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Racionalizar la presencia de privados de libertad en las cárceles dominicanasPor JM Rodríguez
El Procurador General de la República, doctor Francisco Domínguez Brito nos ha compartido una información que merece reconocimiento.Ha dicho el funcionario, que el presidente de la República, licenciado Danilo Medina tiene como prioridad al sistema penitenciario.Las autoridades del área han ido paso a paso, pero de manera sostenida implementando un nuevo modelo en el sistema penitenciario que incluye desde inventar nuevas formas de identificar las herramientas del sistema como "Centros de Rehabilitación de Reclusos" a las cárceles modelo y "privados de libertad" a los presos, entre otros apelativos. Incluye además la construcción y puesta en servicio de modernos centro de reclusión donde existen planes y programas en ejecución que conducen a la rehabilitación y posible reinserción de ciertos tipos de recluidos en nuestras cárceles.Se alfabetiza a los iletrados, se cultiva las técnicas deportivas, las manualidades, ciertas enseñanzas técnico vocacionales y hasta las artes. Son oportunidades que tienen los recluidos que antes no tenían y eso hay que verlo como un logro y un intento de humanizar a la población carcelaria que ha desbordado las capacidades.Tener un hombre o una mujer improductivo encerrado, dejando que se convierta en una "bestia" o en un vejestorio inútil, lejos de la sociedad, independiente del hecho que haya cometido, es ofender y violar un derecho humano.Debe resultar bastante costoso para el Presupuesto asignado al sistema carcelario tener una persona encerrada a todo costo sin que tenga oportunidad de hacer algo por el país y por sí mismo.
Como bien saben las autoridades no todos los "privados de libertad" han cometido hechos graves; de ahí que clasificarlos ha sido una medida inteligente para diseñar una política carcelaria y una puerta a la estrategia inteligente para manejar ese segmento poblacional, tras las rejas.
El Gobierno Penitenciario que encabeza la Procuraduría General de la República, podría agregar y ampliar a a su nuevo modelo, otras acciones en beneficio del recluido y del propio Estado, como lo ha estado haciendo, permitiendo que ciertas vocaciones y habilidades sean aprovechadas útilmente, y generar algún ingreso al prevenido.
Hay una población de criminales, de indeseables, para los que hay que tener un aislamiento y un trato delicado y cuidadoso.
Pero hay otros que han cometido errores de ilegalidad que le han llevado a la cárcel, que pueden ser como lo advierten las autoridades, recuperables, rehabilitables.
Hay muchas formas de pagarle a la sociedad las culpas, las violaciones a las leyes. Una de ella es el trabajo público. Sería beneficioso para el país y para el mismo encarcelado que le sirve de terapia, participar por ejemplo en programas vigilados de reforestación, en obras públicas estatales como el mantenimiento de caminos y carreteras, mantenimiento de parques y otros espacios públicos, limpieza de las costas playeras, recolección de café, de cacao, de arroz, reparaciones y construcciones de puentes y cosas así, beneficiosas para el encarcelado y para el país. Solo diseñar qué cuota de encarcelados pudiera participar en algo así, dependiendo de la logística alcanzable por el propio sistema.
Por ahí no solo pudiéramos generar unos empleos productivos adicionales para los vigilantes y encargados, sino que le damos la oportunidad al recluido de vencer la holgazanería dentro de una reja, y de hacer algo útil para sí y para el país que le está cobrando un daño social.
Como en el nuevo sistema carcelario hay un equipo multidisciplinario, no dudamos que tengan este diseño en carpeta, pero hasta donde sabemos no se ejecuta.
Países desarrollados como Estados Unidos, tienen la figura del "trabajo comunitario" para algunos culpables de delitos menores, la libertad bajo palabra, libertad condicionada y la integración social controlada, entre otros recursos, que imprimen dinamismo al sistema carcelario y avanzan en la rehabilitación de gente que ha cometido más errores que un delito grave en sí mismo.
Si la población tras las rejas ha sido desbordada por el aumento de condenas, creemos que es tiempo de ir pensando en movilizar esa población alrededor de cosas útiles, y tener gente en programas de rehabilitación productivos, dependiendo de una evaluación multidisciplinaria y del tipo de gravedad en su hecho y su condena.
Demás está decir, porque lo saben las autoridades, que hay mucha gente inocente encarcelada a 10, 15 y 20 años, por errores procesales y de percepción de un juez al momento de evaluar la acusación y que me perdonen los magistrados, pero los hechos están ahí.
Los hay también con enfermedades crónicas, terminales, a punto de morir, que no representan ya un peligro de fuga y que bien pudieran terminar sus días entre sus familiares. Para qué tenerlos encerrados, consumiendo recursos que ahorrados pudiéramos invertirlos en programas productivos del mismo nuevo modelo?.
LOS ANCIANOS
Es verdad que hay gente tan peligrosa que sencillamente no puede estar en las calles.
Pero los hay que han envejecido tanto cumpliendo su condena que ya no son un peligro para otros estando en sus casas con una vigilancia especializada, y eso sería una manera de reducir racionalmente el número de encarcelados que desborda nuestras capacidades, y hasta podemos aprovechar para involucrar a la familia en el proceso.
Tras una evaluación y las medidas de seguridad adecuadas, personas que sobrepasan, digamos los 70 años, no debieran estar en las cárceles, sino en sus casas.
El famoso presidente uruguayo, José Mujica, está proponiendo en su país que los presos que sobrepasen los 70 y no hayan completado su condena, lo hagan en sus casas.
No es un indulto ni la libertad sin haber pagado su condena, sino una forma de intervenir el Estado para humanizar la propia condena y al mismo tiempo compartir las responsabilidades.
Precisar qué población mayor de 70 años tenemos en nuestras cárceles, y cuáles merecen ser enviados a terminar el cumplimiento a sus casas, dentro de su familia, aunque con los ojos del sistema encima, es algo que debiéramos estudiar, medir sus posibilidades de aplicación, y esotra forma de solo tener tras las rejas, a la población que no pueda estar en las calles, ni involucrados en los programas de rehabilitación y de inserción social.