no distinguían entre creyentes judíos y creyentes cristianos, entre otras cosas porque los cristianos eran una facción judía que tardaría en aparecer a la luz pública tres siglos más tarde.
El mundo copto cristiano fue el origen de los monjes y de los monasterios con la aparición en el siglo IV de los llamados Padres del Desierto y Madres del Desierto.
Bautizados como Anacoretas, Ermitaños y Monjes, estos hombres y mujeres abandonan las ciudades del Imperio Romano, para establecerse en el desierto dedicados a la meditación y a la oración -según algunas fuentes cristianas- pero todo parece indicar que pasaron a formar parte de las leyendas de los considerados mártires y santos del cristianismo primitivo, a los que debería pertenecer Prisciliano.
A las Madres del Desierto, se las anuló y se les llegó a prohibir el ejercicio de los oficios religiosos, al ser consideradas impuras. Este feminismo cristiano primitivo fue abortado y borrado de la historia, hasta nuestros días, relegando a las mujeres a un papel secundario y dependiente de la autoridad de los hombres.
Las llamadas Madres del Desierto, se dice que llegaron a congregar a más de 400 seguidoras en un solo monasterio o convento, al que algunos autores llaman cenobio, en el siglo IV. Entre ellas, la iglesia copta destaca a Sinclética de Alejandría, a la que se atribuye la obra Apophthegmata Matrum, sobre la que poco se sabe, debido a su escasa difusión, pero la iconografía copta menciona a muchas de estas mujeres como "ammas" (madres), en torno a las cuales se han recreado las correspondientes leyendas al convertirlas en Santas.
De lo que no cabe la menor duda es que estos hombres y mujeres fueron los precedentes de los monacatos y conventos de clausura, cuyo antecedente más próximo -a su vez- se encuentra en la comunidad de los Terapéutrides, que dieron pie a ser calificados como curadores de cuerpos, tal como cita el filósofo judío Filón de Alejandría (15 a 45), al llamarlos filósofos terapeutas, en su obra De vita contemplativa en la que se puede ver un claro paralelismo, cuando no una referencia a las primitivas comunidades cristianas, que el mismo autor, ha querido asociar con los curadores de almas, entre los cuales estaría Prisciliano.
Luego el paralelismo entre los primitivos cristianos coptos y el priscilianismo es más que evidente.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro