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El vencedor no se conocerá hasta dentro de un año, pero la pugna por la sucesión del controvertido presidente sudafricano, Jacob Zuma, agita ya las filas del gubernamental Congreso Nacional Africano (ANC), sacando a la luz sus profundas divisiones internas.
En el poder desde el fin oficial del apartheid en 1994, el partido de Nelson Mandela debe elegir en diciembre a su nuevo líder, que se convertiría en jefe de Estado en caso de victoria en las elecciones generales de 2019.
La poderosa Liga de Mujeres del ANC (la ANCWL) dio la semana pasada el pistoletazo de salida en esta carrera de fondo, anunciando su apoyo a Nkosazana Dlamini-Zuma, de 67 años.
Presidenta de la Comisión de la Unión Africana, la exmujer del actual presidente termina en abril su mandato en Adís Abeba, sede de la organización.
En cuanto se anunció el nombre de su exesposa, Zuma, a quien le quedan dos años de su segundo y último mandato, se apresuró a declarar a la radio que el ANC está "listo para elegir a una mujer a su cabeza".
Estas declaraciones fueron inmediatamente interpretadas como un respaldo explícito a la madre de cuatro de sus hijos.
Varios medios sudafricanos aludían también a la hipótesis de un próximo retorno de Dlamini-Zuma al Gobierno, donde ocupó puestos claves antes de partir a Etiopía: Sanidad (1994-1999), Relaciones Exteriores (1999-2009) e Interior (2009-2012).
"Si Zuma respalda a su exmujer es sobre todo porque hay poco riesgo de que ella permita que lo juzguen. Intentará protegerlo", considera el analista político Ralph Mathegka.
En el centro de numerosos escándalos, el jefe de Estado se ve sobre todo amenazado por una posible reapertura de unas acusaciones por corrupción abandonadas en 2009 en el marco de un contrato de armamento.
La frágil posición de Zuma relativiza sin embargo el peso de su apoyo en la carrera por el control del partido.
"No estoy convencido de que tener el respaldo oficial de Jacob Zuma sea una gran ventaja para Dlamini-Zuma. Su liderazgo está muy cuestionado en el seno del ANC", considera Daniel Silke, analista político independiente.
Zuma insistió sin embargo en su postura al declarar que el número 2 del partido no tiene garantizada su promoción al liderazgo, como había ocurrido hasta ahora desde 1994.
El ataque, apenas disimulado, se dirige contra Cyril Ramaphosa, actual vicepresidente del país y del ANC, de 64 años, que aparece como el otro favorito para la elección de diciembre.
- ¿Candidato de consenso? -
Estas declaraciones ponen de manifiesto las fracturas surgidas en los últimos meses en el ANC.
Habitualmente discreto, Ramaphosa también echó leña al fuego el domingo denunciando las "divisiones" del partido y llamando implícitamente a apoyar su candidatura de "unidad".
De momento, ninguno uno de los dos pretendientes ha declarado oficialmente su candidatura pero ambos están ya contando sus apoyos.
Además de la ANCWL, Dlamini-Zuma tiene de su parte a varios barones provinciales, mientras que Ramaphosa logró el respaldo de la Cosatu, la mayor central sindical del país.
Este esperado duelo podría sin embargo verse perturbado por otras personalidades del partido, como el presidente del Parlamento, Baleka Mbete, o Zweli Mkhize, tesorero del ANC.
"Zweli Mkhize podría ser el candidato de consenso. Tiene una estatura en el seno del ANC y podría unir a las diferentes fracciones. Si no es candidato, su apoyo podría ser decisivo para determinar al vencedor", explica Silke.
Sea quien sea, el futuro líder del ANC tendrá, una vez elegido, poco menos de 18 meses para reconstruir el apoyo popular perdido por su partido durante los años de Zuma.
En agosto, la formación política sufrió un duro revés en las elecciones municipales al perder varias grandes ciudades como Pretoria o Johannesburgo a manos de la oposición.
Algunos analistas consideran ya que la mayoría absoluta del ANC en el Parlamento podría peligrar en 2019, por primera vez desde 1994.