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En Longtoushan, la pequeña localidad donde tuvo el epicentro el terremoto que el domingo sacudió el suroeste de China, varias familias lloran sus pérdidas ante unos 150 cuerpos tendidos en el suelo, envueltos en mantas, mientras sigue la búsqueda de supervivientes.
"¿Qué voy a hacer con mi nieto?", se lamentaba el lunes por la noche un hombre, Huo Yicai, por el niño, de cuatro años, que se encuentra junto a su madre entre los cuerpos que yacen sobre el asfalto envueltos de forma rudimentaria en sucias telas.
Son algunas de las más de 400 personas que perecieron en el terremoto de magnitud 6, 1 que el domingo golpeó esta región montañosa de la provincia de Yunnan, en el suroeste de China. La pequeña localidad de Longtoushan, de unos 50.000 habitantes, fue el epicentro del temblor y la más afectada.
Entre los escombros y bajo una fuerte lluvia, varias tiendas de campaña dan cobijo a los residentes víctimas del siniestro. "Mi vivienda se hundió, mi nuera quedó bloqueada en el interior y no pudo salir", lamenta entre sollozos una de las mujeres refugiadas en las tiendas. "Ya no tengo casa. Tampoco tengo juguetes. Tengo mucho miedo", reconoce Tang Xiao, de siete años, que se protege de la lluvia bajo una tela junto a otros niños.
Ninguna de las viviendas de Longtoushan salió indemne del temblor del domingo. Muchas de ellas, construidas con madera y ladrillos, se hundieron.
Este martes al amanecer se retomaron las labores de recuperación entre los escombros, con la esperanza de encontrar a los últimos supervivientes.
- "Nadie se ha librado"-
Li Shanyan, de 35 años, mira con angustia a los equipos de rescate que trabajan entre los restos de su casa, bajo los que su tía de 71 años quedó sepultada tras el terremoto. "El lunes por la mañana todavía la escuchábamos llamarnos. Los socorristas cavaron durante todo el día, pero no pudieron encontrarla", cuenta este martes a AFP. Unos minutos más tarde rompe a llorar: acaban de sacar el cuerpo sin vida de su tía. Se une así a las decenas de cuerpos que se encuentran en las calles a la entrada a la localidad, apenas disimulados bajo mantas o cubiertas de lona para protegerse de la lluvia.
"Hay gente de todas las edades. Nadie se ha librado del terremoto", señala una habitante.
Los deslizamientos de tierra que se habían producido antes del terremoto, así como las continuas lluvias de los últimos días, complican el acceso a Longtoushan, y en consecuencia el envío de ayuda a la población.
Según los habitantes, solo un pequeño puente conecta la ciudad con el mundo exterior. En la carretera que lleva hasta allí, cientos de vehículos del ejército y ambulancias se encontraban estacionados el lunes por la tarde, constató AFP. "El agua de los pozos está sucia por el lodo, no se puede beber. El gobierno distribuye un poco [de alimentos y agua], pero se lo damos primero a los niños y los ancianos", explica Li Shanyan. "Estoy demasiado conmocionada como para comer nada, aunque de todas formas tampoco hay mucho que comer", suspira Li.