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En el patio de un dispensario en medio del campo, cerca del frente situado al este de la ciudad de Mosul, unos médicos kurdos en blusa blanca se agitan alrededor de una camilla colocada en el suelo.
Allí, bajo un sol brillante, un peshmerga (combatiente kurdo iraquí) gime de dolor, con el rostro ensangrentado y tumefacto a causa de las esquirlas de la explosión de un coche bomba o un proyectil de los yihadistas del grupo Estado islámico (EI).
En unos segundos, el hombre está bajo perfusión, con una cobertura de supervivencia y es llevado por una ambulancia.
Es imposible saber sobre su suerte: el número exacto de heridos y, sobre todo, de muertos en las filas de los peshmerga que participan en la operación de reconquista de Mosul, junto a las fuerzas de seguridad iraquíes, es un secreto bien guardado.
Cada vez que una ambulancia pasa rauda o que una camioneta pick-up regresa del frente con heridos a bordo, los comandantes kurdos se encargan de apartar a los curiosos.
No hay que desmoralizar a las tropas, dicen.
Más atrás, en Erbil, capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí, un único establecimiento, el de Erbil oeste, puede recibir a los combatientes heridos evacuados desde los hospitales rurales diseminados en las planicies rocosas donde tienen lugar los combates.
Este hospital civil es el único que dispone de un servicio de urgencia y puede atender a los quemados de gravedad.
Su director, el doctor Lawand Meran, afirma a la AFP que recibió de jueves a sábado a más de 100 peshmerga heridos.
- "Verdadera batalla" -
"Faltan instrumental médico, medicamentos y médicos especialistas", explica el doctor Meran, cuyo establecimiento trata también las urgencias de los civiles de los alrededores. "Si pronto llegan 1.000 heridos, nuestras capacidades no serán suficientes", advierte.
La carretera es larga hasta Mosul y los yihadistas lanzan siempre más coches bomba contra los peshmerga.
Estos, además, se quejan de la poca eficacia de los bombardeos aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
En 2014, durante la ofensiva relámpago del EI en Irak, los peshmerga bloquearon la carretera de su provincia a los yihadistas con el apoyo de los ataques aéreos estadounidenses y no hubo tantos heridos, según el doctor Meran.
Pero, "esta vez, se puede decir que es una verdadera batalla".
En su hospital de campaña, el doctor Ahmed Mezuri se congratula por la llegada en refuerzo de médicos militaires canadienses y británicos, que evitan cuidadosamente a los periodistas y rechazan ser filmados o fotografiados.
Este kurdo, en blusa blanca con los ojos ocultos tras gafas con lentes gruesos, dirige un equipo de seis médicos y otras cincuenta personas, entre enfermeras y encargados de ambulancias.
La mayoría de los combatientes que atiende fueron alcanzados por "kamikazes que se hicieron explotar o conducen coches bomba", explica, cuando dos heridos son llevados a una pieza rudimentaria donde hay ocho camas de uso médico cubiertas por sábanas azules.
- "Balas en la espalada" -
A medida que los peshmerga avanzan hacia Mosul, donde están atrincherados entre 3.000 y 5.000 yihadistas, los combates cuerpo a cuerpo y la guerrilla urbana que todos temen comenzarán.
Y entonces, las heridas serán aun más graves y numerosas, advierten médicos y peshmerga.
Murad y Zahed acaban de vivir la experiencia en Kirkuk, ciudad bajo control kurdo situada 170 km al sureste de Mosul, y donde los yihadistas lanzaron el viernes un ataque espectacular y sangriento.
Inicialmente comprometidos en combates callejeros para buscar a los atacantes infiltrados, estos dos combatientes kurdos comparten ahora el mismo cuarto en el hospital de Erbil oeste, víctimas de francontiradores del "califato".
"No los vimos venir, nos atacaron con cohetes. Un francotirador me sorprendió y recibí cuatro balas en la espalda, una en una pierna y otra en la mano", cuenta Zahed a la AFP, postrado en la cama y cubierto por una gruesa manta.
A Murad una bala le cruzó la mano. "Pero además, una esquirla impactó en uno de mis ojos", dijo.
"Los médicos me advirtieron que si no soy evacuado al extranjero, perderé el ojo", añade este hombre de bigote negro. "En Irak, nadie puede practicar esta operación", apostilla.