Con el triunfo pírrico de Alexis Tsipras y Syriza este domingo los penúltimos bizantinos del comunismo europeo han perdido su guerra contra el capitalismo, que puede gritar exultante: ¡La izquierda ha muerto!

Tsipras revive a Pirro, el rey de Epiro, al oeste de Grecia, que en el siglo III AC. venció a los romanos con tal pérdida de hombres que dijo "Con otro éxito así volveré solo a casa".

En pocos meses Tsipras se ha vuelto socialfascista, como le llamaban los comunistas de Syriza a los socialdemócratas del Pasok, la izquierda tibia hoy en ruinas.

Recordar el programa que lo hizo primer ministro el 26 de enero señala su viaje hacia el desagüe:

Auditoria de deuda, suspensión temporal de pagos y quita parcial, punto estrella del programa.

Austeridad, no: incremento del gasto público; subida del salario mínimo a 750 euros/mes; mejora de la cobertura sanitaria; nacionalización de la banca y empresas relevantes de sectores como la sanidad privada; aumento de las prestaciones por desempleo, pensiones y cobertura social para parados con hipoteca.

Resultado: Troika y austeridad multiplicadas. Deuda aceptada e incrementada, aunque con plazos de pago alargados, y en lugar de aumento de salarios, pensiones o nacionalizaciones, drásticas reducciones y venta de las joyas del país, puertos, aeropuertos, energía, líneas de transporte, todo.

Capitalismo puro y duro, además humillante, sádico, como para demostrar que con los capitales en el mundo globalizado no se juega.

Cuando el régimen comunista más antiguo, poderoso y poblado, el chino, se ha vuelto también prestamista y ferozmente capitalista, ningún maoísta o trotskista, estalinista, castrista, antisistema y las otras mil formas de la izquierda radical puede evitar la obediencia a ese capitalismo.

Como los izquierdistas anteriores, Syriza ya es socialfascista y sólo puede administrar las órdenes que recibe del capitalismo:

"¿No quieres caldo?, pues toma tres tazas de troika".

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