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Las desgracias de la guerra teledirigida .
Manuel Vólquez
Estados Unidos está expandiendo a marchas forzadas su red de bases de aviones no tripulados en todo el mundo (drones), para controlar y atacar a enemigos en Asia, la península Arábiga y, más recientemente,
el cuerno de África.
La última adición al programa secreto de drones norteamericano es una nueva base en Etiopía que, según han confirmado fuentes del Pentágono en Washington, se halla en un aeropuerto en la localidad sureña de
Arba Minch. Desde allí se fletan aviones no tripulados que espían a supuestos terroristas de Al Qaeda en el este de África.
Esa base se une a la que el Pentágono ha habilitado en las islas Seychelles, para albergar drones del modelo Reaper. En uno de los cables del Departamento de Estado publicados por Wikileaks el año pasado se mencionaba la existencia de esa base secreta.
Los primeros drones (bautizados con el apodo de "cazadores asesinos" porque pueden ir cargados con misiles Hellfire) llegaron a Seychelles en 2009, para ser operados por la Marina y la Fuerza Aérea.
Otro punto desde el que se vuelan drones es Camp Lemonnier, en Djibouti, donde hay apostados 3.000 soldados de EE UU. Desde esas tres bases, y las demás que el Pentágono y la CIA mantienen todavía en
secreto. Washington controla las operaciones de la filial de Al Qaeda en Somalia, Al-Shabaab.
Esos equipos parten de Etiopía lo hacen, según The Washington Post, en misiones de reconocimiento, con la única misión de grabar los movimientos de los supuestos terroristas.
Esas armas asesinas pueden hacer eso y mucho más. Son pequeñas computadoras con alas. Se las puede programar para grabar vídeo, para espiar conversaciones y, por supuesto, para lanzar misiles. Son
ordenadores letales. En 10 años, Estados Unidos ha pasado de tener 50 a 7.000, atesorando un 70% de las existencias mundiales.
En los últimos años, el Pentágono ha reservado una partida anual de 5.000 millones de dólares para comprar estas aeronaves.
Brasil, Alemania, y otras naciones también han entrado a la moda de construir estas armas para defender sus territorios. La tarea principal es espiar a las naciones y en segundo término, evitar muertes de soldados y pérdidas de equipos.
La industria de la guerra ha propiciado mucha desgracia a la humanidad desde la Primera Guerra Mundial a la fecha. A Estados Unidos le ha dado muy buenos resultados usar aviones dirigidos por radar para
destruir a los enemigos y obtener informaciones importantes.
La idea es evitar la masacre en los campos de batalla, donde miles de soldados mueren lejos de sus hogares luchando por una causa que muchas veces ignoran. Sólo saben que van a luchar contra enemigos escogidos
como blanco principal por las élites de poder.
En Irak se estima que murieron unos 30 mil soldados, entre norteamericanos e iraquíes, aparte de los que se suicidaron y aquellos fallecidos por accidentes provocados por sus propios compañeros.
Los drones continuarán navegado sobre territorios de los contrincantes y existe la posibilidad de que en el futuro inmediato las súper naciones desaten entre sí batallas campales utilizando esta tecnología
de punta y, por supuesto, menos soldados.
Vistas las cosas desde esta óptica, comoquiera estarían en peligro vidas inocentes pues los llamados "Perros de la Guerra" mantendrán activas sus demoledoras maquinarias, sin importar los reclamos de los
que siempre han estado en contra del genocidio.