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Donald Trump se reunirá la próxima semana con los principales responsables de la comunidad de inteligencia norteamericana para ser informado sobre la posible injerencia de los servicios de espionaje rusos en la campaña electoral de la candidata Hillary Clinton
Imagen - Vyacheslav Argenberg
Donald Trump, el presidente in pectore de los Estados Unidos de América, que será investido el próximo día 20 de enero, tiene prevista una reunión con los jefes de los principales servicios de inteligencia del ese país.
El detonante de las reuniones ha sido el que los jefes de la inteligencia norteamericana informen de primera mano a Trump sobre los ataques informáticos, supuestamente auspiciados por Moscú, que sufrió la candidata a la presidencia del gobierno, Hillary Clinton, la rival electoral de Donald Trump.
Trump anunció hace días que mantendría una reunión con los cabezas visibles de la comunidad de inteligencia para ser informado sobre el robo de correos electrónicos de la candidatura de Hillary Clinton que posteriormente fueron aireados por el portal Wikileaks.
El gobierno del todavía Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha decidido sancionar a Rusia por el espionaje a que ha sido sometida la mujer de Bill Clinton, un caso donde la responsabilidad del gobierno de Vladimir Putin parece ya evidente.
Leémos en Expansión que la primera batería de sanciones ha tenido como objetivo la Embajada de Rusia en Washington y el Consulado Ruso en Los Ángeles, donde el Departamento de Estado ha indicado a 35 diplomáticos rusos que tiene 72 horas para abandonar el país. Esos funcionarios rusos, aunque bajo cobertura, parecen trabajar para el FSB y el GRU, dos agencias de la inteligencia rusa.
El motivo de la reunión entre Trump y la comunidad de inteligencia es el robo de correos electrónicos a la candidatura de Clinton
Otra batería de medidas son de corte económico y tiene como objetivo los bienes en territorio estadounidense que son propiedad de las dos principales agencias de inteligencia que tiene Rusia, el GRU (Servicio de Inteligencia Militar) y el FSB (servicio Federal de Seguridad), esto es, el extinto KGB.
Estas sanciones son interpretadas por el equipo de Trump, en concreto por Kellyanne Conway, como una bomba de tiempo que acabará condicionando las futuras relaciones entre la Administración Trump y la de Vladimir Putin, a quien el próximo presidente no ha parado de casi adular durante toda la campaña electoral.
Una vez investido presidente, Donald Trump puede muy bien tomar la decisión de levantar las sanciones establecidas por Obama y también podría reconsiderar otro pool de sanciones que fueron impuestas para castigar al Kremlin por la anexión de la península de Crimea.
A pesar de que son muchos en las filas republicanas que consideran que Rusia es la principal amenaza para la geopolítica de los Estados Unidos, Donald Trump se ha manifestado propicio a cambiar el rumbo de la relaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin.