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Cuando mi Bichito tenía 4 meses y medio empezó la guardería. La había tocado plaza pública en una escuela infantil concertada y me obligaban a llevarla desde diciembre, mi Bichito nació el 20 de julio. Dejarla allí fue una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, pero pero suerte sólo lo hacía durante un par de horas. Además la llevé dos días, nos cogimos el puente, la llevé otros dos y cogió otitis, así que ya se quedó en casa hasta el 7 de enero en el que la llevé un par de horas, el 8 de enero 4 y ya el lunes 11 el horario completo, de 7:30 a 15:00.
Cuando la llevaba un par de horas no había problema con la comida, le daba su tetita antes de entrar y al salir, normalmente la iba a buscar a la hora y media. El problema me surgió cuando iba a empezar el horario completo. Mi Bichito no llegaba a los seis meses, así que me saqué la leche y la hice un banco de leche de tres litros e intentamos darle algún biberón. No hubo manera, ni su padre, ni yo, ni que me fuera, ni que tuviera hambre, ni mi leche, ni de fórmula, nada, no conseguimos darla ningún biberón. No quería y punto y por más que nosotros nos empeñáramos en lo contrario, ella no iba a tomarse ningún biberón. Os podéis imaginar mi estado de nervios, creía que mi hija se iba a morir de hambre. 7 horas y media sin comer, sin mamá, sin su tetita.
Un día de esos en los que intentaba mi marido darla un biberón, se dio cuenta que la leche del congelador estaba cortada. En aquel entonces no sabía por qué y al sacar otro recipiente me sucedió lo mismo, así que pensé que se había estropeado en el congelador. Por suerte y gracias a Eloísa, he podido descubrir que con mi hijo me pasaba lo mismo, por lo que no era mi congelador, sino mi leche:
Por lo visto, la leche tiene un componente para digerir las grasas, ya que al sistema digestivo del bebé no está preparado todavía para digerir las grasas. Lo que pasa en mi caso, es que ese componente actúa aún cuando se congela la leche y por eso se agría. Es como si la leche se empezara a digerir. Y Eloísa me dio una posible solución:
Cuando me saco la leche, en lugar de congelarla directamente, la tengo que poner en un cacito a calentar. Pero no a hervir, sino que cuando empiezan a salir las burbujitas pequeñas que se van a los lados del cazo (unos 62 ºC de temperatura, que es la temperatura a la que normalmente pasteurizan en los bancos de leche), lo retiro del fuego, dejo que enfríe y ya lo congelo. La semana pasada me saqué un poquito y lo congelé y una semana después la saqué del congelador esperando que esta fuera la forma que solucionara mis problemas.
Estaba muerta de miedo, con mi Bichito lo pasé fatal, fue un momento muy duro, pasé muchos momentos de estrés, de no saber qué hacer, de si mi hija iba a alimentarse mientras yo no estaba. En reyes y ya a la desesperada, mi Bichito se tomó su primera papilla de cereales con cuchara, jamás tomó biberón y su papilla estaba hecha con leche de fórmula.
El 17 de agosto por la mañana saqué la leche del congelador y me saqué un poquito de leche para poder comprobar el sabor. Me dispuse muerta de miedo a darle el primer biberón a mi Pequeñín. Recordé cada vez que lo intenté con mi Bichito, la frustración, el miedo a que nadie pudiera alimentarle sin que yo estuviera, no saber qué hacer cuando empezara la guardería.
Probé la leche que había sacado del congelador y la que hacía unas horas me había sacado, el sabor no era el mismo, pero mi leche no estaba agriada. Primera prueba superada, ahora tocaba la más difícil. Calenté los 50 ml y me senté en la mecedora con mi hijo en brazos. Se lo acerqué a la boca e intentó tomarlo como el pecho, sin embargo, en seguida se dio cuenta que ésta no era la forma y empezó a tomarse el biberón. Mis ojos se llenaron de lágrimas, sentí un alivio que me recorrió todo el cuerpo. No tendría que preocuparme cuando fuera a la guarde ni si tenía que irme a algún sitio y alguien tuviera que darle de comer. Se los tomó enteritos, así que calenté los 30 ml que me había sacado ese día y se los di en el biberón. También se los tomó, mirándome a los ojos.
Es increíble, pero después de exactamente 25 meses que soy mamá, es el primer biberón que doy a uno de mis hijos y me hizo sentir mucha paz. Me hizo sentir muy contenta, tranquila, sosegada. Ya no tenía de qué preocuparme, no tenía que darle cereales antes ni pensar en cómo me las iba a apañar en la guarde.
Como nos vamos de vacaciones ya no tengo tiempo para hacerle un banco de leche, así que cuando me incorpore a trabajar le llevaré la leche del día anterior y además la semana anterior le daré su primer biberón de leche de fórmula. Por si se queda con hambre, por si un día no me da tiempo a sacarme, por si derrama el biberón, por lo que sea, pero yo me quedo mucho más tranquila.
No os podéis imaginar lo mal que lo pasé con mi Bichito y, por suerte, no se ha repetido con mi Pequeñín. Eso de que lo hermanos no son iguales es cierto. Además, todo lo que te vale para uno, para el otro es totalmente distinto, tanto para lo bueno como para lo malo. Esta vez ha sido a mi favor.
Nota: Mi Pequeñín hoy tiene 4 meses y 26 días y ya echa mano a nuestra comida y la mira muy atento. Hoy hemos desayunado tostadas mientras él nos miraba muy atento, sus ojos estaban fijos en el pan, como lo cogíamos y cómo nos lo llevábamos a la boca. Así que hoy le he dado su primer currusco de pan y no podéis imaginar cómo lo chupeterreaba y se enfadaba si se le movía y no podía cogerlo. Le he grabado en vídeo y esta vez hemos disfrutado nosotros mirándole.