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Nunca hemos creido en premios, premiaciones ni concursos. Ahora con mayor razón, menos creo. No hay fe en decisiones justas y certeras. Lo dicho viene relacionado con algunos ejemplos, frescos en la mente de muchos ciudadanos advertidos. Escándalos y protestas en los concursos de belleza, cuestionamientos a los Nobel, y un largo etcetera. Barack Obama, premiado con el "premio Nobel de la Paz". Poner en manos de un político de un país que es mundialista, por no usar la recurrente palabra "imperialista", siempre está convocado a tomar decisiones que no incluye precisamente la paz, por razones políticas, seguridad nacional y de intereses internos de su país, como se alega para justificarlo. Los académicos que tomaron tal decisión, podrán justificarlo, pero no fue correcto, aunque ha sido aceptado. Los hechos posteriores lo han demostrado. Desde el mismo momento en que Obama recibió la distinción, no ha podido honrar ese premio, porque ha tenido que aprobar, ordenar, disponer, acciones que necesariamente no son la promoción de la paz. De manera, que en los hechos, ha sido una decisión de la que las autoridades del Nobel, posiblemente deberán a su interior, estar arrepentidos. Pero la decisión es histórica e irreversible, pero ha puesto bajo cuestionamiento el jurado de los premios Nobel. Salvando la distancia y obviando lo universalista de los premios Nobel, en la República Dominicana, un jurado de expertos en literatura, de académicos, designados jurado por el Gobierno para otorgar el Premio Internacional "Pedro Henríquez Ureña", han tomado una decisión en algo parecida a la del jurado de los premios Nobel de los últimos tiempos, protestada, criticada. Elegir al novelista Mario Vargas Llosa para honrarlo con el premio del insigne educador y humanista dominicano, ha desatado los demonios, la caja de pandora en la República Dominicana. Solo algunos contados políticos, los integrantes del Jurado y el Ministro de Cultura, el cantautor José Antonio Rodríguez, han dejado públicamente que favorecen el otorgamiento de tal distinción. Gran parte de la población lo rechaza, pero ya no pueden evitarlo, sólo les queda la protesta dentro del juego democrático. Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa, conocido como Mario Vargas Llosa, es un escritor peruano, que adquirió la doble nacionalidad española en 1993. Quizas el novelista Vargas Llosa, que también es premio Nobel de Literatura, no necesite un premio de un país pobre, pequeño y de poca influencia internacional, pero sorprendentemente ha aceptado. Vargas Llosa, que es lo más parecido a un excéntrico, irreverente, un comportamiento personal muy característico, pero es un literato de reconocimiento mundial, y eso no se lo borra nadie, ni nada. Ha desatado conflictos con la República Dominicana, y creemos que no se recuerda lo haya generado con ningún otro país de la tierra en el contexto que lo ha hecho con los dominicanos. Ha novelado con hechos históricos que como con su obra "La Fiesta del Chivo", hirió sensibilidades de personajes de la Era de Trujillo que aún viven, o de protagonistas fallecidos que tienen familiares, y no han estado de acuerdo con la forma en que Vargas Llosa ha manejado episodios históricos en dominicana en el estilo de ficción novelada. Por igual, el Nobel de Literatura por un lado, ha hecho pronunciamientos incómodos, acerca de la política migratoria de la República Dominicana, y lo propio su hijo Gonzalo, cuando fue en el país, oficial representante de un organismo internacional relacionado con las políticas migratorias de los países. El destacado escritor peruano, nacionalizado español hizo comentarios negativos a la política migratoria dominicana en el marco de la decisión gubernamental de regularizar el estatus legal de los inmigrantes, incluidos haitianos en República Dominicana, a partir de la sentencia 168-2013. No está en discusión los aportes a la literatura universal que ha hecho Vargas Llosa. Pero por su posición frente a la República Dominicana, ya no podemos juzgarlo por su literatura universal, algo que no está en discusión, sino por sus aportes a crear zizaña en una sociedad por sus ácidos pronunciamientos y por su irrespeto a los tribunales de la República y a las autoridades nacionales. El rechazo, no necesariamente es al literato, sino al hombre público que hace el papel de "metiche" en los asuntos internos de la República Dominicana, lo cual, lo ha disminuido frente a los dominicanos, y por eso se cuestiona su elección. El jurado que le eligió, sólo tomó en cuenta sus aportes universales a la literatura, pero si nos fijamos bien, estos, el trabajo y la trayectoria literaria del nominado, no tienen ningún aporte con la cultura, las tradiciones, el folklor, las costumbres dominicanas, y no podemos considerarlos aportes válidos aquí, lo que sí lo es para el resto del mundo. De acuerdo, con quienes plantean que en Dominicana, no tenemos premiaciones ni jurados a la altura del Nobel, ni con sus criterios y visiones, y hay para elegir trabajadores, profesionales y académicos de la literatura, menos conflictivos y posiblemente con mayor hoja de servicio a la literatura universal.
El Vargas Llosa que repudiamos no es al autor de La ciudad y los perros, La tía Julia y el escribidor, ni el nominado a: Premio Man Booker International, Premio Internacional Neustadt de Literatura. Es al Mario Vargas Llosa atrevido que ha ofendido al pueblo dominicano y a sus autoridades.
Y como ha dicho Roberto Rodriguez Marchena, portavoz del Gobierno, el jurado que puede ser experto en asuntos literarios y académicos, no en asuntos políticos, ha cometido una imprudencia política, ha actuado con una visión prisionera de los conceptos literarios y culturales universales, sin tomar en cuenta el impacto nacional, local, y ha dejado con su elección un hervidero en la República Dominicana, donde una mayoría puede escenificar actos de protesta y rechazo, el día que venga Vargas Llosa a recibir la distinción, algo que empañará la solemnidad del tal decisión.