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Minerales de sangre(en conflicto) tiñen de rojo Congo y Africa

13/11/2018 07:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Más allá de las fronteras de Congo incluyendo a otros en la región: Ruanda, Uganda y Burundi (en menor medida) se han beneficiado enormemente del comercio ilegal de minerales codiciados como cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán. s

 

 

  La responsabilidad más allá de las fronteras incluye a otros gobiernos en la región: Ruanda, Uganda y Burundi (en menor medida) que se han beneficiado enormemente del comercio ilegal de minerales y de la continúa inestabilidad, a la cual han contribuido a veces de manera directa.

Entre los más codiciados minerales se encuentran cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán.

Esos minerales cruzan fronteras de Africa, de Europa, Asia o América del Norte de forma clandestina para que otros se puedan enriquecer gracias a ellos, mientras la población congoleña vive en la pobreza. 

Ya en los tiempos de Leopoldo II de Bélgica, Congo era considerado por los explotadores una propiedad para expoliar a beneficio personal. Hoy  día, la situación sigue parecida, y es un hecho reconocido que los países africanos más ricos en recursos naturales crecen 2-3 veces más lentos que los países menos ricos.

Es la llamada “maldición de los recursos naturales”. 

La explotación y el contrabando de los minerales que se encuentran en el Congo oriental se debe en gran medida a la enorme demanda internacional de productos electrónicos, productos que para funcionar necesitan  componentes construidos a partir de esos materiales.

En la República Democrática de Congo, los grupos armados que llevan a cabo  las atrocidades más estremecedoras en el conflicto más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial,  compiten por el control de las minas más valiosas de la región y obtienen enormes beneficios del comercio de minerales.

  La cadena de suministro de los minerales en conflicto

¿Cómo llegan estos minerales en conflicto hasta los aparatos electrónicos que tenemos en casa y el movil en el bolsillo?. La ruta de los minerales del Congo, desde África hasta Europa y Estados Unidos es bien conocida 

En el Congo Oriental, los grupos armados controlan las minas y las rutas de tránsito, compran armas, cometen violencia, y el gobierno congoleño no tiene el control sobre las zonas ricas en minerales del Kivu y de las provincias vecinas. 

Las cifras oficiales proporcionadas por el gobierno congoleño no se corresponden con la realidad. En el caso de la mina de estaño por ejemplo, las cifras oficiales representan menos del 30% del comercio actual porque en muchos casos el mineral cruza frontera de forma ilegal hacia los países vecinos . 

A menudo, los comerciantes internacionales dan información incorrecta sobre los recursos provenientes de Ruanda, Uganda u otros países de la región, para evitar la etiqueta de “minerales en conflicto” del Congo.De manera ilustrativa, Ruanda informó de que exportó 3.679 toneladas de estaño en la primera mitad del año 2018, aunque su principal mina en Gatumba produce solamente cinco mil toneladas de estaño al mes. 

Asia estáansiosa de Africa. Desde esos países limítrofes los minerales se transportan en barco a través de los puertos de Mombasa (Kenia) y Dar es Saalam (Tanzania) principalmente hacia Asia (Malasia, Tailandia y China y otras partes), donde las empresas de fundición de minerales o de procesado químico transforman los minerales en metales. Los principales actores son de todas formas los comerciantes de metal europeos. 

Las empresas de procesado de tantalio con sede en los Estados Unidos y Alemania, al igual que las empresas de comercio de metales belgas, pueden estar adquiriendo minerales de los grupos armados en el Congo oriental. A continuación, las empresas encargadas de fabricar las tarjetas de circuitos colocan los metales en éstas. 

Estos metales los adquirienen empresas que fabrican componentes electrónicos como condensadores y tarjetas de circuitos. Uno por uno, estos componentes los suministran a los fabricantes de aparatos electrónicos, incluyendo los productos más vendidos como teléfonos móviles, reproductores portátiles de música, videojuegos y cámaras digitales. 

El primer paso para cambiar la economía de conflicto en el Congo es la transparencia.No hay un remedio mágico.

 Un paso básico para encauzar la demanda internacional fuera de los grupos armados y para que ésta tenga acceso a los recursos legítimos es la colaboración con que los consumidores finales rastreen e inspeccionen las cadenas de suministro de los componentes de metal de los productos electrónicos 

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 Ejercer presión a través de los consumidores finales

El ansia competitiva de la industria de electrónica por obtener los máximos beneficios ha impulsado la demanda de los minerales en conflicto del Congo, que se producen a precio bajo como resultado de las condiciones medievales en las que se extraen y las redes ilegales que los sacan fuera de África. Varias fuentes industriales han confirmado en entrevistas que sería posible seguir el rastro de estos minerales.Pero las compañías que producen productos electrónicos que  contienen minerales en conflicto provenientes del Congo oriental tienen una responsabilidad enorme de asegurarse que sus negocios no estén ayudando involuntariamente a alimentar esas atrocidades.Pero es dificil que lo acepten facilmente. Podrían por ejemplo presionar a sus proveedores y seguir el rastro de los minerales que usan para saber seguro que no provienen de las minas y que se sirven mediante pago de grupos armados e intereses criminales. 

Los consumidores y los ciudadanos globales por otra parte, tienen que desempeñar un papel crítico demandando que las compañías y los gobiernos ejerzan presión en la cadena de suministro para que los minerales en conflicto del Congo queden fuera de las relaciones comerciales

El Control de los yacimentos

Los motivos para nuevos conflictos o para la escalada de viejas guerras no solo radican en las diferencias étnicas, religiosas, socio-culturales y económicas om se, sino en el control de los yacimientos de recursos minerales, como es el caso del conflicto en la República Democrática del Congo, que hemos visto en elículas de ficción.

Al conseguir la independencia de Bélgica en 1960, los congoleños adquirieron un territorio rico en yacimientos de diamantes, oro, tungsteno, cobalto, cobre, uranio y coltán. Pronto, la lucha por el control de estos recursos convirtió al país en un escenario de violentos enfrentamientos. Uno de los cuales fue la segunda guerra congoleña de 1998-2003, durante la cual 15 grupos armados, apoyados por 9 países, se enfrentaron unos a otros, eliminando a su paso a miles de civiles. La enorme magnitud de la destrucción y casi cinco millones de muertos le dieron al conflicto el nombre informal de la Primera Guerra Mundial Africana o la Guerra del Coltán.

Terminada la guerra, las tropas de los países extranjeros abandonaron el territorio del Congo, y de inmediato en las provincias del este del país, sobre todo, las ricas en yacimientos minerales,   tomaron el poder en sus manos diversos grupos armados. Muy distintos por su composición, se dividen en dos categorías. Unos utilizan el este de la República Democrática del Congo (RDC) como base para ataques contra los países vecinos de Uganda, Ruanda y Burundi.  Otros están respaldados por los Gobiernos de estos países ansiosos por la extracción ilegal y posterior contrabando de materias primas valiosas. 

Uganda es la mayor amenaza para el Congo. Entre los primeros grupos guerrilleros que han asolado el Congo desde Uganda aparte de los gupos locales, figura el denominado Ejército de Resistencia del Señor (ERS), uno de los grupos armados africanos más peligrosos, el cual, de hecho, es una secta. Su líder, Joseph Kony, se declaró representante de Dios en la Tierra y desde hace muchos años está en guerra contra el Gobierno de Uganda y no solo por sus hazañas en el Congo. Su plan para Uganda es establecer un país ejemplar de Comunismo Bíblico, cuya base serían los Diez Mandamientos. Según Mustafa Erdemol, periodista del diario turco Birgun, es la organización más antigua, más sangrienta y más violenta del continente africano. El grupo también se especializa en el secuestro de niños para entrenarlos en los campamentos y convertirlos en combatientes.

La paradoja es que los combatientes del ERS, emplean lemas cristianos, y se abastecían gracias a por los islamistas del norte de Sudán. Sin embargo, después de la aparición de Sudán del Sur y una serie de operaciones de las fuerzas especiales de EEUU, que vinieron en auxilio del Gobierno de Uganda, a su llamado, el ERS fue desmantelado y derrotado, y sus combatientes se dispersaron por los países vecinos: la República Centroafricana y la República Democrática del Congo. Uganda, es un país que multiplicó por 100 su riqueza en 50 años 

Policía militar de la República Democrática del Congo

"Nuestro bienestar reposa sobre las guerras en África".En 2016, el papel principal lo jugó la insurgencia de las Fuerzas Democráticas Aliadas de Uganda (FDA). Al igual que el Ejército de Resistencia del Señor, este grupo también está luchando contra el Gobierno del país, la única diferencia es que sus miembros, siendo fundamentalistas islámicos, en caso de la victoria, convertirían la sharia en la base del Estado.

Según el informe de junio de la Misión de la ONU para la Estabilización en el Congo, en los últimos dos años, los combatientes de las Fuerzas Democráticas Aliadas asesinaron alrededor de mil civiles, eligiendo a sus víctimas, principalmente, entre la población cristiana de la provincia congoleña de Kivu del Norte.

La última tragedia ocurrió el 14 de agosto de este año, cuando, bajo el manto de la noche, los combatientes entraron en la ciudad de Beni y mataron a machete a unas 70 personas.

 Shinzo Abe, primer ministro de Japón, y Uhuru Kenyatta, presidente de Kenia, coincidieron en la conferencia de TICAD en Nairobi.Y muchos pesaron que Japón estaba muy interesado en Africa, lo cual es mñas que posible. 

África, a subasta: ¿será Japón capaz de 'robarle' el continente a China?

De acuerdo con los datos de GlobalSecurity.org, las FDA no es solo uno de los más antiguos grupos rebeldes en el este del Congo, sino también el más enigmático, ya que no se sabe exactamente quién está detrás de su financiación. Algunos analistas opinan que las Fueras Democrátias Aliadas es producto de la fusión de varios grupos islamistas de Uganda, oficiales musulmanes del Ejército del exdictador, Idi Amin Dada, así como islamistas de los países vecinos. Según los expertos, las condiciones de caos en las provincias orientales del Congo y su posición geográfica, han creado un caldo de cultivo para la penetración y el crecimiento de los movimientos islámicos radicales.

Además de combatientes cristianos e islamistas, en la región operan grupos étnicos. Entre ellos, por ejemplo, las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda, grupo armado de los representantes de la etnia hutu. En las provincias orientales de la República Democrática del Congo, este grupo entra en constante conflicto no solo contra las FDA, sino contra las tropas conocidas como Mai-Mai. Es un nombre general para una variedad de milicias tribales, creadas para la autodefensa contra los combatientes de Ruanda en la década de los 90. 

Según International Business Times, los rasgos distintivos de este grupo son el uso masivo —en comparación con otros grupos— de niños soldados, además de la práctica de rociarse 'agua mágica' que, según los miembros de Mai-Mai, los hace resistentes a las balas. En lo demás —asesinatos, secuestros, violación masiva de mujeres— los militantes de este grupo no difieren de otros. 

Rebeldes sursudaneses (archivo)

Alrededor de 16.000 niños de Sudán del Sur pertenecen a grupos armados

Para completar el cuadro general de caos y la guerra de todos contra todos, hay que añadir que la provincia sudoriental de Katanga, que tiene, al igual que el resto del territorio oriental de la República Democrática del Congo, unas vastas reservas de uranio, cobre, cobalto, radio y diamantes, se convirtió en el territorio de enfrentamientos étnicos entre los batwa y los luba.

El Ejército regular de la República Democrática del Congo está en una guerra permanente contra todos esos grupos armados. La situación se complica no solo por la corrupción total en sus filas, sino porque por cada grupo derrotado aparecen dos nuevos. Además, varias organizaciones de Derechos Humanos acusan a los militares de crímenes y actos tan violentos como sus enemigos. 

La jefa del Centro de Historia y Antropología Cultural del Instituto de Estudios Africanos de Rusia, Galina Sídorova, comentó al medio ruso VLAST la situación actual en el Congo. 

"La inestabilidad en la República Democrática del Congo(RDC) está directamente relacionada con la de los países vecinos y las empresas extranjeras relacionadas con la extracción de minerales".

Además de los grupos mencionados, en la RDC actúan varias decenas de diferentes agrupaciones y facciones. Todos ellos se centran en el control de ciertos minerales. 

El más valioso de ellos no es el oro ni los diamantes, sino el coltán. Su valor ha aumentado mucho en los últimos años y sigue creciendo, ya que se utiliza en la fabricación de casi todos los dispositivos electrónicos modernos. 

En 2010, salió al aire el documental 'Sangre en el móvil' ('Blood in the mobile') del periodista danés, Frank Poulsen. El autor llama la atención del espectador no solo a las terribles condiciones en las que se extrae la tantalita o el coltán, sino también a su compra por las corporaciones occidentales, como NOKIA o SIEMENS. El mensaje principal de la película es: 'Comprando un teléfono, financias la guerra en el Congo'.

 De acuerdo con el doctor en Ciencias Geográficas, Vladímir Dergachev, "un papel clave en el negocio criminal del coltan lo jugaron las empresas belgas que utilizaron el aeropuerto internacional en la ciudad turística de Ostende. A través de esta base se suministraban armas en aviones poderosos a los puntos más calientes en África hacia Bélgica. Al mismo tiempo, con los vuelos de vuelta, se sacaban en cantidad la tantalita y otros metales raros y preciosos. Las corporaciones transnacionales crearon empresas falsas, incluyendo en los paraísos fiscales, para hacer negocios fuera de ley.

El móvil puede ser el símbolo de una guerra mundial sin fronteras desde Africa hasta Japón, La tecnología pierde a la humanidad

 

 

La historia no contada de la creciente presencia militar de EEUU en África

La lucha contra la financiación de los grupos armados, que controlan la producción de materias primas valiosas, hizo que, en 2010, en EEUU se aprobara la ley Dodd-Frank, que incluía la ley sobre los minerales en conflicto, cuyo propósito era eliminar la moneda norteamericana de la financiación de los combatientes de la República del Congo.

Según Bloomberg y Huffington Post, la ley obligaba a las empresas públicas a proporcionar información a la Comisión de Valores y Bolsas, sobre si recibían cualquiera de los cuatro metales (oro, tantalio, estaño y tungsteno) de la República Democrática del Congo. Sin embargo, cinco años después, un informe conjunto de Amnistía Internacional y de Global Witness, titulado 'Buscando la transparencia' ('Digging for Transparency'), reveló que 79 de cada 100 empresas analizadas no cumplían con los requisitos de la legislación norteamericana sobre los minerales en conflicto, ni tan siquiera parcialmente.

 

"La comunidad internacional no prestará atención a la tragedia hasta que se salga de las fronteras de los países-víctimas, hasta que se haga muy peligroso ignorar lo que está sucediendo", afirmó Nikolai Shcherbakov, investigador jefe del Instituto de Historia Mundial de la Academia Rusa de Ciencias (Centro de Estudios Africanos), citado en varios medios.

Donald Trump ENTRA EN LA GUERRA DE LOS MINERALES

"Es una guerra que se libra sobre el cuerpo de la mujer.Nosotras morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones". Periodistas como la congoleña Caddy Adzuba lleva años jugándose la vida para denunciar el hilo que une los minerales de sangre con los abusos a mujeres.

 

En los últimos 20 años, esta guerra de los minerales de sangre en el Congo ha pasado por altibajos, pero en los últimos tiempos se había avanzado mucho gracias a varias medidas de carácter global, representadas sobre todo por la ley norteamericana Dodd-Frank. Este informe apellidado Reforma de Wall Street y Protección del Consumidor no es un texto de lectura divertida. Sus primeras 835 páginas son una cascada técnica de regulaciones financieras para evitar otra crisis como la de las hipotecas basura del año 2008.

 Hasta el Título XV, Provisiones Misceláneas, sección 1.502, donde el foco se traslada de Nueva York, Londres, Singapur y Tokio a la República Democrática del Congo. Porque, en esa sección, se establece que las empresas de Estados Unidos que empleen minerales procedentes de ese país "y de otros adyacentes" deberán tomar medidas para garantizar que no tienen fuentes de abastecimiento involucradas en actividades armadas, ni de violencia sexual y de género, ni explotación infantil.

Pretender que algunas de las mayores empresas del mundo, como Apple, General Motors o Intel "certifiquen" que sus proveedores de minerales para hacer microprocesadores, coches y smartphones están «limpios de sangre», y más procediendo de un territorio sin ley como es el Congo, puede sonar utópico hasta el ridículo. Pero, pese a esas limitaciones prácticas, la Dodd-Frank ha tenido impacto real sobre el terreno. 

En 2016, 1.200 empresas informaron a la SEC de sus abastecimientos de minerales en África; de ellas, más de 800 declararon que ignoraban de dónde procedían éstos. Pero, entre las otras 300,  había casos de sorprendente transparencia. Apple, el mayor consumidor del mundo de minerales de guerra ha empezado a romper contratos con proveedores vinculados a milicias y grupos armados. Lo mismo ha hecho la cadena de joyerías Tiffany's, y el mayor fabricante de chips mundial, Intel. 

Para esas empresas,  es una cuestión de imagen poder decir que sus productos no tienen nada que ver con cosas como los diamantes de sangre que el señor de la guerra liberiano Chales Taylor regaló a la top model británica Naomi Campbell en los años 90. Así es como, en palabras del congoleño Janvier Murairi Bakihanaye, ganador en 2016 de la Medalla de la Libertad de la ONG estadounidense Human Rights First, "la Dodd-Frank vale, verdaderamente, su peso en oro". En 2016,  la UE siguió los pasos de EEUU e impuso una regulación similar.

20170306 Localizador de R.D. Congo, Kivu Norte y Kivu Sur

Hasta ahora. Porque el director en funciones de la SEC con Donald Trump, Michael Piwowar, ha declarado que esa regulación está imponiendo "costes tan onerosos a las empresas que amenazan con dejarlas fuera del mercado". El 31 de enero, Piwowar abrió un periodo de revisión de la norma hasta el 15 de marzo para revisar la sección 1.502 de la Dodd-Frank. Ocho días después, el diario británico The Guardian obtuvo un borrador de una Orden Ejecutiva en la que presuntamente estaba trabajando Donald Trump, que eliminaba la obligación a las empresas norteamericanas de tratar de buscar minerales que no estuvieran manchados de sangre.

"El vínculo entre los minerales y la violencia sexual es algo evidente. Las víctimas que recibimos en el hospital provienen de áreas con minería muy activa", asegura Lubula Igomokelo, un ginecólogo congoleño que trabaja en la Fundación Panzi, encargada del centro especializado en reparación de vaginas de mujeres violadas.

Sobre el terreno, la desaparición de la ley Dodd-Frank significaría que la trazabilidad de los minerales queda en suspenso. La gran mina de coltán de Rubaya, en la provincia congoleña de Masisi, por ejemplo, estaba declarada como verde, porque una cooperativa legal, y no un grupo armado, empezaba a controlar su tráfico. Eso significa que el estado congoleño cobra impuestos sobre ese producto y puede aplicar medidas de seguridad sobre los mineros, además de luchar contra la extorsión de los señores de la guerra.

El doctor Paluku opera a Furaha, una mujer violada por militares en el este del Congo. ALBERTO ROJAS

"Antes, la minería estaba totalmente controlada por los grupos armados", dice la activista Justine Masika Bihamba, del Women's Synergy for Sexual Violence Victims. "Hoy, admitamos que nos hemos alejado de ese escenario. Parte de ese éxito es por culpa de la Dodd-Frank, que ha desvelado este comercio ilícito". Hoy, un 79% de todos los minerales salen de minas verdes, es decir, que están en minas libres de conflicto. El pasado año aumentó un 19% la exportación del mineralconflict free en detrimento del que no puede acreditar su procedencia.

En los cráteres de la mina trabajan menores, las condiciones de seguridad son malas y los sueldos, de miseria,  pero sólo mediante la presión de leyes como la Dodd-Frank están empezando a cambiar las cosas. En la lista anual que realiza la ONG Raise Hope For Congo hay empresas que ya cumplen determinados protocolos para evitar comprar lo que sale de las minas rojas, un coltán mucho más barato porque va sin impuestos, extraído con salarios aún más bajos para los mineros y cuyo beneficio va directo a los bolsillos de militares sin escrúpulos. La empresa más limpia en la actualidad es Intel, seguida por HP o Phillips. Apple ha subido puestos en los últimos tiempos. Entre las que no cumplen, las multinacionales fotográficas Canon y Nikon.

Algunos de estos grupos armados están considerados como milicias terroristas, como el FDLR, las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda,  una milicia que aún cobija a los genocidas que cometieron las matanzas de 1994. Estos militares participan de un oscuro entramado de intereses, empresas tapadera de grandes multinacionales como Great Lakes Mining Company, A&H Metals, Sogem, Cabot o HC Starck, funcionarios corruptos y gobiernos con pocos escrúpulos para saquear el Congo, el país del que salió el carbón para la Primera Guerra Mundial, el cobre para las balas de la Segunda y el uranio para las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

Hay muchas masacres documentadas relacionadas con este tráfico ilícito. Por ejemplo, en 2005 Human Rights Watch denunció al gigante AngloGold Ashanti por apoyar a los soldados del Frente Nacionalista e Integracionista para garantizar la posesión de la mina de oro de Mongbwalu. En sus alrededores mataron a 2.000 civiles.

Cada minero cobra aproximadamente un dólar por 14 horas de trabajo. El capataz, un 10% de lo que saque toda su cuadrilla, sobre 10 euros, que es en ese punto lo que vale cada kilo de coltán. El precio de mercado, cuando llegue a las fábricas tecnológicas, estará entre 350 y 400 euros el kilo.

Asociaciones como Amnistía Internacional, IRIN o Human Rights Watch alertan de las nefastas consecuencias que tendría para los civiles la retirada de esta regulación comercial. Si ya no es obligatoria la trazabilidad del mineral para ver desde donde llega, resulta una invitación evidente a las grandes multinacionales para que compren materiales mucho más baratos sin importarles de dónde salen ni las circunstancias de su extracción. El objetivo serán los móviles, tabletas y ordenadores aún más baratos.

Los grupos armados vuelven a frotarse las manos gracias a Trump. Tiemblan de nuevo los niños y las mujeres congoleñas.

 

EE, UU. en guerras de Africa

El  4 de octubre de 2017, cuatro soldados norteamericanos morían en una emboscada del Estado Islámico en la aldea de Tongo Tongo, en el oeste de Níger, muy cerca de la frontera con Malí. El controvertido incidente, que motivó una investigación interna del Pentágono, desveló la forma en la que las tropas norteamericanas operaban en aquel rincón del mundo. Casi ningún americano, fuera de los círculos militares y de los servicios de inteligencia, sabía que EEUU tenía fuerzas desplegadas en aquel país. 

La narrativa oficial es que los soldados en Níger son meros asesores y, en palabras del jefe del Estado Mayor, el Teniente General Kenneth KcKenzie, “no están implicados directamente en operaciones de combate”. Lo sucedido en Tongo Tongo, en suma, había sido mala suerte, parte de los riesgos que asumen las tropas en el exterior. Pero la realidad, tal y como ha revelado ahora una investigación de Politico Magazine, es que fuerzas norteamericanas participan desde hace al menos cinco años en varios programas de misiones de combate en no menos de ocho países del continente africano, agrupados bajo la llamada Sección 127e. 

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Aunque algunos de los lugares eran más o menos conocidos -como Libia o Somalia, donde han muerto otros dos soldados desde principios de 2017, el último en junio-, otros resultan menos evidentes para los observadores externos, como Kenia, Túnez, Camerún, Malí, Mauritania y el propio Níger, aunque a día de hoy ya no se sigue operando en todos ellos. Fuera de ese programa, un responsable militar entrevistado por la publicación añade al menos otro país a la lista: Chad. 

“Nuestros operativos especiales no solo asesoran y asisten y acompañan a las fuerzas aliadas, sino que también las dirigen bajo estos programas”, ha admitido el general de brigada retirado Donald Bolduc, que hasta junio de 2017 lideraba la mayoría de las operaciones de las fuerzas especiales norteamericanas en África, a Politico. Estas se centran en acciones de reconocimiento y “participación directa” de fuerzas conjuntas de comandos norteamericanos y africanos contra grupos e individuos militantes designados como objetivo, indica. 

“No es tanto 'Os ayudamos' como 'Cumplimos con nuestro vínculo'”, ha declarado un oficial de los Boinas Verdes a ese medio. Aunque los norteamericanos tienen prohibido participar en el momento más peligroso de esos asaltos -la irrupción en el recinto que aloja a las fuerzas hostiles, que es realizada por las tropas africanas-, se mantienen a corta distancia e intervienen en caso necesario, según describen los implicados. 

África, cada vez más importante

La presencia militar americana en África no ha dejado de crecer desde 2002, cuando la Administración Bush lanzó la llamada Iniciativa Pan-Sahel, un intento de que los ejércitos de la mitad norte del continente cooperasen con EEUU y entre sí en la llamada “Guerra contra el Terror” posterior a los atentados del 11-S. La importancia que el ejército norteamericano asignaba a este nuevo teatro quedó clara en 2007 con la creación del Mando Africano (AFRICOM), que asignaba su propia estructura de liderazgo a las fuerzas norteamericanas en el continente, hasta entonces repartida entre tres áreas diferentes: el Mando Europeo (EUCOM), el Mando Central (CENTCOM), que se ocupa de Oriente Medio, y el Mando del Pacífico (PACOM). Desde entonces, el número de países africanos donde existe algún tipo de presencia o cooperación del ejército de EEUU no ha dejado de aumentar. EEUU tiene más de 7.000 soldados desplegados en el continente, 800 de ellos solo en Níger.

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De esta expansión, lo más relevante ha sido el despliegue de operativos de las fuerzas especiales, que ha alcanzado cifras récord: su número en todo el mundo ha pasado de 33.000 en 2001 y más de 70.000 a día de hoy, y están presentes en 149 países (un incremento respecto a la época de la Administración Obama, cuando la cifra era de 138 países). Pero si en 2010 el 81% de estos combatientes operaban en países del gran Oriente Medio -esto es, incluyendo Afganistán y Pakistán-, este porcentaje se ha reducido ahora al 54%. Muchos de ellos han sido redestinados a Europa y, en menor medida, al Pacífico y Latinoamérica. Pero el mayor incremento se ha producido en África, que ha pasado de alojar al 1% de las fuerzas especiales norteamericnas en 2010 al 16% en la actualidad, según cifras oficiales.

Este incremento se ha producido en paralelo con el crecimiento de la amenaza yihadista en territorio africano: el número de incidentes violentos que implican a estos grupos ha crecido más de un 300% entre 2010 y 2017, y los países que experimentan actividades yihadistas de forma continuada han pasado de 5 a 12, según el Africa Centre For Strategic Studies, dependiente del Departamento de Defensa de EEUU. El número de grupos militantes considerados una amenaza por el Pentágono ha crecido de 5 en 2002 a 21 en 2017, aunque algunos observadores consideran que la lista debería ser al menos el triple de larga.

 

Tropas norteamericanas ya estabn enYibuti e: Departamento de Defensa) 

África, en suma, se ha convertido en un teatro de máxima importancia para las fuerzas armadas de EEUU. La financiación anual de los programas de ayuda antiterrorista en el África Subsahariana ha pasado de 327 millones de dólares en los años fiscales de 2011a2014 a 954 millones en 2015-18. Aunque la Administración Trump está planificando un recorte sustancial. La lucha contra Boko Haram y el Estado Islámico siguen siendo una prioridad. De hecho, los fondos para los programas de “acción directa” descritos arriba se han cuadruplicado en las últimas dos décadas hasta alcanzar los 100 millones de dólares para todo el planeta (no solo África, sino también Afganistán y Oriente Medio). Además, el Pentágono acaba de inaugurar una base de drones de otros 100 millones en la ciudad nigerina de Agadez, en mitad del desierto del Sáhara. 

Estos programas están llenos de problemas. En Libia tuvo que ser cancelado en 2013 después de que una milicia hostil atacase el campamento de las fuerzas locales con las que estaban trabajando los Boinas Verdes norteamericanos y robasen parte del armamento que  les habían suministrado. En Mauritania, el Gobierno, incómodo con la idea de que soldados de EEUU mandasen a sus tropas sobre el terreno, exigió su finalización 

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El último en unirse al coro de críticos ha sido el presidente de Níger, Mahamadou Issoufou, quien ha asegurado que los norteamericanos no deberían combatir en su país. “No  estamos pidiendo a fuerzas extranjeras que luchen en nuestro lugar. Estamos batallando para consolidar la seguridad de nuestro país. Lo que les pedimos a nuestros aliados es que nos ayuden a reforzar las capacidades operativas de nuestras fuerzas de seguridad mediante el entrenamiento, la equipación y la inteligencia”, dijo en una entrevista el pasado 5 de julio. 

En cambio otros países, como Somalia, han acogido de buen grado estas misiones, consideradas “altamente efectivas”. No obstante, los críticos aseguran que si bien este tipo de operaciones pueden ser eficaces a la hora de eliminar a líderes y células terroristas, no son a largo plazo más que un desperdicio de vidas y dinero si no van acompañados de una estrategia que permita vencer a la larga, como ha demostrado el doloroso ejemplo de Afganistán. Y, por ahora, no parece que exista ninguna

 

 

 


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