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Los neurocientíficos del MIT logran a voluntad implantar recuerdos falsos. Un experimento viejo que se renueva

09/10/2013 14:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Por ahora, la prueba ha sido sólo en ratones y con resultado satisfactorio. Pero ¿dónde queda lo ético? porque eso lo hicieron el Pentágono y la CIA y lo tuvieron que abandonar por periodistas demasiado curiosos

En el film Blade Runner, el protagonista Rick Deckard/Harrison Ford) hace ver a Rachel (Sean Young) que es una replicante porque sus recuerdos no son reales, sino inventados. Lo cierto es que implantar recuerdos ha dejado de ser ser una cosa del cine. Neurocientíficos del mítico Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT (EE UU) han ido más allá del debate ético simplemente para comprobar cuanto manipula nuestra mente cuando tratamos de recordar algo "como real". Los científicos  han demostrado que pueden implantar falsos recuerdos en el cerebro de ratones. También han encontrado que muchos de los rastros neurológicos de estos recuerdos son idénticos en su naturaleza a los de los recuerdos auténticos. Todo ello solo intenta comprender cómo se pierde memoria o cómo esta pasa a ser defectuosa. Falso o verdadero, el mecanismo neuronal de la recuperación de la memoria es el mismo.

"Si se trata de una memoria falsa o verdadera, el mecanismo neuronal del cerebro que subyace a la recuperación de la memoria es el mismo", dice Susumu Tonegawa, profesor de Biología y Neurociencia del Instituto Picower del MIT y autor principal del artículo. El estudio, publicado en Science, proporciona una prueba más de que los recuerdos se almacenan en las redes de neuronas que forman huellas en la memoria de cada experiencia que tenemos, un fenómeno que el laboratorio de Tonegawa demostró el año pasado. Los neurocientíficos han buscado durante mucho tiempo la ubicación de estas huellas de la memoria, también llamados engramas.

En su par de estudios, Tonegawa y sus colegas del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria demostraron que podían identificar las células que forman parte de un engrama de una memoria específica y reactivarla usando una tecnología llamada optogenética. Producir y recuperar recuerdos Los recuerdos episódicos son fruto de asociaciones de varios elementos, los objetos, el espacio y el tiempo.

Estas asociaciones son codificadas por cambios químicos y físicos en las neuronas, así como por modificaciones en las conexiones entre las neuronas. Han demostrado que la activación de células del hipocampo produce y recupera recuerdos. Cuánto tiempo residen estos engramas en el cerebro ha sido una cuestión planteada durante largo tiempo en la neurociencia. "¿Es la información en varias partes del cerebro o hay un área particular del cerebro en la que se almacena este tipo de memoria? Esto ha sido una cuestión muy fundamental", plantea Tonegawa.

Los científicos necesitaban demostrar que la activación de grupos específicos de células del hipocampo son suficientes para producir y recuperar recuerdos, para lo cual el laboratorio de Tonegawa utilizó la optogenética, una nueva tecnología que permite activar o desactivar células selectivamente usando la luz. Para este par de estudios, los investigadores diseñaron células del hipocampo de ratones para expresar el gen de canalrodopsina, una proteína que activa las neuronas cuando son estimuladas por la luz, además de modificar el gen de manera que canalrodopsina se produzca siempre con el gen c-fos, necesario para la formación de la memoria.

La tecnología desarrollada para este estudio nos permite diseccionar e incluso potencialmente intervenir en el proceso de la memoria mediante el control directo de las células del cerebro. Así, exploraron si podrían utilizar estos engramas reactivados para plantar falsos recuerdos en los cerebros de los ratones, cosa que lograron.

Pero implantar falsos recuerdos en humanos, será una posibilidad futurista o real pero da miedo recordando los experimentos de “lavados de cerebro” de las dictaduras no tan lejanas que da miedo

¿Qué ocurriría si los sabios del MIT fueran capaces de implantar falsos recuerdos en nuestro cerebro a voluntad y dando facilidades a los cobayas que se prestan a eso? Este resultado, ya conseguido en roedores, por científicos del MIT, ha iniciado un serio debate ético entre los investigadores.

El último trabajo realizado por investigadores  implantar falsos recuerdos en ratones, utilizando técnicas relacionadas con la ingeniería genética y la optogenética. Y es que según el Dr. Xu Liu, coordinador del equipo de neurocientíficos, la posibilidad de implantar falsos recuerdos sigue el mismo proceso con el que la memoria trabaja:

Our memory changes every single time it's being recorded. That's why we can incorporate new information into old memories and this is how a false memory can form

Implantar falsos recuerdos, sin embargo, contaba con experiencias previas, relacionadas con la famosa sensación del déjà vu. Y es que grupos de investigación como los de la Dundee University habían entrenado a roedores para que creyeran que estaban en un lugar diferente al que en realidad se encontraban.

De esta manera, conseguían manipular artificialmente el cerebro de los animales, alterando la percepción de su realidad con respecto a los recuerdos que presentaban. Aunque este proyecto fue un tanto diferente del realizado en el MIT, las posibilidades que ofrece el hecho de implantar falsos recuerdos son, a priori, de gran interés para la medicina. Borrar o añadir recuerdos, una posibilidad terapéutica.

Cualquiera que haya vivido una experiencia traumática, como puede ser un accidente de tráfico, sabe que engañar al cerebro no es fácil. Pero abordar este tipo de situaciones desde la ciencia resulta complejo: ¿cómo podemos quitar ciertos recuerdos de nuestra mente? Conseguirlo ayudaría a superar este tipo de situaciones personales tan terribles en ese sentido la experiencia médica serías positiva.

Otra alternativa a esta superación psicológica de una experiencia traumática podría darse con la posibilidad de implantar falsos recuerdos con el fin de que las personas pudieran olvidar esa situación conflictiva, y desde la medicina podría verse con buenos ojos trasladar la investigación realizada en roedores a los seres humanos. Pero, ¿sería ético?

El trabajo de los científicos norteamericanos consistió en activar mediante luz grupos específicos de células del hipocampo, una región cerebral encargada de la memoria episódica. ¿Podría trasladarse este trabajo a seres humanos, con fines terapéuticos?

Como establecemos en este artículo, el almacenamiento de recuerdos traumáticos no tiene únicamente una función negativa, sino que existen indicios positivos en el cerebro. En otras palabras, recordar situaciones conflictivas también juega un cierto papel evolutivo, ya que nos mantiene alerta ante otros episodios similares. Entonces, ¿sería bueno o malo que nos intervinieran para implantar falsos recuerdos? ntervenciones en el cerebro, ¿hay lugar para la ética?

Cuando se lanzó el Human Brain Project, muchos celebramos las grandes posibilidades y desafíos que los neurocientíficos europeos afrontaban para la próxima década: simular el cerebro en un supercomputador. Como explicaba Javier de Felipe en una entrevista, entender el funcionamiento del cerebro podría posibilitar innovaciones en el futuro.

Estos grandes avances a corto o medio plazo también tendrían un cierto componente ético, como bien recoge el informe presentado a la Comisión Europea, en el que se explica que una parte del proyecto de investigación irá dirigida a analizar su impacto social y ético.

El Dr. Mengele, en los campos de concentración y el General SS, Himmler quisieron cambiar la forma de pensar en millones de prisioneros y lo que hicieron fue matarlos virtualmente

"Los nuevos avances en neurociencia abren grandes interrogantes éticos y morales. "Los avances en neurociencia, por tanto, están cada vez más dispuestos a afrontar los interrogantes y dilemas éticos que se debaten entre la ciudadanía. Así lo ha entendido también el proyecto norteamericano homólogo BRAIN, que discutió el 20 de agosto 2013 en una comisión de bioética presidida por Barack Obama la regulación ética que deberían tener estos proyectos multidisciplinares de investigación.

Por este motivo, pensar que implantar falsos recuerdos no conllevaría un importante debate ético es bastante inocente. Y es que la manipulación del cerebro pone en jaque a los investigadores, que apuestan por garantizar el progreso científico, al mismo tiempo que se respetan y garantizan cuestiones tan básicas como los derechos humanos.

Como explica Arthur Caplan, director de ética médica del New York University’s Langone Medical Center, intervenir en nuestra mente podría amenazar seriamente nuestra identidad personal. Y este derecho, muy ligado al desarrollo de la persona y de una complejidad jurídica importante, ha de ser respetado, por muy loables que fueran los fines científicos que se presuponen.

¿Qué ocurriría si fuéramos capaces de manipular el cerebro de agentes políticos o criminales, irresposables? ¿Y si alteráramos su percepción de la realidad y de su pasado? Son interrogantes sin duda  hipotéticos pero no tanto, que aun no se basan en resultados de investigación firmes, pero que se han de poner sobre la mesa cuando se habla de neuroética. Y es que implantar falsos recuerdos, aun siendo un avance científico realmente espectacular, conlleva grandes interrogantes que no debemos dejar de lado.

Decimos “hipotéticos pero no tanto”, porque se han hecho algunos de los peores experimentos en la historia reciente desarrollados en  nombre de la ciencia, como la llamada Operación MK Ultra de la CIA. Se trató de un siniestro proyecto de investigación que mediante la tortura y el uso de drogas psicodélicas, tenía como meta encontrar un método para controlar la mente humana. Conozcamos la historia.

Operación MK Ultra

Esa Operación MK Ultra,   digamos que básicamente se trató de uno de los programas más ambiciosos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América, es decir, de la CIA. El objetivo o la meta final que se había planteado para el proyecto era encontrar una o varias formas de poder controlar la mente de un ser humano, alterando su percepción sensorial y lograr así extraer información 100% fidedigna en futuras sesiones interrogatorias, especialmente para facilitar y hacer más eficaces los interrogatorios con aquellos individuos que ofrecían mayor resistencia.

En teoría, este programa se inició en el año 1950. Durante la dirección de Allen Welsh Dulles, el primer director civil de la CIA, tuvo su comienzo oficial en 1953. Dulles ordenó comenzar los procedimientos tras la designación del bioquímico y psiquiatra militar Sidney Gottlieb, director de la División Química de la CIA, con el objetivo inicial de formular una droga lo suficientemente potente como para obligar a cualquier ser humano a decir toda la verdad en sus interrogatorios. Sin embargo, el programa no tardó en ir modificándose, habiendo más de un centenar de proyectos incluidos en el mismo, de los cuales aún hoy no se conoce el más mínimo detalle.

Con el paso del tiempo y el proyecto ya en práctica, que se desarrolló prácticamente durante más de dos décadas enteras (entre los 50 y hasta el 73), las ambiciones comenzaron a crecer cada vez más, tanto como para gastar millones y millones de dólares en él. De hecho, en determinado momento, la Operación MK Ultra llegó a consumir el 6% de todo el presupuesto de la CIA.

Durante todo este tiempo, para alcanzar los objetivos del programa, se realizaron numerosas pruebas con LSD, choques eléctricos, distintos métodos de tortura (tanto física como psicológica), el aislamiento absoluto y maltrato verbal. También se menciona el estudio y la experimentación de la hipnosis durante la operación, sobre todo durante la década de los 50. En estos términos, uno de los objetivos primordiales era lograr inducir sentimientos como la ansiedad, mejorar los procesos de aprendizaje y desarrollar la memoria humana, todo mediante la hipnosis.

Encontrar los reclutas que aceptaran participar de semejantes experimentos, como habrás de suponer, era prácticamente imposible. Por ello, desde la máxima confidencialidad de la CIA, se reclutaron indigentes, pacientes con enfermedades mentales, prostitutas y miembros descartados de los servicios militares, entre otros, por supuesto, sin consentimiento previo alguno, en forma secreta y totalmente ilegal. Hoy se sabe que fueron miles las víctimas de estos crueles experimentos, desconocidas las cifras exactas e igualmente la cantidad de muertes por las condiciones extraordinarias en las que se vulneraba a sus participantes.

Los resultados de la operación y la revelación de los hechos los publicó en 1974 el New York Times con lo poco que  pudo saber sobre los hechos

Posteriores investigaciones del Congreso Norteamericano y la poderosa Comisión Rockefeller no muy fiable, arrojaron algunas luces más sobre la ilegalidad y crueldad de la Operación MK Ultra de la CIA.

Apenas un año después de que la operación  culminara en  1974, (no se lograron  conocer cuáles fueron los verdaderos resultados), aunque hubo un profundo trabajo de investigación por parte del New York Times que publicó lo que apenas se pudo saber sobre lo acontecido. Si hubo algunas luces anónimas más sobre la ilegalidad y crueldad de la Operación MK Ultra de la CIA.

Veinte años más tarde, en setiembre de 1994, autoridades del gobierno de los Estados Unidos de América publicó un informe en el que se aseguraba que entre las décadas del 40 y hasta el 70, miles de seres humanos (cobayas) habían sido objeto de prueba en numerosos estudios y experimentos en los que se utilizaron sustancias nocivas que peligraron la vida de estos individuos. Hoy día, no se sabe más que esto. La cantidad de muertes, la verdadera naturaleza de estos experimentos y los protocolos empleados, son desconocidos. No existen registros que brinden los datos adecuados para tener esta información.

En 1951, el director de agencia de inteligencia norteamericana Roscoe Hillenkoetter aprobó el proyecto “blue bird” dando autorización para utilizar fondos reservados para los gastos en esas áreas tan sensibles. Tenía como meta el “control de un individuo hasta el punto que ejecutara órdenes en contra de su propia voluntad e incluso contra las leyes de la naturaleza, como la autopreservación”. Entre los sujetos experimentales había prisioneros de la guerra de Corea del Norte y soldados de los que se sospechaba eran agentes dobles.

El proyecto fracasó pero dio pie a otro proyecto llamado CHATTER, otro programa también del ejército que buscaba la droga de la verdad con la cual hacer hablar y pronto a las personas en situaciones de emergencia de la seguridad. Estos experimentos usaron barbitúricos, anfetaminas y heroínas suministrados por el Bureau of Narcotics y en combinación con compañías farmaceúticas importantes.

En algunos casos, los cobayas humanos fueron los propios científicos aunque la mayoría eran estudiantes. El proyecto se dejó en 1953, cuando periodistas e investigadores descubrieron que el aparato norteamericano de seguridad había incorporado a especialistas japoneses en guerra bacteriológica que habían hecho en operaciones de terror en China en la Segunda Guerra Mundial.  El New York Times lo publicó y ahí se termino la historia

Exactamente igual que con los experimentos del Dr. Mengele en lis campos de concentración nazis o de las torturas y muertes durante las torturas de la Gestapo de Hitler. En total, que usar esos métodos no es posible sin una comisión ética que las controle.

FUENTE: DIASPORAweb ESPECIAL PARA GLOBEDIA   


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