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La visita de Himmler a España para preparar la entrevista de Hitler a Franco y la búsqueda del Santo Grial en Montserrat

28/01/2016 06:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El año 1940 cuando Franco estaba a punto de entrar en la guerra al lado de Hitler, hubo un acontecimiento más importante: la búsqueda del Santo Grial por parte de Heinrich Himmler en Montserrat. Esta es la historia de esos días

 

El 30 de octubre de 1940, Adolf Hitler se entrevistó con Francisco Franco en la estación de tren de la localidad de Hendaya (Iparralde), con el fin de analizar una posible intervención española en la Segunda Guerra Mundial a favor de las fuerzas del Eje, sin llegar finalmente a alcanzar resultados significativos por las desmedidas peticiones que el caudillo exigía - cesión a España de territorios de Francia y de Marruecos, material bélico sobre todo aviones, concesiones diplomáticas y dinero- que el Führer no podía satisfacer, a costa de otros países, y de la sumisión de Inglaterra. Aparte de Gibraltar español, naturalmente. Hitler le contestó que tenía que hablar con el mariscal Petain y con Mussolini antes y en cuanto a material bélico Berlín empezó a hacer envíos a España desde el día siguiente. Pero la campaña de Inglaterra, que ya había emprendido Luftwaffe de Goering, hizo posponer posteriores conversaciones y para su campaña de Rusia, Franco  preparó a su División Azul que meses después combatió en el frente ruso contra el soviet.

Unos días antes de la entrevista  de Hendaya, Heinrich Himmler había viajado a España para, entre otras cosas, entrevistarse con Franco. Evidentemente, el Reichsführer de las SS se hizo cargo de las cuestiones de seguridad de Hitler y a muchas otras cosas como tratar las crecientes relaciones policiales hispano-germanas, las conexiones con la Gestapo, así como recabar datos de carácter místico-ocultista. No obstante, los informes oficiales dieron la impresión de que la visita del Reichsführer de las SS era principalmente una escapada turística. Heinrich Himmler comenzó su visita oficial a España en San Sebastián, el 19 de octubre de 1940.

El 20 de octubre de 1940, Himmler llegó en tren a Madrid. Según el Völkischer Beobachter, que había fundado  Goebbels, las calles que conducen a la Estación del Norte estaban repletas de gente al lado de falangistas uniformados junto a unidades de la nueva policía franquista, alineadas hasta el Ritz. Las banderas nazis y españolas ondeaban por todo Madrid para celebrar el acontecimiento. El Reichsführer de las SS fue saludado con entusiasmo por la población a lo largo del trayecto de su coche por las calles de la capital con José Finat y Escrivá de Romaní, Conde de  Mayalde, Director de Seguridad, y artífice la visita que vestía con uniforme falangista (boina roja y camisa azul).

Desde San Sebastián, Himmler se dirigió a Burgos. El alcalde publicó un bando muy rebuscado animando a los burgaleses a participar en los actos públicos previstos con motivo de su visita.

Ese mismo día, Himmler fue recibido por Franco, y por la tarde acudió a una corrida de toros organizada en su honor (se dice que se mareó durante la corrida). El 21 de octubre, Himmler fue a Toledo para visitar ruinas históricas, como el mítico Alcázar de Toledo, donde le recibió el general Moscardó. Toledo se había convertido en lugar de peregrinaje heroico para los vencedores de la Guerra Civil Española.

El 22 de octubre, el Reichsführer visitó el museo arqueológico de Madrid, estudió meticulosamente un mapa de las invasiones germanas y le pidió al director del museo varias copias de algunos materiales  expuestos.

El Reichsführer de las SS buscaba materiales para su Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana, formada por arqueólogos y antropólogos. Era una sociedad presidida por el propio Himmler, trataba de demostrar mediante la arqueología y otras disciplinas la supuesta superioridad de la raza alemana.

Por la tarde, Himmler intervino en un encuentro con la sede del NSDAP (Partido Nacionalsocialista de Alemania) en Madrid, en el que hizo preguntas a sus compatriotas alemanes residentes para saber sus impresiones sobre su viaje y la visita del Fuhrer.

Lo cierto es que el viaje de Himmler a España también tuvo un carácter ocultista, que quedó reflejado en ciertas citas de la agenda del Reichsführer de las SS: visitas a las excavaciones visigodas de Castiltierrra en Segovia, al monasterio de El Escorial en Madrid, a la judería de la ciudad de Toledo (con un interprete) y al monasterio de Montserrat, tratando de buscar lo más ansiado Santo Grial. El ocultismo y la política se entrelazaban en la mente del misterioso Himmler.

Muchos de los más cualificados dirigentes del nazismo fueron gente iniciada en los secretos del ocultismo o formaron parte de algunas sociedades esotéricas.

Había una sección oculta de las SS nazis, a Ahnenerbe (Organización de antropólogos y arqueólogos nazis al servicio del ocultismo de las SS) que siguió el rastro del Santo Grial y de Arca de la Alianza (un cofre sagrado que se encontraba en el Santísimo del tabernácula y aparece mencionado en varias ocasiones en la Biblia). Pensaban que obtener estos dos objetos supondría el éxito de la civilización aria por el increíble poder que les otorgaría.

La Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana) fue una sociedad paranormal, algo así como una secta, creada por Heinrich Himmler (comandante en jefe de las SS). De entre estas fábulas de intentar buscar objetos sagrados para llenarse de poder y controlar el mundo entero también había otros proyectos que rozaban la locura, como el de sustituir el cristianismo por una nueva religión alemana. Es por eso que perseguían a los católicos pero también a los judíos.

Pero yendo a la historia que nos interesa, la del Santo Grial en España, las “investigaciones” realizadas por el equipo secreto de las SS les llevó a suponer que José de Arimatea transportó este objeto sagrado a Europa, que después fue custodiado por los cátaros en Francia. Otto Rahn, otro miembro de la Ahnnerbe buscó y rebuscó pero no halló nada. Las nuevas investigaciones llevaron a Himmler a España, concretamente al monasterio de Montserrat preguntando por el Cáliz (como quien pregunta por el resultado de un partido de fútbol). Él mismo quiso recorrer todos los túneles subterráneos de la montaña, pero el padre Ripol no le dejó.

De entre todos los «objetos de poder» que buscó la Ahnenerbe, la pieza más codiciada por la sección ocultista de las SS era el Santo Grial, que utilizó Jesús en la última Cena y que recogió su sangre cuando moría crucificado. Se supone que José de Arimatea, que en la Biblia es el personaje que ayudó a Jesucristo a llevar la cruz. Arimatea se quedó con el Grial según la leyenda y luego lo llevó a Europa, y que los cátaros fueron los últimos en guardarlo en el Languedoc francés. Allí, en las ruinas de Montsegur, lo buscó infructuosamente uno de los miembros más destacados de la Ahnenerbe, el ocultista Otto Rahn. Tras el fracaso de este gurú del esoterismo nazi, Himmler visitó el monasterio de Montserrat y preguntó por el Cáliz. Como señalan los historiadores, el «reichführer» quiso visitar los pasadizos subterráneos de la montaña, muy cercana a Montsegur, pero el padre Ripol, que hacía de guía, rechazó la solicitud.

Himmler exigió ver todos los documentos del monasterio que estuviesen relacionados con el Cáliz. Ante la negativa del padre Ripol, Himmler gritó: «¡Todo el mundo en Alemania sabe que el Grial está en Montserrat y ustedes me van a impedir verlo!».

Himmler mostró su interés en saber si la biblioteca de los benedictinos atesoraba algún documento en torno a la obra de Von Eschenbach. Los monjes lo negaron.

El «reichführer» se negó a besar la imagen de la Virgen negra de Montserrat, la Moreneta, y demostró su audacia cuando «mientras durante la visita del museo del monasterio, al ver unos restos de un hombre íbero muy corpulento, dijo que se trataba sin duda de un guerrero nórdico. Cuando el padre Ripol le explicó que era un íbero, no un nórdico, el nazi aseguró enojado que los íberos eran oriundos del norte de Europa».

Pero todos los nazis eran fanáticos de esas historias. Tal era el caso, por ejemplo, de Alfred Rosenberg, uno de los principales ideólogos del nazismo y cualificado miembro de la Sociedad Thule, que, aunque definida como una asociación para promover el estudio de las tradiciones germánicas, Era en realidad un centro de reunión de importantes ocultistas.

El cine se ha encargado de hacer ficción de cosas que ocurrieron en esos tiempos

El propio Adolf Hitler, cuyo interés por el ocultismo es bien conocido, se sintió atraído por la presunta fuerza de determinados objetos. Se cuenta que durante su juventud pasaba horas extasiado ante una vitrina del museo del palacio Hofburg (Viena) donde se guardaba la llamada Lanza de Longinos  que, según la tradición, habría utilizado el centurión romano para lancear el costado de Jesucristo en la cruz.

También es sabido que la infancia y la adolescencia de Rudol Hess transcurrieron en Egipto donde entró en contacto con algunas de las escuelas esotéricas allí existentes y llegó a recibir grados de iniciación. Una vez en la Alemania que contempló el ascenso del nazismo, alcanzó fama de ser un solvente ocultista.

Por su parte. Heinrich Himmler vivió obsesionado con hacerse con determinados objetos considerados eficaces talismanes con el fin de alcanzar el poder que se les atribuía. Himmler fue, además, un ferviente defensor de la metempsicosis y se consideraba la reencarnación del emperador Enrique II Hohenstaufen, apodado "el Pajarero".

Himmler, caballero del Grial, fundador de las SS, la policía política del régimen nazi, estaba convencido del papel dominador que la raza aria habría de ejercer sobre los demás pueblos del planeta y de que esa supremacía se convertiría en algo indestructible si los nazis conseguían apoderarse de algunos objetos dotados, presuntamente, de un poder legendario. Se afirma que su obsesión por el ocultismo alcanzaba límites insospechados y que siempre viajaba con libros relacionados con el esoterismo, entre ellos el famoso Parcival, de Wolfram von Eschenbach.

Pues bien, convertido en uno de los hombres más poderosos de la Alemania nazi, Himmler creó en 1935 la Ahnenerbe, denominación con la que se bautizó a la Sociedad de los Estudios para la Historia Antigua del Espíritu, a la que se conocería también con el nombre de "Herencia de los Ancestros". En su seno se constituyeron diversos departamentos especializados en investigar los antecedentes históricos de la raza alemana, rescatar sus tradiciones y difundir entre la población la cultura tradicional del pueblo germánico. Otro de sus departamentos, probablemente el más famoso, fue el de arqueología germánica, al que se encomendó la realización de extrañas expediciones con el propósito de buscar reliquias o talismanes a los que se atribuía un extraordinario poder, como el Arca de la Alianza o el Grial.

La obsesión de Himmler por poseer el Grial llevó a los nazis a una sistemática búsqueda por todo el Languedoc francés, siguiendo las tesis formuladas por el investigador Otto Rahn. Éste recogió las leyendas que se conservaban en la tradición oral de los pastores de aquella comarca y consultó las obras de los eruditos locales, entre ellas las de Antoine Gadal, que le sirvieron de gran ayuda.

Tras establecer importantes conexiones entre los cátaros, los templarios y los trovadores, Rahn llegó a la conclusión de que las alusiones al Grial contenidas en el Parcival de Von Eschenbach tenían un trasfondo histórico que iba mucho más allá de los valores puramente literarios del poema. Así, interpretó que el castillo de Montsalvatsche al que se alude en el famoso poema podría ser la fortaleza de Montségur, porque, según el poeta medieval, solamente la condesa Esclaramunda de Foix, cátara y propietaria del castillo, era digna de portar el Grial.

Montségur fue precisamente el último bastión de los cátaros, contra los que el papa Inocencio III había decretado una Cruzada en 1209. La fortaleza cayó en 1244. Pero, según la tradición, antes de la rendición algunos cátaros consiguieron descolgarse por la ladera más inaccesible de la montaña, llevándose el Grial con la misión de ponerlo a salvo. Poco después, los huidos hicieron señas desde un monte próximo, indicando que habían culminado con éxito su empresa. Entonces los defensores de Montségur se rindieron a los sitiadores, quienes los quemaron en una gran hoguera que habían levantado en un lugar que desde entonces es conocido con el nombre de Camps des Cremats.

Rahn buscó la preciada reliquia en las cuevas de los alrededores porque, según creía, si los defensores de Montségur habían visto las señales de sus compañeros, éstas habrían tenido que ser efectuadas desde un lugar cercano, en el que habían depositado el Grial.

Sin embargo, al igual que algunos de los más cualificados esoteristas del círculo interior de la Sociedad Thule. Otto Rahn nunca descartó la posibilidad de que el Montsalvatsche citado por Von Eschenbach fuese también la forma de designar a la montaña de Montserrat, en las proximidades de Barcelona. A esta idea con tribuyó sin duda la condesa Miryanne de Pujol-Murat, una aristócrata catalana que se creía descendiente de la última noble cátara, Esclaramunda de Foix, y que con frecuencia acusó a la Iglesia católica cristianizar el símbolo del Grial y a  Ignacio de Loyola de sustituir interesada mente Monségur por Montserrat, identificándola como el verdadero escondite del Grial.

Aunque ninguna de sus afirmaciones contó nunca con respaldo histórico, Otto Rahn siguió los dictados de su mentora. No en vano, ya en la Cataluña de la década de 1930 varios escritores habían alimentado la idea de Montserrat como refugio del Grial. Autores como Manuel Muntadas Rovira o Marius André subrayaron esa idea en sus textos. Y de ahí a interesar al mismísimo Himmler quedaba ya sólo un paso...

Himmler fue recibido por el capitán general de Cataluña, el general Orgaz, además de un numeroso séquito, del que formaba parte el general de las SS Karl Wolf -otro individuo obsesionado con el Grial y muy relacionado con los círculos ocultistas del nazismo-. La visita no estuvo exenta de incidentes. A su llegada al monasterio, el poderoso reichführer se encontró con la negativa a recibirle de los máximos responsables de la comunidad, los padres Marcet y Escarré, que no quisieron ejercer de guías del jerarca nazi alegando que no hablaban alemán.

La actitud de los benedictinos, que encomendaron la tarea a un joven monje, produjo un momento de fuerte tensión y la irritación de las autoridades franquistas.

No acabaron aquí los incidentes, ya que al todopoderoso jefe de las SS le  robaron una cartera de la suite del hotel Ritz, donde se alojó durante su estancia en Barcelona. El escándalo fue monumental, aunque la policía franquista procuró que no se difundiese la noticia de un robo que la dejaba en muy mal lugar, dadas las connotaciones que concurrían.

Sin embargo, pese a que las autoridades pusieron un particular empeño ya que se movilizó a toda la policía de Barcelona, la cartera nunca se encontró. Corrió el rumor de que contenía importantes documentos relacionados con el Grial e incluso se afirmó que en ella se guardaban unos antiguos planos de Montserrat en los que podrían estar señalados los puntos clave para hacerse con el Grial. Se barajaron varias posibilidades respecto al robo, entre ellas la de que éste hubiera sido perpetrado por el servicio secreto británico, que por aquellas fechas tenía algunos destacados agentes en Barcelona. Ésta era una versión que convenía a la desconcertada policía franquista, ya que señalaba a uno de los mejores servicios secretos del mundo, lo que hacía menos penoso el oprobio que había caído sobre ellos a los ojos de sus alarmados jefes.

Lo cierto es que la cartera del führer nunca apareció y, en consecuencia, tampoco se supo cual era su contenido. Un suceso que ha permitido alimentar todo tipo de especulaciones.

Y la historia sigue. El cine se ha encargado de la búsqueda y hallazgo del Santo Grial pero no para los nazis.

Hay gente en Madrid que dice que de haberse hallado el cadáver de Hitler que se suicidó en 1944 en el búnker de Berlín y luego quemado por sus ayudantes habría sido enterrado en al Valle de los Caídos junto al Caudillo.

 


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