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"He firmado una proclamación reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. La propuesta de una autonomía seria, creíble y realista de Marruecos es la única base para una solución justa y duradera, para una paz y prosperidad perdurables". Con este mensaje en Twitter, Donald Trump decidió el jueves que Estados Unidos pasase a ser el primer país del mundo que reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sahara, violando el derecho internacional e ignorando todas las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Las palabras utilizadas por el presidente saliente, que deberá abandonar La Casa Blanca el 20 de enero, están medidas al milímetro. "Autonomía seria, creíble y realista" son los mismos adjetivos que lleva utilizando Marruecos desde que presentó su propuesta ante la ONU en 2007. Además, el acuerdo incluye el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel, convirtiéndolo en el cuarto país árabe -después de los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Sudán- que normaliza las relaciones con Israel en cuatro meses.
José Antonio Bautista, periodista e investigador experto en el enfrentamiento Marruecos-Sahara, señala a 20Minutos que este es "posiblemente el hito histórico más importante de los últimos 20 años en el conflicto del Sahara". Para Bautista, el reconocimiento de "la primera potencia militar y económica del mundo" tiene un significado enorme para Marruecos, aunque admite que "no tiene ninguna base jurídica o legal. Solo implica cambios a nivel simbólico. Es lo mismo que si mañana Francia reconoce a Marruecos su soberanía sobre el Sahara, no cambia nada porque ya han mostrado su apoyo de facto".
Este acuerdo, que además no reconoce la soberanía marroquí solo en la zona ocupada, sino también en la que está bajo el control saharaui, implica que Estados Unidos ignore por completo los acuerdos de alto el fuego, firmados tras la guerra en 1991 por Marruecos y el Frente Polisario ante la ONU, en los que se establecía la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Además, en enero de 1995 el Consejo de Seguridad de la ONU lo ratificaba así: "Reitera su empeño en que se celebre, sin más demora, un referéndum libre, limpio e imparcial para la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental". Así lo reclama Abdulah Arabi, representante del Frente Polisario en España, a este medio, señalando que "esta declaración no concuerda con el derecho internacional en absoluto".
España ha reaccionado rápido a este anuncio. En primer lugar, horas después de que se conociese la noticia, Arancha González Laya, ministra de exteriores, ha pedido, precisamente desde Israel, respetar las resoluciones de Naciones Unidas sobre la cuestión del Sahara Occidental y ha asegurado que el anuncio de Trump "no ha pillado por sorpresa" al Gobierno español. Poco después, pospusieron la reunión entre Mohamed VI, rey de Marruecos, y Pedro Sánchez, que se iba a producir el próximo jueves 17 de diciembre. Han alegado que la situación epidemiológica actual impide celebrar esta reunión de alto nivel.
Trump deja un regalo envenenando a su sucesor Joe Biden, que deberá decidir si retira el reconocimiento o lo mantiene, con todo lo que ello supone. Además, el acuerdo implica la instauración de un consulado en la ciudad saharaui de Dajla, siguiendo la estela de Emiratos Árabes Unidos, que anunció la implantación del suyo el pasado 4 de noviembre. "Si Biden da marcha atrás y retira el reconocimiento, Marruecos puede hacer lo mismo con Israel, y eso puede traer problemas para Biden, debido a la influencia del lobby israelí, que está muy presente en EE UU", señala Bautista.
Muchos países decidirán mantener un perfil bajo hasta que Biden tenga una posición firme. A partir de ahí, y en función de la postura que asuma, los estados tendrán que elegir de qué lado se posicionan. Bautista afirma que "Biden tiene fama de no tener muy buena relación con Israel", por lo que los posibles escenarios están abiertos.
El baile de posiciones diplomáticas que depara el futuro próximo va a ser frenético a la par que decisivo para el futuro de los saharauis. Los aliados internacionales del Sahara Occidental, Cuba, Venezuela o los estados de La Unión Africana, no son fuertes en el ámbito diplomático, pero se pueden dar conflictos de intereses con los países occidentales, que apoyan a Marruecos de facto.
Por ejemplo, Argelia, principal proveedor de gas de Francia y valedor saharaui, puede mostrar su rechazo si los galos se posicionan del lado marroquí e iniciar una guerra económica. Además, Sudáfrica, principal potencia africana y aliada del Sahara, ocupa actualmente la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por lo que va a proponer este conflicto en la siguiente reunión, obligando a determinadas potencias a tomar una posición definida.
El representante del Frente Polisario en España, Abdulah Arabi, señala que consideran este reconocimiento como un "error garrafal del presidente saliente", y afirma que "no les sorprende en absoluto". Arabi considera que es "una forma de obligar a Marruecos a reconocer a Israel" y que "no concuerda con el derecho internacional, ni con la posición habitual de EE UU en absoluto". Por ello, se sienten "más legitimados que nunca a seguir con la lucha" en el conflicto armado, que se reanudó
Respecto a la posición que tomará Biden, desde el Frente Polisario "desean y esperan" que el demócrata de marcha atrás a esta decisión y "vuelva a alinearse con el derecho internacional y la ONU", por lo que confían en que "la razón se imponga por encima de lo ilógico". Además, considera que hay "aspectos oscuros" en este acuerdo que no se conocen y que intentan, una vez más, "sacrificar los derechos legítimos del pueblo saharaui".
Respecto a la situación del gobierno español en este conflicto, Arabi, que admite estar en continuo contacto con representantes del ministerio de Asuntos Exteriores, cree que este movimiento de "trasladar la situación de Oriente Medio al Norte de África" perjudica enormemente a España y sus intereses, considerando que es la razón por la que se ha suspendido la reunión prevista. Además, "nosotros entendemos que el ejecutivo español debe llevar unas relaciones bilaterales con Marruecos que no son fáciles, pero es el momento de actuar y entender que los intereses españoles y los saharauis son los mismos. El principal objetivo de Marruecos es que se reconozca su ilegal soberanía sobre el Sahara Occidental. Y una democracia consolidada no puede permitirlo", concluye Arabi.