MI PALESTRA.

LA PATRIA Y DANILO. GERMÁN MARTINEZ.

Un hombre que por mandato de su pueblo lleva sobre sus hombros la responsabilidad de bien dirigir los destinos presentes y futuros de su patria, tiene que sentirse orgulloso y agradecido, le han dado la oportunidad de ser el primero entre sus iguales, y merita esa confianza ser no solamente inteligente y prudente, sino valeroso y audaz con comedimiento.Danilo Medina es el dominicano que eligieron sus compatriotas para dirigir por cuatro años sus destinos, confiados en que lo haría bien, en su largo trabajo político, en su capacidad intelectual, y sobretodo en su valor y en su amor por la patria que le viera nacer y desarrollarse.Quisieron, mandados por fuerzas mucho mas poderosas, sindicar al país como racista, enemigo del pueblo y desarrollo de los haitianos, hacedor y propulsor de leyes que le quitan derechos, y muchas otras cosas, la voz se quiso elevar en un cónclave internacional, quizás el escogido no fue el mejor, l pero no contaban con la voz y la presencia del líder de los dominicanos que raudo, valeroso y hasta cortés en cierta medida, dio respuesta a la infamia, mandado a quien osaba cuestionarnos a dirigir los destinos de su país, porque en verdad hubiera sido mejor mandarlo a otra parte, pero la educación prohíbe ciertas palabras que como dominicanos utilizamos en la intimidad y que todos conocemos.No le hemos quitado nada a nadie, porque no se quita lo que no se tiene, hemos sido solidarios en demasía, y hemos soportado con valor y hasta con demasiada diplomacia ataques y acusaciones desconsideradas de quienes si hubieran podido, ahí esta historia, nos hubieran borrado del mapa, pero ya no debemos seguir callando, ni soportando, la voz de Danilo convertida en grito de patria nos convoca a seguir siendo educados, pero ya a no soportar mas ofensas ni mas insultos.La patria se levantó y remontó los cielos, y el grito de respeto y soberanía nos llegó a todos, porque la voz de Danilo se hizo patria, y aquí le respondimos como lo hubiera hecho Duarte, haciendo presencia y eco, para que nadie alegue ignorancia.