El segundo de los naufragios de inmigrantes cerca de la isla italiana de Lampedusa, que provocaron al menos 400 muertos esta última semana, no era de africanos de Mali o de Sudán, como el primero, sino de árabes mayoritariamente sirios.

Como los náufragos anteriores, habían zarpado de Libia, controlada en gran parte por bandas de yihadistas, tras ser liberada en 2011 de su dictador durante 42 años, Muamar el-Gadafi, con ayuda militar occidental, incluyendo la de Rodríguez Zapatero.

En Siria, los occidentales también apoyan la caída de dictador Bashar al-Asad, que gobierna el país desde 2000 tras los treinta años de dictadura de su padre, Hafed.

Estas intervenciones multiplican las guerras santas islamistas y provocan la huida hacia Europa de grandes masas de refugiados que requieren vivienda, alimentos, atención médica, educación y otras ayudas sociales.

Un problema añadido: los servicios secretos occidentales saben que Al-Qaida introduce entre ellos agentes que algún día atacarán a quienes los acogen.

Este temor, unido al empeoramiento de los servicios sociales, porque se incrementa la demanda sobre unos presupuestos limitados, está provocando el renacer de la extrema derecha, como el Front National, que quizás sea ya el primer partido político francés.

A la vez, propicia el hundimiento de la izquierda, aunque en Francia su ministro de interior, el socialista Manuel Valls, se propone expulsar a los gitanos del este europeo por ser poco integrables, cuando lo son más que los otros refugiados.

No hemos aprendido del fracaso de Bush y sus aliados, incluyendo Aznar, en Irak, donde creían poder cambiar dictadura por democracia.

Obama Y sus asociados tratan de democratizar a Libia y Siria, entre otros países musulmanes, y el resultado es el incremento del terrorismo yihadista, la huida de poblaciones enteras, la muerte de muchos, y el crecimiento de la extrema derecha.

------

SALAS