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Demasiado a menudo la policía actúa en tropel gritando y disparando, para amedrentar, infundir parálisis por pánico y vencer su propio e infinito miedo. Si alguno no cae en ese primer momento, entonces apuntan y lo abaten
Lo dije aquí hace meses, http://es.globedia.com/policias-blancos-negros y desde entonces, lejos de implantar medidas que corrijan la situación, se han sucedido los abusos y crímenes de policías americanos contra la población afroamericana.
No es de extrañar pues que el hartazgo y la rabia se apoderen de los menos equilibrados y protagonicen episodios como el del neoyorquino afroamericano que ayer salió a la calle con una pistola, se acercó al primer coche patrulla que encontró y descerrajó su arma contra los dos agentes que se hallaban en su interior para, minutos después, él mismo darse el tiro de gracia.
La muerte de unos y otros no será en vano. El suceso, condenable sin paliativos, pone el debate donde debió de estar hace mucho tiempo: en la agenda de lo que es urgente y no admite más demoras.
Es consigna en los cuerpos policiales y de operaciones especiales de todo el mundo que, más vale un inocente desarmado muerto, que un policía armado, asesinado por dudar. Esa máxima y el miedo extremo, por no decir la cobardía patológica profesional, propia de la inmensa mayoría de los que forman parte de estos cuerpos -como los cirujanos al quirófano, los abogados a la cárcel, etc.-unidos a su extrema ansiedad y estrés y, a no dudar, su interiorizada impunidad, hace tiempo ya que les empuja, por este orden: primero a disparar, después apuntar y, si el desgraciado sobrevive, darle el alto.
La policía demasiadas veces, primero dispara, luego apunta y por último, da el alto
Lo vemos a diario en cualquier operación policial que se retransmita: la detención de Pablo Escobar en Colombia, la de Osama Bin Laden en Afganistán, la de los hermanos autores de los atentados de Chicago, la del secuestrador de Sidney, etc. etc. Entran en tropel gritando y disparando, para amedrentar, infundir parálisis por pánico y vencer su propio e infinito miedo. Si alguno no cae en ese primer momento, entonces apuntan y lo abaten y, finalmente, si ni por esas, con suerte le encañonan, lo tiran al suelo, le detienen y le leen sus derechos.
Los cuerpos y fuerzas de seguridad son necesarias para nuestra protección pero ese fin no justifica abusos e impunidades como los que casi a diario cometen los policías blancos en EEUU contra los mismos blancos afroamericanos de siempre. Y para colmo, cuando juzgan a alguno, el jurado lo compone una mayoría de miembros blancos con el mismo veredicto de inocencia de siempre.
El asesinato de los dos policías en NY es lamentable pero le da la necesaria visibilidad a un problema viejo y recurrente al que no se ha intentado dar respuesta hasta hoy.
AscoHastaLaNáusea