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Al margen de lo excéntrico del film que nos narra las andanzas del famoso bróker de Wall Street, Jordan Belfort, podemos ver una magnífica definición de riesgo moral.
Belfort, como cualquier individuo racional definido por Adam Smith, busca el interés y beneficio propios, sin importarle el resto de agentes.
Esto le conduce a vender acciones y bonos "basura" de alto riesgo a inversores particulares, aprovechándose de que son las que más comisiones pagan, a sabiendas de que en el 90% de los casos, generarán pérdidas para los inversores.
Eso es lo que conocemos como riesgo moral en el ámbito financiero. Apostar fuerte y arriesgar al máximo, total, el dinero es de otro.
Las comisiones se las lleva gane o pierda el inversor, por lo que el bróker siempre gana y a partir de este concepto de riesgo moral, Belfort, construyó su particular imperio en Wall Street, hasta que la justicia tomó cartas en el asunto.