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En un año donde la gente forjó muchas expectativas y promesas emprendedoras para su vida y ciertos colectivos, la naturaleza y las causas humanas se hicieron presentes para frenar de golpe todas estas intenciones que se relacionaban con la simbología del año vigente
La inmediata llegada del 2020 fue muy celebrada por todos los habitantes del mundo, con la misma emoción de años pasados pero con diferente inspiración, pues vieron en él una oportunidad simbólica de construir proyectos, formar nuevas carreras y partir con novedosos estilos de vida que le dieran un viraje al patrón del decenio pasado. Sin embargo, lo que pocos auguraban, era vivenciar un año fatídico cargado de adversidades y complicaciones para el plan de vida que se estaba creando.
Escépticos o no de la numerología, el número 20 representa "la naturalidad y el apoyo al esoterismo y las distintas mancias" (Jaime, 2016), que, en palabras comunes, nos da a entender que la expresión de este número se relaciona con el secreto y la adivinación, en tal sentido que se puede ocultar a lo descubierto por la ciencia. Por lo tanto, los hechos acaecidos en el primer tramo del año no deberían extrañar a los partidiarios de lo espiritual, pero también, pueden significar un mensaje que la naturaleza hace valer.
FUEGOS Y DEVASTACIÓN NATURAL
Desde los primeros días del año ya se temía por la vehemencia con la que se manisfestaba el planeta, pues varios incendios de grandes magnitudes azotaron la zona este y sur de la gran isla australiana, afectando al 57% de los australianos en sus condiciones de vida, a miles de viviendas al ser destruidas, a cientos de animales y más de 4 millones de hectáreas arrasadas por la intensidad del fuego; efectos que se traducen en el miedo de las personas para habitar su territorio, la reconstrucción de zonas, ahora con la necesidad de ser más seguras, y, sobre todo, la configuración climática de una región común al calor, a la vez que la regeneración de un ecosistema vencido por la misma naturaleza.
Y no sólo eso, también en Chernóbil, ciudad al norte de Kiev, la capital de Ucrania, sucedieron, a mediados de abril, una serie de incendios de fuego abrasador que alertaron a todas las instituciones gubernamentales del país, no sólo por las impresionantes quemaduras que dejaban a su paso, sino, al mismo tiempo, porque consigo arrastraban partículas de isótopos radioactivos aún no extintos del antiguo accidente nuclear en el Reactor 4 de la planta en 1986, efecto el cual pudo haber lastimado la calidad de vida de los habitantes de no ser por el esfuerzo de cuerpos de bomberos y la ayuda de las lluvias.
Por otro lado, sobre la propia línea de desastres, en Indonesia, dentro del mismo mes de abril, ocurrió uno de los hechos que mantiene más preocupados a los científicos y geológos del mundo, la erupción del volcán Anak Krakatoa, estructura de la tierra que en 2018 dejó 439 personas muertas a causa de un tsunami provocado por otra expulsión de magma; y, aunque no se tienen registros de fallecidos hasta el momento, esta manifestación de la naturaleza fue el sustento con el que el 'Anillo de Fuego del Pacífico' despertó en la misma semana que el volcán asiático, sólo que no alcanzo a producir tanta intensidad como para desecandenar tsunamis y demás accidentes.
El 2020 ha llegado desenfrenado para arruinar la continuidad de la vida como la conocía el siglo XXI en los últimos años
TENSIÓN INTERNACIONAL
De igual modo, el mes de enero tuvo otras alarmas que desestabilizaron el mundo y generaron un ambiente muy adverso para prosperar en el trato de las naciones, puesto que lo que se venía pronosticando, sucedió: Ataques bélicos directos, y oficialmente reconocidos por los implicados, entre Estados Unidos e Irán, donde el primero, en una operación de inteligencia y rastreo, dio muerte el 3 de enero de 2020 al genereral Qasem Soleimani, una figura de la Fuerza Revolucionaria sumamente relevante en la conducción del ejército iraní; tras realizar un bombardeo en los alrededores del aeropuerto de Badgad, capital de Irak, bajo la orden del Presidente Donald Trump. Asimismo, como era de esperarse, el Gobierno Iraní tomó las medidas de respuesta que la situación mundial le permitió cometiendo, primero, el ataque a dos bases militares de los norteamericanos ubicadas en Irak -que significaron la muerte para más de 80 personas- y, horas después, derribando un avión comercial que despegó en su propia tierra, afirmando que eran actos de represalia para vengar a su general. Una encrucijada no muy beneficiosa para las intenciones de la Organización de las Naciones Unidas.
Por su parte, todavía en Medio Oriente, persisten combates entre diversas fuerzas armadas de países tales como Líbano, Yemen e Israel, territorios en dónde se agudizan las luchas y se empeoran las infraestructuras de los Estados y las condiciones de vida para las personas, dado que son pocos los centros de asistencia médicos que quedan, demasiadas las zonas comunes y privadas destruidas e incontables la cantidad de suministros saqueados para darle continuidad a la guerra, incrementando así los ingredientes que el planeta prepara para su platillo fuerte.
LA RÁFAGA DE VIRUS
Y como en toda historia hay un protagonista, el del 2020 ha sido el COVID-19, fenómeno natural que, más alla de su origen artificial o espontáneo, ha repercutido como una plaga en cada esfera de desarrollo de la vida en el mundo: económica, política, ambiental, de salud, social, humanitaria y deportiva, dando posibilidad a que las acciones de TODOS los Estados constituyentes del globo se hayan puesto en 'stand by' y frenaran el acelerado y frenético ritmo que muchos dirigentes llevaban en sus mandatos.
Sin ncesidad de profundizar mucho en esta materia, pues todas las miradas de los humanos giran en torno a ella y hay muchos medios más capacitados para tratar los elementos que se desprenden de la coyuntura, queda enunciar la facilidad con la que esta enfermedad desplomó los planes de la humanidad, no por el hecho de causar un confinamiento que inhiba muchas acciones que antes se hacían en la calle, sino por el abrupto cambio que instauró en la mentalidad de las personas, entregándoles a sí mismos, en modo de ráfagas, mensajes subliminales que muchos no tenían en consideración anteriormente.
Ya para cerrar, vale recalcar que esto es sólo un poco de la vasta respuesta que nos ha guardado la Tierra por el abuso que hemos vulnerado en su contra, esperando que con esto se demuestre quién tiene el verdadero poder. Veremos qué sucede a medida que avanza el infatigable año.