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La foto de abajo, la mayoría de los chinos no la han visto nunca: está prohibida por el régimen en el poder. Para el resto del planeta es un emblema; un hombre solo y desarmado enfrentándose a una columna de tanques
Por Lucía Aragón
Hace 20 años, lo que empezó el 15 de abril como una pacifica manifestación de varios miles de estudiantes en duelo por la muerte repentina del reformista Hu Yaobang, terminó dramáticamente 7 semanas más tarde con violencia, derramamiento de sangre y represión. El gobierno comunista chino, prefirió responder con tanques el llamado de la sociedad, cientos de miles de habitantes de Pekín, que protestaban en contra de la corrupción de los funcionarios y pidiendo reformas democráticas.
La impresión de la agresión fue doblemente traumática pues muchos chinos contagiados por la frescura de este movimiento estudiantil, se atrevieron a tener esperanzas, los regímenes comunistas de Europa del este empezaban a colapsar, además la visita en mayo a China de Mijaíl Gorbachov y con ello la presencia de periodistas extranjeros que cubrirían esta visita, les daría la ventaja de poder expresarse con cierta libertad.
Las protestas no solo se localizaron en Pekín sino también en otras ciudades como Shanghái, Nanjing y Guangzhou, algo sin precedentes desde la llegada al poder de Mao en 1949. Casi 100 millones de chinos participaron de una manera u otra. El 17 de mayo de 1989, por ejemplo, 1, 2 millones de estudiantes, obreros, funcionarios e intelectuales se manifestaron en Pekín, concentraciones importantes se llevaron a cabo en casi todas las provincias o regiones. Las protestas continuaron aún después de que el régimen declarara la Ley marcial y mandara miles de soldados armados.
El 25 de abril Den Xiaoping afirma que el movimiento busca derrocar al partido comunista y lo describe como “disturbio contrarrevolucionario”. Los Niños del Dragón, publicado en 1990 por la ONG Derechos Humanos en China, capta las voces de algunos sobrevivientes entre ellos Cao Xinjuan, entonces un escultor en Pekín, dijo: “Intentamos decirles a los soldados que ninguno pensaba en derrocar al gobierno. Solo queríamos deshacernos de la corrupción. Queríamos reformas políticas”.
El 24 de junio de 1989, Jiang Zemin es oficialmente puesto en el trono de China, con las consecuencias represivas que traería a otro movimiento, esta vez espiritual, de Falun Gong
Zhao Ziyang, reformista y Secretario general del Partido comunista en esa época, entabló el dialogo con los estudiantes, no era bien visto por el ala ultraizquierdista del partido. Así el 19 de mayo de 1989 va a Tiananmen a suplicar llorando a los estudiantes que dejaran su huelga y abandonaran la plaza. Fue su última aparición en público, pues días después el 26 de mayo fue derrocado y puesto en arresto domiciliario durante16 años hasta su muerte en enero del 2005.
Al quitar del camino a los reformistas, los caciques del partido deciden evacuar la plaza de cualquier manera. La noche del 3 al 4 de junio, el ejército lo lleva a cabo, con la condena y sanciones internacionales. El número de muertos se desconoce hasta hoy día, 241 muertos según la municipalidad de Pekín, muchos miles según los defensores de derechos humanos. Para el régimen chino, la masacre es un tema tabú, ni flores ni coronas para los muertos.
Hu Ping, líder del movimiento estudiantil de 1989, observó: “El espectacular movimiento en pro de la democracia de 1989 demostró elocuentemente que el pueblo chino perseguirá la democracia y la libertad con compasión y auto-sacrificio.”
El 24 de junio de 1989, Jiang Zemin es oficialmente puesto en el trono de China, con las consecuencias represivas que traería a otro movimiento, esta vez espiritual, de Falun Gong.
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Las protestas no solo se localizaron en Pekín sino también en otras ciudades como Shanghái, Nanjing y Guangzhou, algo sin precedentes desde la llegada al poder de Mao en 1949